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Calentamiento global, DANAs e inundaciones. Un mar demasiado cálido

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Las inundaciones producidas por la DANA del 29 de octubre dejan muchas preguntas acerca de las causas y la gravedad de sus consecuencias: ¿se trata de un suceso extraordinario sin precedentes?, ¿es el cambio climático?, ¿el urbanismo salvaje?, ¿la falta de planificación territorial?, ¿proyectos hidráulicos no ejecutados?, ¿falta de planes de actuación municipal frente al riesgo?,¿fallos en la gestión y en la toma de decisiones por parte de los responsables políticos?... Toca, en primer lugar, atender a quienes lo han perdido todo (especialmente la vida), recoger el barro y las lágrimas y ponerse a trabajar para evitar que tragedias como esta vuelvan a repetirse. Sin embargo, observo con preocupación bulos y mentiras circulando en redes sociales y otros medios propagadores de teorías conspiranoicas y negacionistas del cambio climático y sus efectos. Soy geógrafa, una profesión que durante siglos ha tratado de entender, describir y explicar cómo es y cómo cambia el medio en el que vivimos. La Geografía estudia la complejidad de nuestro planeta y como los seres humanos modificamos los sistemas naturales (lo llamamos “acción antrópica”) alterando equilibrios sistémicos y superando en ocasiones los denominados “límites del planeta”, algo que pone en riesgo la calidad de vida de futuras generaciones, por no decir también la de las generaciones presentes.

Como investigadora llevo años estudiando la temperatura del mar Mediterráneo. Mi tesis doctoral -defendida en 1989 en la Universitat de València- analizaba la temperatura del Mar Balear a partir de los primeros satélites de la NASA. En la actualidad, los avances en los métodos de corrección nos permiten conocer, con precisión y en tiempo casi-real, la temperatura superficial de los océanos. Disponemos de series largas de imágenes (40 años) y también de mediciones in situ a partir de campañas oceanográficas. Los registros muestran que la temperatura del Mediterráneo aumenta desde los años 70s y este calentamiento se ha acelerado en las tres últimas décadas. Coinciden muchas investigaciones en el diagnóstico y así lo recoge el último informe del Copernicus Marine Service. Se observa también que el verano se adelanta, es más intenso y dura más (lo estamos notando ya). Globalmente, en los últimos 40 años, la temperatura en el Mediterráneo español se ha incrementado 1.4°C y en las costas atlánticas el aumento registrado, aunque menor, alcanza también 1°C. En verano el incremento es todavía mayor (+2.5°C en junio y julio) y en otoño (+1.6°C en octubre).

Un mar cálido favorece la recarga de humedad de las masas de aire que lo atraviesan y contribuye a la formación de bajas presiones (ciclogénesis), ya que las masas de aire cálidas tienden a ascender y generan inestabilidad atmosférica. Cuando concurren determinadas circunstancias (bajas presiones, vientos de levante, aire cálido y cargado de humedad en superficie) junto con una entrada de masas de aire frío en las capas altas de la atmósfera, un fenómeno conocido como DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) o “gota fría”, se producen precipitaciones que son especialmente intensas. En ocasiones, la disposición del relieve intensifica todavía más la inestabilidad. Sabemos que estas situaciones ocurren y volverán a ocurrir, y el calentamiento global, con un mar cada vez más cálido intensificará estos procesos. Nos lo explican y nos alertan meteorólogos acreditados de la Agencia Española de Meteorología.

Otro tema son los efectos que las precipitaciones intensas (especialmente sucesos extremos como el del 29 de octubre) provocan en las cuencas fluviales. Esas pequeñas (o no tan pequeñas) ramblas mediterráneas que no suelen llevar agua durante la mayor parte del año pero que al producirse lluvias muy intensas vehiculan grandes cantidades de agua y sedimentos hacia el mar en pocas horas (avenidas súbitas o flash flood es el término geográfico). El Área Metropolitana de Valencia se extiende sobre una llanura aluvial (zonas donde los ríos han ido depositando sus sedimentos) y son muchos los espacios inundables que han sido ocupados con viviendas e infraestructuras, olvidando que los cauces reclaman también su espacio de forma virulenta. Todo no es cambio climático, por supuesto, hay mucho más.

Afortunadamente, disponemos de mapas del riesgo de inundación que nos señalan donde está el peligro.  Pero esto no basta, los espacios inundables han de ser conocidos, reconocidos y respetados por quienes los habitamos y especialmente por aquellos a quienes corresponde su gestión y planificación. El desarrollo económico y urbanizador ha incrementado las zonas de riesgo, pues muchos terrenos inundables de la Comunidad Valenciana hace unos años eran terrenos agrícolas y no suponían un peligro para la población, pero hoy son espacios urbanizados y habitados. También sabemos que los sucesos meteorológicos extremos volverán a ocurrir y todo apunta a que serán cada vez más frecuentes y más intensos, por ello debemos actuar para evitar las víctimas y minimizar sus impactos.

Queda mucho por hacer, negar la evidencia y dudar de la ciencia es muy peligroso y tiene consecuencias catastróficas (lo acabamos de comprobar los valencianos). Permítanme que reivindique la geografía en nuestras escuelas, institutos y también en los medios de comunicación. Conocer nuestro territorio es necesario para amarlo, cuidarlo, entenderlo y poder vivir en él.

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