A quien lea

Vértigo ante líderes de pega

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“Menut i llest

com la gran fam

que sempre té,

s’enfronta al món

sense complex.

A res té por.

La por, la fa ell“.

Marc Granell. València. ‘Sense Complex’, 2009

Demasiado poder para líderes de pacotilla. La ascensión de la derecha al poder en el País Valenciano: en las Corts, en la Generalitat, en el Ayuntamiento de València y en otros muchos municipios con más de 20.000 habitantes, exige el respaldo de buena dosis de liderazgo político consistente que no existe. Más que ganar la derecha, ha perdido la izquierda. La imprevisión se paga.

Turno para Alicante

Conocí a Carlos Mazón (Alicante,1974) cuando ocupaba la dirección del Institut Valencià de la Joventut (IVAJ) ante una paella en un restaurante al lado de su casa de València en la calle del Mar. Después coincidí con él en 2003 cuando fue director general de Comercio durante un año. Volvió a Alicante, de donde había venido de la mano de Eduardo Zaplana. Presidente de la Diputación de Alicante, antesala de la presidencia del PPCV y candidato nominado por Teodoro García Egea, ex lugarteniente del dimitido Pablo Casado, para la presidencia de la Generalitat Valenciana. Artífice del primer pacto de gobierno autonómico de trazo grueso tras las elecciones del 28 M con vicepresidencia y tres consellerias para Vox. Inconveniente decisión. Prisa precipitada ante la convocatoria de elecciones generales por parte de Pedro Sánchez para el 23 de julio. Evidencia de que el acuerdo de alianza que urgía entre PP-Vox había sido pactado de antemano con la celeridad que convenía al jefe de Vox, Santiago Abascal. En su interregno en la dirección de la Cámara de Comercio de Alicante, Mazón acabó con la solvencia de la corporación empresarial de derecho público que está alojada ahora en dependencias del Ayuntamiento alicantino ante la incapacidad para disponer de sede propia.

De Morellla a L’Olleria

Ximo Puig expresidente destronado de la Generalitat se encamina a ocupar la plaza de senador autonómico vitalicio en la cámara alta que hasta ahora ha detentado su mentor el ex presidente del Consell, Joan Lerma, del que fue su jefe de gabinete. Agueda Micó (l’Olleria, 1978), secretaria general de los restos del Bloc Nacionalista Valencià que pasó a denominarse Més Compromís en 2021, es la cabeza de lista de la candidatura al Congreso de los Diputados de Sumar por València para las generales del 23 J. La única opción política que conserva alguna referencia valenciana en sus siglas es el PSPV- PSOE, en alusión a sus raíces como Partit Socialista del País Valencià. Los liderazgos están en crisis, son incipientes o muestran más sombras que luces en su oportunismo e indefinición. Es la orfandad de los electores ante un reto del que depende el futuro inmediato del entramado autonómico. El líder auténtico es el que no viene impuesto y merece la confianza de la gente. El liderazgo es una elección no un rango amparado en el control del aparato de la organización. ¿Sólo importa el sueldo? ¿Hay que sacrificar la majestad de los principios por un plato de lentejas? ¿Dónde queda el valencianismo que se necesita como el aire para respirar?

Descalabro

Las consecuencias de las últimas elecciones municipales y autonómicas son traumáticas para el País Valenciano y coinciden con las conclusiones del libro de Ignacio Sánchez-Cuenca: “El desorden político. Democracias sin intermediación” (2022). La ciudad de València ha quedado en manos de una alcaldesa ultramontana, María José Catalá y de un Partido Popular, -magnetizado por los efluvios de la nacionalista madrileña, Isabel Díaz Ayuso–, que no necesita pacto de gobierno con la extrema derecha de Vox, porque lo tienen todo acordado y bastante decidido. La Generalitat Valenciana queda presidida por un cachorro zaplanista, Carlos Mazón, con el marchamo del alicantinismo irredento, con el propósito de potenciar la división provincial frente al conjunto autonómico que rige en la Constitución del 78. En esto y en bastantes cosas más coincide con sus socios de gobierno enmarcados en la formación Vox. Capitaneados por Carlos Flores de cuna modesta ansiosa de promoción social. Es un catedrático de Derecho Constitucional marcado por la violencia de género y por sus orígenes familiares adoctrinados en el franquismo de Fuerza Nueva, el partido ‘antiestablishment’ que fundó el anticonstitucionalista Blas Piñar y afianzó desde Poeta Querol de València el letrado Angel Ortuño.

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Lamento anunciar que nadie debería permanecer tranquilo ante este resultado electoral que va del bipartidismo puro –entre PP y PSOE– a la polarización beligerante de la sociedad –en este caso de la valenciana– que viene de dos legislaturas en las que la coalición de izquierda del Botànic no ha sabido dar la talla y se ha viciado, no hacia la radicalización ideológica sino en el pozo nefasto de la ineficiencia. Dos realidades antagónicas: El Ayuntamiento del Cap i Casal presidido por Joan Ribó ha conseguido sanear las cuentas del municipio hasta liberarlo para poder acceder al endeudamiento privado, erradicar la corrupción, la malversación y la deficiente gestión de una alcaldesa durante 24 años, Rita Barberá. a la que se dedicará un puente, una calle o una plaza, para que la conciencia ciudadana la tenga presente, en el sentido joseantoniano de la palabra. En el Ayuntamiento de València reciente se ha desarrollado un proyecto de urbe para las personas, en el que se han olvidado cuestiones decisivas para el desarrollo armonioso e integral de València, primer motor económico,comercial, dinámico y rector del País Valenciano al que Jaume I llamó con todo el peso de la razón y la historia: Regne de València.

Posibilismo

La Generalitat Valenciana inspirada en el posibilismo lermista del Espíritu de Morella –cuna de Ximo Puig– asimismo ha incurrido en errores que han derivado en indecisiones y quebrantos para la competitividad y la productividad de un territorio que ya en 2015 pedía a gritos el plan económico –también llamado modelo– que sumado a otras disciplinas y competencias que requiere el funcionamiento integral de la sociedad, promoviera estabilidad social y crecimiento para crear riqueza y empleos estables y duraderos. Ni una cosa ni la otra. Así se ha llegado al fracaso electoral de las fuerzas progresistas coaligadas –básicamente PSOE y Compromís– por complejos, flaquezas y mimetismo con la derecha empresarial y política. Desde hace ocho años han pretendido y han conseguido anular la posibilidad de que mandaran otros distintos a los poderes fácticos de siempre: factotums empresariales, sectores inmobiliarios, agentes contratistas y la caverna confesional que confunde las creencias con el respeto a un Estado aconfesional, como ordena la Constitución. Ganan los pescadores en aguas revueltas y pierde el pueblo valenciano. Se instala el vacío de la incompetencia.

Desvíos

Los Consells del Botànic, después de dos carambolas en 2015 y 2019, han perdido la oportunidad, difícilmente recuperable, de visibilizar la permanencia, no sólo de una coalición progresista, sino de la fórmula mágica que por fin podría haber acabado con el enfrentamiento irreconciliable entre las dos facciones, numerosas y poderosas, que sumadas constituyen la sociedad valenciana global y total. Además se ha esfumado la salvación y relanzamiento del País Valenciano como generador de certámenes y ferias que lo han caracterizado y que han sepultado el filón del turismo de negocios siempre más interesante y rentable que las modalidades mimadas y subvencionadas del turismo de sol y playa o el pedestre de calzón corto, que beneficia a los empresarios de cortas miras y resulta depredador y costoso para los intereses generales de la economía. El Puerto de València constituye otro túnel oscuro para estas dos legislaturas de progreso. La agresión al medio ambiente se fraguó en tiempos anteriores del Partido Popular. El perímetro de la polémica terminal inconclusa estaba terminado en 2013. Desde 2015 hasta 2023, tiempo de Botànic, no ha sido posible negociar y acordar una salida para el engendro de hormigón armado del que cortará ahora la cinta inaugural el gobierno Mazón- Vox- Catalá, para apuntarse el tanto ante los contados agentes económicos interesados de verdad. Aclarando versiones tendenciosas y falsarias, el Puerto de Valencia ha pasado por una etapa de disminución de tráficos que hacen innecesaria la puesta en marcha de la conflictiva ampliación norte, que debió ubicarse en Sagunt en 2007. Ahora parece que la actividad portuaria comienza a reanimarse. La conveniencia de la inversión y de su puesta en marcha sólo se justificaría mediante un crecimiento sostenido que está por ver. El fantasma catalán queda en argumento barato para confundir. Aunque todos han de saber que el mal está hecho desde 2013. A partir de 2015 únicamente son posibles dos alternativas: la inviable demolición o la finalización de la terminal rellenando su perímetro y minimizando los efectos colaterales para la costa y para la ciudad. ¿Quién va a liderar los destinos del País Valenciano de ahora en adelante: Mazón, Diana Morant, Águeda Micó, el cordial Puig, Catalá o Baldoví? ¿Qué quedará en 2027 para los que sobrevivan?

Desconcierto

El profesor Sánchez- Cuenca sitúa el epicentro de la crisis política en el radical individualismo de nuestro tiempo. Los dos protagonistas de la intermediación política y social habrían de ser los partidos políticos y los medios de comunicación. A los que conviene añadir los entes intermedios de la sociedad que no son estrictamente públicos ni privados y actúan bajo el paraguas de la figura legal de la administración institucional. El bipartidismo clásico ha sufrido el embate de su propio descrédito (corrupción, liderazgos efímeros, dependencia de poderes fácticos y luchas internas) pero ni los partidos ‘soufflé’ (Ciudadanos, Podemos y algún otro ya descrito en declive) ni las fuerzas ‘antiestablishment’ ofrecen otra garantía en el tiempo que la ademocrática imposición –de arriba abajo– de su líder con el propósito de dejar oír únicamente su voz. Sin ejercer su cometido intermediador entre la autoridad política y los administrados. Los partidos deberían encauzar y organizar los intereses y la voluntad de la sociedad. Los medios informativos han de dar a conocer los acontecimientos y su interpretación al público. Los partidos políticos están amenazados por la ambición de sus aparatos dirigentes y sus líderes. Los medios de comunicación, también conocidos y asimilados a la prensa, sufren el acecho de los grupos de influencia y presión –política, económica, confesional y corporativa– que persiguen la rentabilidad mediante métodos atípicos. Competencia desleal para los medios que viven de sus audiencias y lectores. El agravio comparativo que une a su opacidad económica la imposibilidad de controlar sus fines privados con trascendencia pública. Democracia de imposiciones y barricadas.