Un misterio ser mujer

7 de marzo de 2025 10:49 h

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“La mujer es el misterio más intrigante del universo” según dijo Stephen Hawking y si él lo dijo sería por alguna razón científicamente probada. En el cerebro de un hombre convertido a la ciencia y declarado ferviente seguidor de la misma, esas palabras cobran un sentido especial. No sé bien que quiso decir con ellas ni hasta dónde tienen alcance, pero sí que creo que deben hacernos pensar. Y me puse a pensarlo. Sí, la verdad, somos un misterio porque, si no, ¿cómo se comprende que hayamos soportado durante siglos tanta humillación y tantas maldiciones juntas sobre nuestras cabezas? ¿Cómo entender que, a pesar del arrastre de cabellera, del tronco y demás partes del cuerpo, sigamos caminando con dos piernas? ¿Cómo es posible que dejándonos abrir de parte a parte para parir esas criaturas que los hombres contemplaron con asombro y orgullo por ser de parecida agrupación animal y, como consecuencia, se sintieran autores de las mismas y luego usaran para conducirlas a la guerra y a la muerte? ¿Cómo es posible que sigamos haciéndolo siglo tras siglo sin una queja, sin un ataque de rabia, sin una palabra contra ese destino? ¿Dónde criaron las madres a esos hijos que luego fueron a destronarlas y a acabar con ellas? Un misterio grande. Sí. Un misterio enorme esa supervivencia de las mujeres a pesar de tales agresiones, torturas y masacres por parte de quienes nacieron de esos cuerpos y mamaron de esos pechos. Una incógnita que quieran sólo a una que dicen les dio el ser y llaman madre, y luego violen y asesinen a las mismas mujeres que, como ella, han dado vida a otros niños como ellos. Extraño comportamiento de académicos, científicos ilustrados y padres de las distintas iglesias que permiten tales agresiones a mujeres que son madres de todos los niños del mundo.

Caso digno de estudio y tan intrigante como pueda serlo el anterior, es el misterioso asunto de negar la esencia divina a las mujeres que lo son y apartarlas de tal reconocimiento cuando admiran y adoran ídolos de la misma forma y figura que tienen ellas. Sobre el altar colocan a unas y les dedican ramos y ofrendas; sobre el altar colocan a otras y les parten el pecho para sacarles el corazón y le revientan el vientre para arrebatarles los hijos. Rara controversia que nos obliga a indagar qué tienen unas que no tengan las otras. Por qué colocar en un altar a determinados miembros de una especie y arrojar al vacío a otras que son y tienen las mismas características. ¿Es el color de la piel? ¿Es la forma de hablar o de vestirse o de caminar? ¿Qué les hace distintas al resto? Nadie tiene una respuesta. Nadie sabe las respuestas. Todos callan porque no saben contestar a pregunta tan simple. Yo me muerdo la lengua y “me entrego al festín de los perros” como ya escribí un día que andaba desasosegada con estos temas de empoderamiento como gustan decir hoy muchas mujeres que aún no saben ni lo que son ni para qué lo son ni dónde están las llamadas mujeres de verdad.

Una aclaración antes de proseguir: llamo “mujeres de verdad” a toda aquella que así se siente y así se identifica a sí misma, lo demás son consideraciones banales que no vienen al caso. Al caso sí que vienen palabras y nominaciones que muchas manejan sin acabar de definir lo que encierran y por qué las usan. “Empoderar”, por ejemplo. “Resiliencia”, igualmente. Porque si arrastramos lo que significan y miramos cómo se utilizan por parte de políticas y teóricas del tema, no vemos bien aplicado su uso. No entendemos de qué se apoderan, a quiénes “dan autoridad, influencia o conocimiento para hacer algo” si no es a sí mismas y en nombre de una autoridad que ellas mismas se confieren cuando alcanzan cierto poder y de forma imperativa elevan el tono ante millones de mujeres que necesitan ayuda de verdad, no palabras. “Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido” ¿Dónde? ¿A qué individuos? ¿Qué grupo social? Vean congresos, cámaras legislativas, reuniones de alto nivel, juntas, convenios… Yo sólo veo a caballeros bien encorbatados dirigiendo el mundo y alguna carita desconcertada dando opiniones poco ajustadas al momento que vivimos. ¿Empoderadas? ¡Empoderados ellos subidos a carros y carretas dirigiendo los destinos del planeta!

En lo que respecta a la resiliencia sigue siendo también un misterio. Si la palabra significa “la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”, veamos su aplicación real: hay varios agentes perturbadores y múltiples situaciones adversas que arrastramos las mujeres desde la prehistoria. Lo sabemos todos. Hombres y mujeres lo saben y sabemos más aún hoy día en que esas perturbaciones han aumentado considerablemente gracias a la inteligencia humana ocupada en enredar el universo con nuevas técnicas utilizadas para humillar y esclavizar a quienes no pueden ni quieren defenderse de tales agresiones. Agresiones no son sólo las guerras. Hay otras formas de arrastrar por la cabellera a los más indefensos socialmente. Lo vemos en el día a día. Los que poseen armas lo saben. Los que las venden también lo saben. Los que dejan morir de hambre a naciones enteras lo saben. Los que tratan a los pueblos como si fueran animales y los alimentan y engordan para luego aniquilarlos en diferentes clases de contiendas, lo saben.

Celebremos pues el día de las mujeres con la vergüenza necesaria para admitir la derrota. Nos han vencido y tenemos que tener la conciencia clara para asumirlo y empezar la batalla una vez más desde el principio. Y el principio es sabernos en peligro y estar alerta. No podemos seguir siendo un misterio.

Elsa López

8 de marzo de 2025

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