La pandemia y la situación derivada del coronavirus han pasado como una apisonadora sobre la situación económica y la salud mental de los jóvenes valencianos. Un informe del Consell de la Joventut de València señala que más de la mitad de los menores de 30 años en la ciudad desearía obtener apoyo psicológico desde el confinamiento y durante la llamada nueva normalidad; una cuestión que la gran mayoría no puede costearse.
El informe se ha presentado este miércoles con la concejala de Juventud del Ayuntamiento de València, Maite Ibáñez, y la responsable del organismo juvenil, Ana Domínguez, ha expuesto las principales conclusiones. Los jóvenes de entre 15 y 30 se muestran afectados emocionalmente por el coronavirus y la situación socioeconómica derivada, sienten que se les criminaliza desde una visión adultocentrista y tienen miedo a contagiarse, no por las consecuencias de la enfermedad sobre su cuerpo, sino por ser contagiadores hacia sus seres queridos. La culpa, el estrés o la ansiedad son las emociones que más se repiten entre ellos.
Su situación económica, precaria con carácter previo a la pandemia, ha empeorado este 2020: entre los que trabajan, uno de cada cuatro ha perdido su puesto o ha entrado en un ERTE. Del mismo modo, un 29,5% de los encuestados afirman que se les ha reducido el contrato, el sueldo o la jornada laboral. Como consecuencia, el 52,8% de los jóvenes consideran que ha empeorado su situación económica y un 70% creen que retrasará su emancipación. De los que habían abandonado el hogar familiar, un 4% han tenido que regresar.
Para los estudiantes, la pérdida de la presencialidad ha sido un mazazo emocional. Por un lado, por la parte de sociabilidad -un aspecto clave en etapas como la adolescencia-, por otro, por los problemas con la teledocencia: el 71,2% de los jóvenes ha tenido problemas para seguir el curso y el 60% indican que, en caso de nuevo confinamiento, les gustaría tener clases presenciales aunque no fueran diarias. Entre los problemas, predominan la falta de equipos para seguir las clases, así como de un entorno adecuado en el hogar para estudiar o una mala adaptación de los profesores a la enseñanza online. Muchos aseguran que en casa y por su cuenta tienen dificultades para concentrarse.
Respecto a la socialización, un 90% afirma que ha cambiado de alguna manera su forma de relacionarse: siete de cada 10 han reducido su círculo de personas con las que se relacionan y un 62,3% han dejado de hacer alguna actividad por seguridad, una cuestión que Domínguez pone en valor ante el discurso de los adultos, que los dibujan como culpables de los contagios. El estudio se ha realizado entre los meses de septiembre y octubre con una muestra de unas 400 personas distribuidas en diferentes distritos de la ciudad, de diversos niveles educativos y con edades comprendidas entre los 15 y 30 años.