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Los cambios en el Consell que baraja Ximo Puig agitan el tablero político valenciano

Por la cabeza del presidente del Gobierno valenciano hace tiempo que ronda la idea de abordar algunos cambios en el Consell que dirige. La idea renovadora se topa a menudo con un freno algo conservador: la noción de que lo que funciona no se debe tocar. Los tiempos exigen “no hacer mucho ruido” y continuar en “la vía pragmática, la vía valenciana, de solución de los problemas de los ciudadanos”, apuntaba el dirigente el pasado octubre. Estabilidad, que era una palabra que la derecha ha utilizado como amenaza contra el Gobierno progresista de coalición, se ha vuelto una bandera en el Acuerdo del Botánico, se ha transformado en un espacio cómodo en el que moverse. Sin embargo, desde la crisis provocada por la pandemia, la idea de una reforma se muestra de manera intermitente, asomando cada cierto periodo.

Los expertos de confianza de Ximo Puig han apuntado en varias ocasiones que la acción del Ejecutivo tiene que verse reforzada para consolidar el proyecto del Pacto del Botánico, que solo será capaz de reeditarse una tercera vez si logra mantener la confianza depositada en las urnas en 2015. Su núcleo cercano cree que ello pasa por cambiar primero las caras en el pleno del Consell. En el año previo a las elecciones, donde el calendario parlamentario deja poco margen a las novedades, es ahí donde está la capacidad de tomar las medidas de mayor calado, de ejecutar los planes previstos y pisar el acelerador.

En las últimas semanas la grieta por la que se deja ver esta idea ha vuelto a abrirse. La oportunidad la marca la salida del portavoz socialista en las Corts, Manolo Mata, que regresa al ejercicio en exclusiva de la abogacía y ha renunciado también a ser el vicesecretario general de los socialistas valencianos para centrarse en la defensa del principal imputado del caso Azud. El cambio obligado en el hemiciclo abre la puerta a situar en el escaño de portavoz a algún conseller, con varios nombres que manifiestan signos de agotamiento tras una larga legislatura y otros a los que premiar. El cambio que más ha planeado es que la consellera de Sanidad, Ana Barceló, potencial candidata de los socialistas en Alicante en las próximas elecciones municipales, una idea que se repite de forma recurrente desde que fue nombrada presidenta del PSPV-PSOE en el Congreso de Benidorm. Con la salida de Mata, sus defensores intensifican las apuestas sobre qué lugar debería ocupar para ser más visible.

Tras varios días de rumores, el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, dejaba caer el sábado que se daban las circunstancias para dar “un impulso a la acción del gobierno”, aunque, matizaba, “no necesariamente se tiene que producir”. La idea, que solo conoce el presidente, sobrevuela toda la política valenciana. Una de las figuras sobre las que podría recaer mayor responsabilidad es la alcaldesa de Quart de Poblet, Carmen Martínez, hasta la fecha portavoz adjunta en las Corts Valencianes y miembro de la Ejecutiva socialista como responsable de Sanidad. La dirigente, que ha llevado una carrera política paralela a la de la consellera de Sanidad -ambas fueron secretarias generales provinciales y han trabajado juntas en el Parlamento- prefiere mantenerse al margen de las especulaciones, asegura que está contenta en su nivel de gestión y señala que la decisión la tomará Puig. El presidente es quien tiene “toda la información y las claves” y “no tardará mucho” en anunciar su decisión. Los demás, acatarán.

En el marco abierto a la remodelación se barajan cambios en la Conselleria de Universidad e Innovación, con sede en Alicante y una acción poco visible de su titular Carolina Pascual durante la legislatura. Algunos apuntan al conseller de Hacienda, Vicent Soler, pese a que ha centrado su trabajo en dos legislaturas en exigir la reforma del sistema de financiación y cuadrar unas cuentas con un agujero de 1.300 millones anuales; o a un reconocimiento al conseller de Política Territorial, Arcadi España, mano derecha del presidente y con un departamento con potencial de acción.

Ya en el verano de 2020 se apuntaba a cambios en la rama socialista del Ejecutivo que finalmente se circunscribieron al segundo escalón, una reforma que se afianzó el pasado febrero con cambios en Presidencia para impulsar la sala de máquinas del Palau y la imagen del máximo dirigente. Hasta la fecha, las reformas en el Consell han sido tímidas y marcadas por el contexto, como la sustitución de Carmen Montón en Sanidad por Ana Barceló, cuando la primera marchó al ministerio homónimo en el Gobierno de Pedro Sánchez; o la dimisión del conseller de Vivienda y vicepresidente segundo, Rubén Martínez Dalmau, meses después de las primarias de su partido, Podemos.

La salida del vicepresidente segundo de Unides Podem, abría una ventana para reformar el Gobierno en su conjunto. Las compuertas se cerraron con una decisión de la formación morada. La segunda apareció con la dimisión del portavoz de Compromís y las quinielas que apuntaban al conseller de Educación, Vicent Marzà, como posible sustituto. Esta se cerró con la decisión de los valencianistas de nombrar a Papi Robles y no tocar su parte del Ejecutivo. La tercera, la dimisión de Mata, aún está por cerrar. Del interrogante solo se conoce que tendrá que cerrarse antes del próximo miércoles.