No te vengas abajo, carajo

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Ni un paso atrás, hombretón. Aguanta, Milei. Tienes que llegar al 9 de junio soltando a diario tus soflamas incendiarias, tus tuits fogosos, misóginos y salvajes. Muchos progresistas españoles necesitamos tus proclamas pestilentes en las redes sociales y tus exabruptos lunáticos, en medio de actuaciones rockeras, en un auditorio a reventar. Te necesitamos. Tu esotérica presencia mediática nos puede salvar en las elecciones europeas. Sigue así, boludo. La presidencia de Argentina te proporciona un altavoz ruidoso y estridente que moviliza a los dormidos “zurdos” españoles, como tú les llamas. Las masas de votantes desencantados que han votado alguna vez a las izquierdas están necesitadas de motivaciones, precisan un revulsivo convincente. Tú puedes reactivar ese voto dormido.

Con tus rugidos eres capaz de voltear encuestas; aparte, claro, de la inestimable ayuda de los trabalenguas y las habituales meteduras de pata en campaña electoral del señor Feijóo y los bufidos feroces de la presidenta Ayuso -tu amiga-, la inquilina de un particular que reforma pisos sin permiso a su antojo con el dinero, obtenido en un plis plas con unas mascarillas, y con el pico que se ahorra defraudando a Hacienda. Todo muy particular, como lo oyes.

Vas a estar gobernando hasta el 2027, gracias a la autopista que te abrió tu predecesora Cristina Kirchner, una visionaria errática que sucedió a su marido, Néstor, en la presidencia de tu nación. Una señora que pensó que era la nueva Evita de los descamisados y lo que resultó ser fue la puerta giratoria por donde te colaste, el felpudo que te condujo en andas a la Casa Rosada. Dices que dentro de 45 años tu país será más próspero que los Estados Unidos. Venga ya. Piensas desmantelarlo todo: pasaréis hambre unos años, espero que no tantos como predices, y al final algunos, que habrán acaparado lo suyo, montarán una orgía financiera. Aquí Franco ya lo hizo: sumió dos décadas al país en la penuria y en el crimen organizado y luego nombró a unos economistas del Opus para mercadear. Tu amigo Trump, supongo que es uno de los tuyos, dice que América será grande otra vez y de ahí no sale. Aquí también añoramos cuando cualquiera podía tener un apartamento en la costa, además del cuartel general doméstico próximo a su puesto de trabajo bien remunerado.

Gracias de antemano por interpelar, como dicen los políticos pretenciosos, a las personas comunes, de a pie, que no creen en la reencarnación de los perros, que alucinan con tus estrambóticas recetas contra el estado del bienestar (una aberración, dicen que dijiste) o tus consignas contra los impuestos, que son un robo a mano armada. Sacaste excelentes notas en Economía en alguna facultad porteña en la que adoraban a la escuela neoliberal de Chicago o veneraban las fórmulas extravagantes de la escuela austríaca. Los de la madre patria envidiamos mucho a los argentinos cultos, simpáticos y extrovertidos, pero tú nos das grima. Lo siento. El voto anti-Milei puede resultar decisivo en el escrutinio de los comicios europeos. Eres un tipo con predicamento. Diriges, empuñando una motosierra y con los designios visionarios de tu hermana chamana, la internacional ultra y eres más agitador que alguno de los lugartenientes de Hitler. Sabes, amigo Milei, que ahora no puedes aflojar. Debes poner a parir sin descanso a Sánchez, a su esposa, al dichoso Zapatero, a los catalanes y puedes cebarte con la concha de nuestras madres hispanas (con los gallegos -que muchos emigraron allá- y con los empresarios del Ibex 35 ves con más tiento). No desfallezcas: los inminentes resultados electorales dependen de personajes grotescos como tú.

No nos falles. Gracias, Milei.