Pascual Enguídanos Usach (Llíria, 1923-2003) fue una suerte de precursor de la ciencia ficción de tintes socialistas en plena España franquista. Completamente olvidado por la crítica literaria, el Ayuntamiento de Llíria ha organizado unas jornadas con motivo del centenario de su nacimiento, que incluyen la presentación de un libro colectivo de homenaje. “Fue un escritor autodidacta de ideas socialistas que tuvo que adaptarse al momento e intentar camuflarse en la sociedad del franquismo”, explica a elDiario.es el historiador Francesc Rozalén, vecino de Llíria y miembro del comité organizador del homenaje.
Enguídanos, bajo pseudónimos como George H. White o Van S. Smith, escribió un total de 332 novelas de ciencia ficción, del oeste, bélicas, policiacas o rosas. Todas ellas novelitas de quiosco (de a duro), entre las que destacan las 59 entregas de La saga de los Aznar, publicada a partir de la década de 1950 y reeditada por la editorial Altolibros. Una saga de un “mundo de utopías” socialistas que “cuenta la historia de la humanidad del siglo XXV”, afirma Rozalén.
¿Cómo consiguió evitar la omnipresente censura del régimen? En uno de los diálogos de la saga, tal como apunta el historiador, un personaje plantea que el mundo imaginado por Enguídanos es puro comunismo a lo que su interlocutor responde que, más bien, es cristianismo.
Hijo de un republicano “fan de Blasco Ibáñez”, el autor abandonó los estudios al comienzo de la Guerra Civil, cuando tenía 13 años. “Es un escritor de origen humilde y autodidacta pero todos los autores de novela popular eran así”, afirma Francesc Rozalén, quien alude a otros insignes representantes del ramo como Eduardo de Guzmán o Francisco González Ledesma.
Se formó leyendo novela clásica y se sacó el bachiller, con un excelente, estudiado por libre y sin ir a una academia. También trabajó de obrero, en una mina o en oficinas, entre otros empleos, y finalmente, en 1964, entró a trabajar en Valencia como funcionario de Obras Públicas. “Era una persona que tenía una imaginación innata espectacular”, apostilla el historiador, que lleva dos décadas reivindicando la figura del escritor liriano, “injustamente olvidado”.
El formato de sus novelas, característico de la época, permitió a muchos autores republicanos seguir publicando, en una suerte de exilio interior y con pseudónimo, en ediciones “al alcance de las clases populares”.
“La novela de a duro se vendía en los quioscos, en Llíria se se vendían en el mercado, los jueves; recuerdo de niño comprarlas e intercambiarlas, eran muy económicas, prácticamente octavillas con un papel de la época muy malo pero con unas portadas muy artísticas, con colores muy llamativos”, relata Rozalén.
Enguídanos inició su periplo literario en la Editorial Valenciana y, más tarde, fichó también por Bruguera, empresas señeras de la época para las que trabajó con ritmo frenético, como el resto de autores que conformaron sus catálogos. Bruguera, en la que publicó 168 novelas, lo catapultó a la edición internacional de sus obras, dada su difusión en América Latina y en Portugal.
Hace dos décadas, Rozalén escuchó hablar al escritor Alfons Cervera, que pasó parte de su infancia en Llíria, sobre el ilustre y desconocido vecino: “No podía imaginar que una persona tan humilde en un pueblo rural había podido desarrollar esa imaginación”. “Me cautivó”, dice el historiador.