“Me costaría mucho votar a Ciudadanos en las próximas elecciones”. La frase, pronunciada con mucho pesar por la ya exportavoz de Ciudadanos de las Corts Valencianes, da cuenta de cómo es la situación en la formación naranja. Ruth Merino, que ha formalizado su dimisión este jueves en una rueda de prensa, abandona todos sus cargos y la política -de momento- para reincorporarse a su trabajo como técnica de Hacienda en la Administración Pública. Merino se va cansada de las dinámicas de su partido, con las que ha sido especialmente crítica -“se ha consolidado todo lo malo”, no puede “convertirse en el partido de la mediocridad, el oportunismo y los que no quieren dejar el puesto”, “no creo que ninguna lista pueda sacar a este partido del agujero tan profundo en el que se encuentra”-, y medita si darse de baja como afiliada.
La marcha de su número uno, elegida por el grupo tras la abrupta salida de Toni Cantó para engrosar las filas del PP, ahonda en el declive de la formación naranja. El proyecto que capitaneó Albert Rivera y que se promocionaba como un partido de centro y liberal, con el objetivo de atraer a los votantes descontentos con el PP, pronto viró hacia las posiciones más conservadoras, bordeando en algunas el discurso de extrema derecha en fondo y forma en la Comunitat Valenciana.
Ciudadanos consiguió 18 diputados en las Corts Valencianes en las últimas elecciones autonómicas, que Ximo Puig hizo coincidir con las generales, frente a los 13 que obtuvo en 2015. El solapamiento de campañas dio protagonismo al discurso nacional y nacionalista, con el conflicto con Cataluña en un momento crítico, lo que reforzó las posiciones más extremas a la derecha que bebía de lo que se desangraba el PP -Vox irrumpió con 8 diputados en el Parlamento autonómico-. Con los meses, la formación ha ido desinflándose: la repetición de los comicios generales dejó al grupo en el Congreso con apenas 10 diputados y pronto comenzaron las bajas de dirigentes, empezando por la marcha del propio Rivera, y desde entonces las encuestas apuntan a una fuerte caída de la atracción del partido.
Las fugas también se dieron en la Comunitat Valenciana, comenzando por el entonces portavoz y candidato a la Generalitat, Toni Cantó, que dimitió en mayo de 2021 tras mostrarse muy crítico con las posiciones de Inés Arrimadas. Diez días después, se reunió con el equipo del PP para formar parte de las listas de Isabel Díaz Ayuso, objetivo que frustró la junta electoral. Al parlamentario le siguieron otros cinco diputados, que en lugar de dejar el escaño dejaron el partido y siguen cobrando un sueldo público en las Corts Valencianes. El caso más llamativo fue el de Asunción Sanchis, que recogió el acta de diputada que dejó Cantó y abandonó la formación tres semanas después, junto a otros tres diputados a loa que se sumó un cuarto más tarde, amparándose en un “giro ideológico” de la dirección de Arrimadas. El partido les pidió el acta y, en su lugar, ellos pidieron a la Cámara que les pagara el parking y un extra como portavoces en comisiones. Al grupo parlamentario le quedan 13 diputados, los mismos con los que llegó a las Corts en 2015.
Cantó era ya el cuarto portavoz de los naranjas en la Comunitat Valenciana. Ciudadanos empezó su andadura autonómica con Carolina Punset, hoy asesora de Ximo Puig en la Generalitat, que dejó el escaño y la portavocía para ser eurodiputada. Dos años después, dimitió de la Ejecutiva por diferencias internas.
La siguió Alexis Marí, que terminó encabezando una corriente crítica con la dirección nacional y dimitiendo junto a otros tres diputados por la negativa de Rivera a apoyar los Presupuestos Generales del Estado. Bajo el nombre de 'Agermanats', constituyeron una suerte de grupo parlamentario propio y acordaron incluso las cuentas públicas con el Gobierno del Botánico (PSPV, Compromís y Unides Podem). Tras Marí, que desde el grupo de no adscritos se fue acercando a posiciones más progresistas, fue nombrada portavoz Mari Carmen Sánchez, que con la disolución del Parlamento autonómico en 2019 pasó a ser candidata y actual vicealcaldesa del Ayuntamiento de Alicante, con un pacto de gobierno con el PP.
El malestar de Merino comenzó a gestarse, apuntaba en la rueda de prensa, en la moción de censura fallida de Murcia. Fue precisamente un representante valenciano, el exsenador y exsecretario de organización Emilio Argüeso, quien incitó a los cargos a boicotear la moción contra el PP. En su órbita giraban los parlamentarios que dejaron el partido en bloque, en mayo de 2021. Ese ambiente de conspiración perpetua ha ido deteriorando el ambiente dentro de la rama valenciana de la formación, que aborda un proceso de refundación que concluye este viernes con las primarias. Para la exsíndica, el proceso de refundación ha sido un error, una agonía demasiado larga, que debería haberse saldado con una desaparición del partido para volver con bases, estructuras y nombres nuevos.
A cinco meses de las elecciones municipales y autonómicas, la marcha de la portavoz deja al partido nuevamente descabezado hasta que se constituya una nueva dirección que convoque al grupo parlamentario para elegir a un nuevo portavoz. Por el momento, las funciones de Merino las asumen las portavoces adjuntas, Mamen Peris y Merche Ventura, ninguna de ellas presente en la rueda de prensa en la que ha anunciado Merino su marcha. El siguiente diputado en la lista autonómica es Fernando Mulas, director del Instituto Valenciano de Neurología Pediátrica, que no ha confirmado si tomará posesión del acta. A la salida de la ya exportavoz se espera que se sume la de varios diputados más en los próximos días.