La Generalitat Valenciana, el PP y medios afines llevan días intentando poner en el foco a la vicepresidenta Teresa Ribera y, en concreto, en la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) –organismo bajo la competencia de su ministerio–, con el fin de desviar la responsabilidad de Mazón por haber enviado demasiado tarde la alerta masiva a móviles que pudo haber salvado decenas de vidas el día de la DANA. El PP y el Gobierno valenciano han afirmado que la CHJ no envió “ninguna comunicación desde las 16.13 horas hasta las 18.43 horas del martes 29 de octubre, pese al aumento brusco del caudal del barranco del Poyo”. Es lo que difundió la Generalitat Valenciana ya el pasado 4 de noviembre en una nota de prensa, donde aseguró que se cortaron los avisos durante dos horas. Sin embargo, según ha podido confirmar elDiario.es, la Confederación envió a Protección Civil de la Comunitat Valenciana, a la Delegación del Gobierno y al Centro Nacional de Seguimiento y Coordinación de Emergencias (Cenem) al menos dos correos en esa franja horaria (a las 16.37 y a las 16.50) dando la alarma por la lluvia acumulada en Chiva, en la cabecera del letal barranco del Poyo.
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, todavía insitía este miércoles en defender la tesis del “apagón informativo”, que carga la responsabilidad en el departamento dependiente de Ribera, pese a que el Gobierno valenciano activó horas antes, a las 12.20, una alerta por el colapso del barranco detectado por el medidor del CHJ ubicado en Riba-roja. “El presidente de la Generalitat fue adoptando decisiones en función de la información en tiempo real que daba la Confederación Hidrográfica del Júcar. Y cuando hay un periodo de apagón informativo importante, superior a dos horas, cruciales para tomar decisiones, comprenderá que no me parece justo intentar trasladar responsabilidades a aquellos que simplemente tomaban decisiones en función de informaciones responsabilidad de otros”, ha dicho este miércoles Feijóo.
El vicesecretario general del PP, Esteban González Pons, llegó a decir este martes que “la ministra Teresa Ribera ha mentido al Parlamento Europeo al afirmar que la Confederación Hidrográfica del Júcar emitió todas las alarmas”. La Confederación informa en tiempo real del caudal del barranco, con medidores que se actualizan cada cinco minutos en su página web. Cualquier ciudadano puede comprobarlo y en el Centro de Coordinación de Emergencias (CCE) de la Generalitat Valenciana había alerta activada desde las 12.20 horas.
El 'asunto' de los correos de la CHJ a los que ha tenido acceso este periódico es “Aviso de alarma”. Fueron enviados por el Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) a las 16:37 y a las 16.50 por la CHJ a Protección Civil de la Generalitat valenciana. En el cuerpo de ambos correos puede leerse, además, “alarma en Chiva” y se informa del aumento de lluvia acumulada en esa localidad. Los medidores que dan la alerta se registran a las 16:26 y a las 16:46 horas; estas alertas saltan cuando el pluviómetro de Chiva detecta que se supera el umbral de 30 litros por metro cuadrado en una hora o de 50 litros por metro cuadrado en cuatro horas. En el primer mail el volumen de agua era de 36 litros por metro cuadrado en una hora y en el segundo de 54 litros. Cuando se superan los umbrales, se genera un aviso automático que se manda por mail a los mencionados organismos.
Es decir, la Generalitat valenciana recibió dos correos de la CHJ entre las 16:00 y las 17:00 que permitían anticipar la enorme crecida del caudal de la rambla del Poyo (que también recibe precisamente el nombre de barranco de Chiva). Es la crecida de la rambla del Poyo la que, a partir de las 19.00 horas –cuando el Gobierno de la Generalitat seguía sin saber cómo actuar–, causará la mayor devastación y cientos de muertos en Chiva, Aldaia, Torrent, Catarroja, Sedaví, Benetusser, Alfafar, Picanya, Albal y Paiporta, en las localidades de l’Horta Sud. Esa rambla del Poyo comenzó a recoger en Chiva precipitaciones masivas, según los datos públicos de pluviometría disponibles en tiempo real en la web de los Sistemas Automáticos de Información Hidrológica (SAIH) de la Confederación.
Esos mismos datos, además de estar disponibles en tiempo real y abiertos al público en esta web, fueron enviados por mail en dos ocasiones. A esta información, se sumaron los datos de caudales, también ofrecidos por la CHJ.
A las 11.45, el Centro de Coordinación de Emergencias –el organismo autonómico competente para comunicar las alertas hidrológicas–, ya había emitido un “aviso especial” con información de la CHJ a los municipios de la cuenca del río Magro, un curso de agua que discurre en paralelo al sur del barranco del Poyo.
A las 12.20, la Generalitat manda la segunda alerta hidrológica del día tras recibir otro correo informativo de la CHJ. La rambla del Poyo lleva 264 metros cúbicos por segundo. Esta alerta hidrológica no se desactiva en todo el día, como la propia Generalitat reconoció por escrito el 4 de noviembre.
Antes de irse a comer durante horas con una periodista, Mazón compareció a las 13.14 para decir que “según la previsión, el temporal se desplaza hacia la Serranía de Cuenca, por lo que se espera que en torno a las 18:00 horas disminuya su intensidad en todo el resto de la Comunitat Valenciana”. Son declaraciones que colgó en un tuit, Mazón a las 13:14 horas, después lo borró. Se desconoce de dónde sacó Mazón ese erróneo pronóstico meteorológico, porque todos los organismos, incluidos los de su propio Gobierno, decían lo contrario. En ningún momento se desactivó la alerta hidrológica en el barranco del Poyo. Él insistió en que leyó el parte meteorológico de Aemet que durante toda la jornada mantuvo el aviso de nivel rojo, como puede comprobarse a través de sus redes sociales.
A las 16.37 y a las 16.50, la CHJ envía a la Generalitat esos dos mails alertando de las precipitaciones en Chiva. A preguntas de esta redacción, desde el CCE de la Generalitat no han confirmado la recepción de los correos. A las 17.00, la Confederación registra un “aumento brusco” del caudal del barranco del Poyo. Lógicamente, primero llueve y luego se llenan los caudales.
Con el Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi) ya reunido, pero sin la presencia de Mazón, que estaba comiendo según su gabinete, el representante de la CHJ reiteró verbalmente a las 17.00 horas el “incremento generalizado de caudales”. En paralelo, a las 17.30 horas, Emergencias de la Comunitat Valenciana emitió una tercera alerta hidrológica (nunca a móviles), esta vez por la situación en una cuenca de los ríos Júcar y Magro, más al sur, y por la presa de Forata, que amenaza con desbordarse.
A las 18.55 la Confederación relató cómo la fuerza del agua arrastró los sensores y sistemas de medición del Poyo ubicados en Riba-roja. Esa rambla llevaba ya 2.282 metros cúbicos por segundo. “La rambla del Poyo tuvo una subida de 2.000 metros cúbicos por segundo, a las seis de la tarde, que es cuatro veces el caudal normal del Ebro”, explicó en televisión el pasado 1 de noviembre Victòria Roselló, jefa de meteorología del canal público À Punt.
A toda esta información proporcionada en tiempo real y de manera constante por la CHJ a la Generalitat Valenciana hay que sumar todas las alertas de la Aemet, la primera de ellas a las 7.36. Hubo nuevas comunicaciones del peligro a las 8.04, a las 9.48, a las 10.03, a las 12.27 y a lo largo del todo el día. Sin embargo, el Cecopi no se reunió hasta las 17.00 horas.
Pese a que ha quedado acreditado y desmentido una y otra vez que las agencias estatales y la CHJ informaron en todo momento de la situación (y pese a que la competencia de enviar la alerta masiva a móviles es exclusiva de la Generalitat valenciana), líderes nacionales y autonómicos del PP, así como medios afines, continúan intentando responsabilizar a Teresa Ribera y al representante de la CHJ, e insisten en esparcir el bulo de que no se enviaron alertas suficientes y que, por eso, la alerta a los móviles se mandó demasiado tarde. Es la misma estrategia que con el accidente del metro de 2006: responsabilizar al maquinista -al técnico-, de la tragedia, en lugar de asumir la responsabilidad propia.