Un colectivo feminista traslada a la Universitat Jaume I de Castellón denuncias de acoso de profesores a alumnas
El colectivo feminista de Castellón Subversives ha iniciado una serie de acciones en la Universitat Jaume I, a la que acusan de “complicidad” con varios profesores ya expedientados por “comportamientos inadecuados”. El colectivo recopiló una serie de testimonios de alumnas que denuncian acoso y comentarios que las violentan por parte de tres profesores y los puso en conocimiento de la vicerrectora en un encuentro el pasado año. Respecto a un cuarto, condenado por malos tratos, exigen su cese como docente.
Después de reunirse con la vicerrectora, que les emplazó a presentar una denuncia siguiendo el protocolo de la institución, el colectivo envió de forma anónima a la Unidad de Igualdad decenas de comentarios “babosos”, despectivos y situaciones violentas para las alumnas de los profesores, “incluso llegando a los abusos”. Tras presentar los escritos anónimos, Subversives ha hecho públicas las instancias presentadas y critica la “inacción” de los responsables. “La universidad sigue sin escuchar y sigue defendiendo un protocolo planificado para ser inútil, pero a la vez un lavado de cara para la institución”, denuncian en redes sociales.
Las denuncias de las alumnas van desde frases obscenas –en público y en privado– al acoso sexual. Una alumna denuncia que uno de los profesores le ató las manos en el despacho, otra que le realizó tocamientos durante una tutoría, según los escritos publicados. Sus testimonios se expusieron en notas en la parada de tranvía junto a la universidad con mensajes de decenas de profesores en enero, recuperando una acción del año pasado. Un mes después, empapelaron algunas dependencias del centro académico con testimonios respecto a tres docentes. “Me dijo en su despacho: qué cuerpo más bonito” o “eres una nena muy mala”, están entre los mensajes que el colectivo ha publicado, junto a acusaciones de abuso sexual.
Dos de los docentes acusados ya fueron investigados y expedientados por la universidad después de recibir una denuncia a través del cauce habilitado por el protocolo antiacoso vigente desde 2011. Los expedientes, formulados a través de sendas denuncias en 2014 y 2015, tuvieron como consecuencia una suspensión de empleo y sueldo durante tres meses por “conductas inadecuadas” que el centro ha preferido no detallar. El tercero fue condenado por violencia contra su pareja y cumplió la pena, indican fuentes del entorno académico y del cuarto no constan denuncias previas.
La Universitat pide a las alumnas que hayan podido sufrir acoso que planteen la denuncia por los cauces habilitados y reitera que no ha recibido ningún escrito formal. La denuncia, insisten, es necesaria para poder activar el protocolo y poner en marcha la investigación, “un procedimiento con todas las garantías para perseguir estas conductas y amparar a las víctimas”. Las alumnas, sin embargo y como se refleja en los carteles, no se sienten seguras para trasladarlo de manera formal. “La Universidad no puede comenzar ningún procedimiento formal porque se trata de denuncias sin identificar. La Universidad, siempre que ha recibido una denuncia por los canales oficiales, ha actuado ante los hechos denunciados y ha garantizando la protección de la víctima”, insiste el centro.
El centro reconoce como acoso sexual, según figura en su protocolo actualizado en 2020, “cualquier comportamiento, verbal o físico de naturaleza sexual que tenga el propósito o produzca el efecto de atentar contra la dignidad de una persona, en particular cuando se crea un entorno intimidatorio, degradante u ofensivo”. El anexo añade a la definición: “Comentarios y observaciones insinuantes y comprometedoras sobre la apariencia o aspecto”, “miradas o gestos de carácter sexual que incomodan” y “contacto físico deliberado, no solicitado e innecesario como por ejemplo tocamientos, rozamientos, golpes o pellizcos”.
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