El trabajo de cuidados, así como aquellos que contribuyen al desarrollo físico, cognitivo y emocional de las personas en el entorno privado, tiene un gran impacto sobre las salud social e individual, como también sobre el potencial del desarrollo humano de los países. Se trata de actividades económicas no remuneradas, mayoritariamente a cargo de mujeres, que al ser desarrolladas fuera del mercado son invisibles desde el punto de vista de la las estadísticas económicas y de la contabilidad productiva de los países. De hecho, la invisibilidad del trabajo no remunerado que realizan las mujeres en la prestación de servicios a otros miembros del hogar y de la comunidad y en la formación del capital humano de las nuevas generaciones, es un elemento que limita tanto un adecuado análisis del verdadero impacto de las políticas públicas sectoriales como la definición de estrategias más amplias de desarrollo económico y social de los países.
Todavía son pocos los Gobiernos donde las políticas de ajuste fiscal o de financiación sectorial se refieran explícitamente al impacto que tienen para la vida los cambios en la cantidad y calidad de la prestación de servicios que resultan de dichas políticas.
Tampoco son muchos los países donde las estrategias y las políticas de desarrollo socioeconómico reconocen la importancia de las actividades no remuneradas que realizamos las mujeres.
Algunos datos: Las mujeres en los países en desarrollo producen entre el 60 y 80% de los alimentos. Y el 50% en el resto del mundo.
Si observamos la contribución que hacemos a la economía realizando estos trabajos, hablamos de un 30% del producto bruto mundial.
Según el Informe de Oxfam Intermón, el valor económico del trabajo de cuidados no remunerado que llevan a cabo en todo el mundo las mujeres de 15 o más años asciende al menos a 10,8 billones de dólares anuales, una cifra que triplica el tamaño de la industria mundial de la tecnología“, reza el informe. Una actividad no remunerada que en España ocupó 130 millones de horas en 2018, lo equivalente a 16 millones de personas trabajando ocho horas al día y a un 14,9% del PIB, según la Organización Internacional del Trabajo. Esto serían unos 180 millones de euros.
El sistema patriarcal trata por todos los medios de no reconocer ningún valor económico a este trabajo realizado mayoritariamente por mujeres. Se trata de invisibilizarlo e invisibilizar nuestro valor, y por ello las mujeres alzamos la voz, hartas ya de exclusiones y de aguantar un sistema que, como todo el mundo sabe, es insostenible.
Un año más, el 8 de marzo nos movilizaremos para que podamos crear un nuevo sistema junto a nuestro compañeros, donde se reconozca por fin el valor de nuestro trabajo. ¿Se puede dudar del papel central de los cuidados en este último año? Si nosotras paramos, se para el mundo.