En la nueva ordenanza sobre Contaminación acústica que acaba de aprobar el Ayuntamiento de València, la tramitación de las “zonas acústicamente saturadas”, las famosas ZAS, el último recurso del movimiento vecinal para defenderse de las molestias del ruido, se convierten en una carrera de obstáculos.
A partir de ahora los denunciantes tendrán que “aportar las evidencias o los indicios racionales” para iniciar el procedimiento y, aún así, el Ayuntamiento no estará obligado a tramitarlas si decide aplicar “otras medidas preventivas” que se evaluarían, como mucho, anualmente (art 14 y 15 de la nueva ordenanza). Además, estas medidas preventivas se adoptarían no con el propósito de restablecer los decibelios a los límites máximos permitidos en horario nocturno (tal y como venía redactado ahora), sino de alcanzar unos ambiguos “objetivos de calidad acústica”
La FAAVV y las asociaciones vecinales mas afectadas por este problema, como Honduras o Amics del Carme, plantearon en sus enmiendas que se mantuviera el redactado actual, enmiendas que han sido desestimadas sin dar mas explicaciones que supuestas “razones técnicas” en absoluto justificadas.
Las ZAS son un protocolo que permiten adoptar medidas extraordinarias como la limitación y reducción de las licencias de actividad cuando una alta concentración de locales altera la convivencia, saturando el ambiente de ruido y dando paso a la conflictividad que siempre lleva aparejada: vandalismo, suciedad y reyertas.
También han desaparecido en la normativa definitiva las medidas “estrella” anunciadas en su momento para reducir las terrazas en el supuesto de sobrepasar los niveles máximos de ruido.
Tras la aprobación de esta ordenanza los residentes están mas indefensos si cabe frente a los abusos y la inactividad del ayuntamiento. Inactividad que ya viene siendo algo habitual en los últimos años: denuncias que “se extravían”, caducidades de licencias que no se tramitan o medidas que no pasan de meros anuncios publicitarios.
Lo único positivo de esta ordenanza, la tímida limitación de apertura de nuevos locales según la distancia entre ellos, los 65 metros o los 30 si los locales cuentan o no con ambientación musical. Una medida que en absoluto impide, ni impedirá, la “zonificación” del ocio.
València tiene un problema muy grave con el ocio nocturno que se ha acentuado con la extrema generosidad con la que la concejalía de actividades y dominio público viene gestionando las licencias de actividad y de ocupación del espacio público. Son muchas las calles y plazas donde no se mantiene ni el mínimo derecho de paso legal que establece la legislación estatal sobre movilidad.
Esta ordenanza no es solo una oportunidad perdida para atajar el problema, es una autentica mordaza a las denuncias vecinales por el ruido.
No es casual que València cuente con 6 sentencias que forzaron la tramitación de zonas ZAS y otras más en trámite. Son el síntoma del mal gobierno existente tanto en el ocio como en las viviendas de uso turístico. En lugar de resolver el problema, han optado por complicar su tramitación. En lugar de suprimir el ruido, han optado por hacer imposibles las denuncias retorciendo la ordenanza.
Lamentablemente, todo esto nos lleva a pensar a muchos que la conflictividad y la judicialización continuarán. Un día triste para los derechos de la ciudadanía.
*Toni Cassola, vecino del barrio del Carmen y activista vecinal