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OPINIÓN | Estese a lo acordado, por Elisa Beni

A quien lea

Si no fuera así

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“Malgrat la tralla, el vent, l’alçària

de l’odi gegantí, podrem gloriar-nos

d’haver aconseguit copsar la llinda

de la pietat, el temps de l’abraçada?

Veurem fins a la fi minvat l’onatge

de l’anguniosa set que eixuga el viure?“.

Matilde Lloria,València. ‘Torne a dubtar’-1960

Las realidades que son podrían no haber sido. También podrían ser de otra manera. Hay voces informadas convencidas de que la amnistía, ajustada a la causa del ‘procés soberanista català’, será aprobada antes o después. Las heridas abiertas han de ser cauterizadas. Otros más aventurados piensan que el PP de Feijoo tendría que contener su rabia y alegrarse. Si se promulga la amnistía en esta legislatura, a instancias del gobierno de Pedro Sánchez, se evita la decisión de impulsar o denegar, algún día, el borrón y cuenta nueva para los graves acontecimientos que removieron la política española en octubre de 2017. Los catalanes que son partidarios de permanecer en España, que son muchos, quieren hacerlo con dignidad y respeto para Catalunya. Necesitan recuperar la paz de espíritu en el sacrificio de la reconciliación.

Trauma

No se ha recuperado la España de 2024 del trauma que causó la parodia de referéndum y de la siguiente declaración de independencia, que dieron lugar al exilio de Carles Puigdemont (president) y el encarcelamiento de Oriol Junqueras (vicepresident), con sanciones y sentencias derivadas para más de 1500 de sus seguidores. De ahí se exacerbó el sentimiento anticatalán, el veto y boicot a los productos catalanes, el odio, la radicalización y el enfrentamiento visceral entre partidos. Más grave: la inquina entre territorios y ciudadanos, unidos por la misma Constitución que estableció el Estado de las autonomías. Es el esfuerzo por la reconciliación y la concordia más importante, acaecido en España desde los Reyes Católicos en el siglo XV.

Perplejidad exterior

La amnistía en virtud del fragor de la animadversión política, ha pasado, de la categoría de gracia y generosidad –atributos elevados del género humano– a expresión de la arrogancia y causa de frenazo y marcha atrás en la convivencia. La amnistía que paraliza el diálogo entre ciudadanos centrípetos y los agraviados centrífugos. La discrepancia es antigua y se ha acrecentado a raíz de diversos movimientos de acción-reacción entre las fuerzas enfrentadas. La convivencia en España está dañada en la relación interna entre paisanos y países que enriquecen la diversidad de regiones y nacionalidades. El enconamiento de las posturas enturbia la imagen exterior de un Estado miembro de la Unión Europea que resulta perjudicada en su conjunto. Entre lances y tretas que esgrimen las partes enfrentadas, distrae a las altas instituciones del Estado que deberían estar concentradas en la resolución de los desafíos urgentes de los españoles y las muy serias amenazas que se ciernen en el escenario internacional. Es un conflicto tan particular que casi nadie lo entiende desde fuera del marco español. Ni tan siquiera el país hermano de Portugal y menos Francia que ha guiado a menudo la cosa pública española. El paso previo de los indultos que permitió la excarcelación de los díscolos, marcó un precedente que habrán de culminar las Cortes actuales o las que les sucedan. Pedro Sánchez (PSOE) y Núñez Feijoo (PP) como políticos hegemónicos y quienes tengan la responsabilidad de gobernar con ellos o contra ellos. También los partidos levantiscos e independentistas (Junts, ERC, PNV, Bnga, Comuns, Cups, Bildu y no se sabe si Compromís), han de hacer posible la reconciliación o al menos soportarse con respeto como parte de un todo. Sólo es posible si se aceptan las reglas del juego cívico y democráticos.

Perdón

Las indigestiones ideológicas y los rencores son malos consejeros en el devenir de los pueblos. Lo sabemos. La miseria humana se encarga de lo demás. Si contemplamos la controversia que nos invade sobre el sí o no a la amnistía, con todos sus acentos, desde la conveniencia para el País Valenciano y sus moradores, se ven interrogantes en ambas posibilidades. Después viene el cómo y el por qué se suscita en las circunstancias actuales. La prerrogativa de gracia es legítima y constitucional. Existe en las legislaciones de las democracias liberales y occidentales equiparables a la que se implantó en el Reino de España con la transición a la libertad. Se amnistió a la dictadura de 40 años de autoritarismo e intolerancia, por no incidir en otras fechorías que caracterizaron al régimen franquista hasta 1975. No pasó nada. Se legalizó el Partido Comunista de Santiago Carrillo y la Pasionaria. El país siguió su camino. Fue superado el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Con armas que se dispararon en el Congreso de los Diputados y una cuenta de 200.000 pesetas de la época, en bebidas alcohólicas consumidas en el bar de las Cortes por los insurrectos. La pagaron los españoles, con el perdón a los cabecillas del esperpento que bien pudo acabar en tragedia. Los valencianos vimos los tanques y al ejército en las calles al son de marchas militares. Aterrorizó el tono amenazante y conminatorio del parte de guerra y excepción que emitió el general Milans del Bosch desde la Capitanía General de la Tercera Región Militar en la plaza de Tetuán. Todo se perdonó con prisiones de lujo para los máximos responsables y un inmenso capotazo torero para tapar a sus cómplices y colaboradores necesarios. Los tanques que bajaron de Bétera y Marines llevaban varios días preparando la maniobra. Sin repasar nombres, algunos muy notorios en València de civiles y militares, se les amnistió a todos.

Inteligencia

El periodista catalán y subdirector de La Vanguardia, Enric Juliana, afincado en Madrid, ha explicado algunos ejemplos de sucesos violentos y tumultuosos sobre los que fiscales y jueces han mirado hacia otra parte para amnistiarlos de hecho en connivencia con los gobiernos del momento y con los grupos de presión económicos y periodísticos que ejercen en España. La amnistía, en su acepción de perdón, es buena. La amnistía a cambio de réditos políticos tiene una lectura más ramplona. Felipe González en nombre del PSOE tuvo más de siete ministros catalanes a la vez en sus gobiernos y pactó varias mayorías con la derecha nacionalista de Jordi Pujol. Por una transacción política el presidente José María Aznar, del PP, acabó hablando catalán –que aborrecía– en la intimidad y suscribiendo el Pacto del Majestic (1996) con el nacionalismo catalán sin vergüenza ni rubor. La polémica inconveniente y forzada desde el estamento jurídico sobre la calificación penal de terrorismo para actos acaecidos hace más de cinco años, complica la concesión gubernamental de gracia y el cierre de un asunto de Estado que exige altas dosis de inteligencia y generosidad.

Vía valenciana

Los valencianos debemos analizar qué ganamos y salimos perdiendo en este choque de trenes entre Madrid y Barcelona (por Catalunya), entre el poder central y el nacionalismo catalán. Desde 2003 tenemos aplazada sine die la financiación autonómica del País Valenciano en simetría con Catalunya. El Corredor Mediterráneo ferroviario desde 1989 es una entelequia por causas exclusivamente políticas derivadas de la cerrazón centralista que recela de la conectividad Barcelona- València. El Puerto de València, que incluye Sagunt y Gandia es utilizado como moneda de cambio para evitar que llegue a la alianza de complementariedad con el de Barcelona, desde una política de sinergias entre la Generalitat Valenciana y la catalana que las convertiría en sólido eje económico y comercial del Mediterráneo. En el campo cultural y lingüístico, la unidad de facto del catalán-valenciano- balear con sus ramificaciones artísticas y editoriales, incrementarían exponencialmente las posibilidades y la riqueza de los territorios que constituyen un núcleo de interacción clave en el desarrollo del conocimiento y de la vida intelectual en Europa. Que los principales bancos catalanes -Caixabank y BancSabadell- tengan su sede en el País Valenciano más que un triunfo es una anomalía.

Competitividad

Para la vida económica y empresarial, si es capaz de comportarse de acuerdo con la trayectoria histórica y primando sus oportunidades, la vinculación entre el País Valenciano y Catalunya a través del Eje del Mediterráneo – que debería extenderse por toda la cuenca del Mare Nostrum, ‘Un pont de mar blava’– es la palanca que necesitan las empresas valencianas a la hora de acelerar el proceso de innovación y modernización para recuperar productividad y competitividad. Estas realidades y algunas inversiones más, dependen de que los políticos encuentren la vía para acelerar y concluir el proceso de reconciliación y reestructuración territorial entre los pueblos de España desde la cooperación para el progreso. Las fases del proceso bien pudieran ser: Perdón, pacificación, equilibrio, estabilidad y desarrollo. Si no fuera así ¿qué alternativa razonable plantean los sectarios de la política de bastos, a base de palo y tente tieso?