En una tensa reunión de las Juventudes Comunistas del País Valenciano a principios de la década de 1990, una dirigente juvenil que hoy es consellera le ganó la batalla a Mónica Oltra (Neuss, República Federal de Alemania, 1969) por unos pocos votos. Al salir, la ganadora profetizó el fin de la carrera política de la joven camarada Oltra. Nada más lejos de la realidad, la vicepresidenta y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas se ha convertido en la líder indiscutible de Compromís, el (relativamente) nuevo espacio del valencianismo progresista que se ha hecho con un amplio hueco en la izquierda gobernante, algo impensable hasta hace cuatro días.
El escritor Tomàs Escuder (Castelló, 1946) publica Mónica Oltra o el compromís (Lletra Impresa, 2020), una biografía autorizada que repasa su infancia en la emigración española en Alemania, la inevitable entrada en política y el despegue definitivo en la oposición a los últimos coletazos de la hegemonía del Partido Popular.
“Una política inteligible para las mayorías sociales”. Es la receta de primero de oltrismo que resume Gustau Muñoz en el prólogo de la obra. El biógrafo ha reconstruido la infancia de Oltra en Alemania, en aquel ambiente de la emigración española de la República Federal, con una influencia abismal del Partido Comunista de España (PCE). “Hoy tiene una relación con Alemania pero anecdótica, lo que le influye es el ambiente de la emigración española en el que el PCE és la clau que obre tots els panys”, declara Escuder a elDiario.es. Su padre Juan Oltra, metalúrgico, y su madre Angelita Jarque, trabajadora en una fábrica, formaron “una familia obrera, de estirpe comunista, algo que desde el principio de la existencia consciente de Mónica comportó la asunción de los valores que esa izquierda exigía y practicaba”, escribe el autor.
La vuelta a València propicia la militancia de Oltra en las Juventudes Comunistas y, tras sucesivas purgas, su ingreso en Esquerra Unida. “Hay una continuidad y entra en el mundo político de su entorno”, dice Escuder, que cuenta el primer y breve matrimonio con Miquel Real, actual jefe de gabinete de Oltra y autor de casi todo el material gráfico que ilustra el libro. “Como es lógico le toca vivir experiencias que la disidencia suele sufrir en un partido de jerarquías duras pero asume claramente la disciplina del partido”, sostiene el autor. En paralelo, Oltra inicia su andadura en el mundo de las Fallas, un ámbito mal visto en la izquierda valenciana, tal como ha lamentado siempre la vicepresidenta. Hace dos años fue fallera mayor de su falla, con su hijo Emilio que era presidente infantil.
El libro recoge los testimonios del círculo más cercano a Oltra (las hermanas Mireia y Cristina Mollà, Ximo Cádiz, su jefe de gabinete Miquel Real o su jefe de prensa Evarist Mahiques) y narra el principio del fin del oltrismo en Esquerra Unida, que acabó en la ruptura total: “La disputa era clara e inevitable porque detrás había una concepción estratégica y táctica diferente, completamente opuesta”, escribe Escuder. Pocos conocían en aquella época la potencia del personaje, que brilló en todo su esplendor durante la última legislatura del Partido Popular, cuando los casos de corrupción asolaban a la formación hegemónica. Oltra se ponía una camiseta con la cara de Francisco Camps (“Wanted, only alive”) y salía en todas las teles de España.
La líder de Compromís expone sus ideas “en términos políticos, caseros y de calle”, defiende el autor. Un liderazgo modelado por la tradición marxista, por su afición al psicoanálisis y por un cierto populismo peronista (de Evita más que de Juan Domingo), armamento perfecto para el frente mediático en el que Oltra se desenvuelve como pez en el agua.
La última parte de la biografía arranca con la llegada al poder autonómico de Oltra y los suyos (también de Compromís) y el descubrimiento de la política institucional como espacio para el diálogo entre socios, para el navajazo rastrero y hasta para los buenos momentos. ¿Cuál será el próximo capítulo por escribir de la biografía de Oltra? ¿La alcaldía de València? “Ella se define como una persona de espacios pequeños”, responde su biógrafo.