Dejación de funciones

València —
16 de diciembre de 2020 12:42 h

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Este domingo pasado Salvados emitía un programa centrado en Salvador Illa y su gestión. “El ministro de la pandemia” fue el título.

Ya me gustaría que las formas del ministro Illa fueran la tónica general y no la excepción en política institucional. Fue claro y pedagógico. Pero sin quitarle importancia a las formas, me interesa sobre todo el fondo. Comparto parte de lo que dijo, pero el fondo de la defensa que hizo sobre las decisiones prenavideñas me preocupa profundamente.

- “De cara a Navidad, ¿no cree que decretar confinamientos de una comunidad autónoma, pero con las excepciones que hay, al final es como no decretar nada?

- “No, creo que es tratar a la ciudadanía como adulta y responsable, que es como yo creo que hay que tratarla. Así se trata a la ciudadanía en una sociedad democrática y madura como la española”.

Por desgracia, y pese a las mejores formas, esta respuesta se inscribe en el mismo marco conceptual que tiene el discurso de la derecha Ayusista: hay que dejar en las manos de cada ciudadano la elección del riesgo que quiere asumir aunque eso ponga en riesgo al resto; restringir, poner límites, regular, es una postura antidemocrática, es tratar a las personas como niños, es lo propio de una república bananera.

Resulta difícil sorprenderse cuando, como consecuencia, aparecen personas exigiendo libertad en este Estado autoritario que nos intentan imponer los Socialcomunistas. Sin embargo, sí sorprende ver al Ministro de Sanidad del PSC argumentando, con mejores formas, desde la misma postura ideológica.

Me preocupa. No sé si se trata de un argumentario puntual para justificar las “no medidas” tomadas, o es que el fondo ideológico de este Gobierno incluye que el privilegio individual está por encima del bien colectivo.

Sigamos con la entrevista.

- “¿No habría sido mejor hacer como Italia y cerrarlo todo, y decirle a la gente: este año no hay Navidad?

- “¿Usted sabe qué significa cerrarlo todo? A ver si vaciando la nevera nos llevamos al niño. La restauración está sufriendo mucho, el turismo también, el ocio nocturno. Pero cerrarlo todo… claro, si hubiéramos cerrado todo seguiríamos con 0 casos, pero…”

- “Ya, señor Ministro, pero es que noviembre ha sido el tercer peor mes en muertos de la pandemia, y las medidas para navidad nada tienen que ver con las de la primera ola”.

Es más que evidente que ese “cerrar todo” del entrevistador no era literal. En Italia no se van a encerrar todos en su casa durante un par de meses. Sin embargo, la respuesta del ministro vuelve a estar basada en las mismas premisas que usa el argumentario Ayusista para la ocasión: hay que mantener al sector económico en cuestión aun a costa de vidas, la alternativa es peor. Es normal, en Italia el turismo no es un sector fundamental, no hay restauración, no hay ocio nocturno.

Puede que tanta similitud explique en parte uno de los episodios políticos más sorprendentes de esta pandemia. Cuando la confrontación Gobierno - Comunidad de Madrid estaba en su pico (no cerramos la Comunidad y nos tendréis que obligar por la fuerza; cerramos partes de la ciudad cual guetos; nos coordinamos, pero no, pero sí, pero no… etc), de repente el Ministro dio un giro de 180º y comenzó a aplaudir las medidas de Ayuso y sus resultados, en un espaldarazo que es uno de los ejercicios de incoherencia política más grandes de esta pandemia. Es posible, pienso ahora con estas declaraciones, que el conflicto tuviera mucho de partidismo y muy poco o nada de Salud Pública.

Creo que también es importante dejar claro que he usado la etiqueta “derecha Ayusista” por simplificar, por ser su máximo representante mediático actual, pero que no estamos ni mucho menos ante una nueva forma de hacer política. El radical-liberalismo (que no es más que egoísmo y egolatría puros) viene dando muestras de su repulsa por los acuerdos comunes que nos damos como sociedad cuando estos les suponen alguna limitación a sus privilegios desde hace mucho. Mucho antes de la llegada de los Bolsonaros y Trumps.

Sin duda recordarán aquel pasaje distópico (al menos en aquel momento) por el cual un expresidente de Gobierno de España escupía a la idea de Estado democrático, social y de convivencia:

“Las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber, déjame que las beba tranquilo mientras no ponga en riesgo a nadie ni haga daño a los demás”, “A mí no me gusta que me digan: no puede ir usted a más de tanta velocidad, no puede usted comer hamburguesas de tanto, debe usted evitar esto y además a usted le prohíbo beber vino”

Tras la entrevista de ayer yo le preguntaría al señor Ministro si, como Aznar, en coherencia con sus afirmaciones, cree que poner radares y controles de alcoholemia es tratar a la ciudadanía como si fueran menores de edad, si cree que por ser una sociedad madura y democrática deberían desaparecer y multar en todo caso cuando se produzca un accidente.

Una vez más lo que está en disputa es si el Estado debe regular por el bien común aun a costa de los privilegios de unos pocos o si su papel es de mero facilitador del mercado. Y lo que escuché me preocupa.

El Gobierno Español, tras la primera ola, delegó en las comunidades autónomas gran parte de las decisiones. No lo hicieron en la primera ola, lo que hubiera indicado una fuerte convicción constitucional de Estado descentralizado. Lo hicieron en la segunda, cuando el cálculo partidista decía que tomar decisiones tenía coste electoral.

Ahora, con el tercer peor mes de muertes recién terminado, delegan en la responsabilidad individual. No lo hicieron desde el principio, lo que hubiera supuesto unas convicciones radical-liberales. Lo hacen ahora, cuando el cálculo partidista dice que tomar decisiones tiene coste electoral.

Visto el repunte tras el puente y el contexto europeo, no me extrañaría que tuvieran que dar marcha atrás y legislar sin dejar a la responsabilidad individual las decisiones. A ver como lo explican después de decir que lo demócrata, lo maduro como sociedad, es que cada cual decida cuánto riesgo asumir.

No sé qué Gobierno tenemos. No sé si tenemos un Gobierno que cree en la descentralización o solo cuando le conviene electoralmente. No sé si es un Gobierno cuyo fondo ideológico es progresista o radical-liberal. Estoy preocupado, no sé qué Gobierno tenemos pero parece un Gobierno que no teme hacer dejación de funciones.