Un auténtico polvorín. En esto se ha convertido el grupo municipal del PP en Elche, donde las acusaciones cruzadas, las destituciones, las críticas a los proyectos estrella de la alcaldesa, la tensión permanente y la fractura en el partido se ha convertido en la tónica de los plenos municipales.
Espectáculo constante desde la renuncia -el pasado verano- de la ex edil popular, Cristina Martínez y que ha convertido el gobierno municipal de Elche en otra pesadilla para el president Alberto Fabra. Tanto, que la semana pasada tuvo que trasladarse por la noche a la ciudad la actual coordinadora de organización y consellera de Medio Ambiente e Infraestructuras, Isabel Bonig, junto con el secretario general del PP alicantino, Juan José Zaplana, para intentar poner paz en el gobierno de la tercera ciudad más poblada del País Valenciano.
Un PP descosido
El Partido Popular en Elche se encuentra totalmente descosido. Una fractura en el seno del partido que tiene su origen en las críticas que la entonces edil de sanidad del consistorio, Cristina Martínez, vertió acerca de las carencias en los hospitales de la ciudad ilicitana.
Unas declaraciones que tuvieron la rápida respuesta por parte de la Conselleria de Sanidad: su destitución como directora de Atención Primaria en el departamento de salud que gestiona el Hospital General Universitario de Elche. La decisión desató la ira de Martínez. En el pleno municipal celebrado el mismo día en el que se le cesaba como directora, volvía a denunciar las deficiencias en las instalaciones de Elche. Además, un día después del cese, ocho jefes de unidades básicas de Atención Primaria de la ciudad alicantina dimitían. Un órdago directo a Mercedes Alonso y a la propia Generalitat Valenciana.
Un desafío que terminaba con la renuncia de Martínez al grupo popular, pero que se convertiría en una piedra en el zapato de la alcaldesa. La edil, que había recibido muestras de apoyo de los vecinos de Elche por sus críticas, era una de las figuras políticas claves de la ciudad. Al menos, por vinculación familiar. Martínez es hija del fundador del PP en Elche y del que fue principal valedor para que Alonso fuera alcaldable del PP. Su hermano, Santiago Martínez, es actualmente diputado en el Congreso.
El abandono del grupo municipal popular y el paso al grupo de los no adscritos, dejaba en situación de minoría al PP si la oposición conseguía ponerse de acuerdo. El PP pasaba a tener 13 ediles. La oposición ahora tenía 14 (12 del PSOE, 1 del Partido de Elche y la concejal no adscrita). La nueva situación se reflejó de forma clara con la aprobación de los presupuestos de la ciudad. Alonso tuvo que recurrir a su voto de calidad para sacarlos adelante. Todo, gracias a la abstención del Partido de Elche, que evitó un fracaso mayor de una de las baronesas del PP alicantino.
No obstante, la retirada de una figura que encarnaba una saga tan poderosa en el PP ilicitano abría la caja de pandora en el partido conservador. Manuel Latour, Sebastián Polo y Daniel McEvoy –estos dos últimos tenientes alcaldes- firmaban un manifiesto en contra de las formas de la alcaldesa. Su apoyo en los plenos a Cristina Martínez, aunque con más matices por parte de Latour, confirmaba la fractura en el PP. María José López, edil popular y amiga de Martínez, se ponía también de su lado.
División en el equipo municipal que el entonces teniente alcalde, Sebastián Polo, representó a la perfección con declaraciones como esta: “Me gustaría que en cuestiones muy importantes en este ayuntamiento se llegara a acuerdos. Si no se hace es porque no hay diálogo, ni respeto, ni transparencia, ni voluntad”. Una afirmación que por si no quedaba clara su destinatario, añadía en referencia a la oposición: “Veo que ustedes sí que tienen esa voluntad de llegar a acuerdos”.
Pero, la división interna no solo se ha mostrado en declaraciones. Sino que los cuatro ediles díscolos, se han ausentado tanto del pregón de las fiestas de la ciudad –en la que se pitó a la alcaldesa durante su corto discurso- como de votar el proyecto estrella de Alonso en esta legislatura: el derrumbe y nueva construcción del Mercado Municipal. Ausencias que aunque se intentaron justificar por motivos de salud, mostraba el grado de fractura existente en el PP ilicitano. Situación, que como era previsible, Alonso finalmente intentó arreglar, aunque tarde. El pasado mes de noviembre fueron relevados los dos tenientes alcaldes Sebastián Polo y Daniel McEvoy.
Las acusaciones entre Cristina Martínez y el núcleo de confianza de la alcaldesa, Mercedes Alonso, han sido constantes tras la renuncia de la ex edil de sanidad. Una tensión que se reveló al término del último pleno transcurrido la pasada semana. Alonso declaraba en una entrevista a TeleElxRadio, que estaba soportando amenazas e insultos por parte de Martínez. Y que al finalizar el último pleno, Martínez había accedido al despacho de la alcaldía a increparla.
La edil no adscrita, en cambio, ofrecía otra versión de los hechos. Según ella, solo había acudido a pedirle a Alonso que se apartaran de la pugna política las acusaciones personales, ya que le estaban haciendo mucho daño. Un capítulo más, que ante la división de los populares, obligó a acudir a la Thatcher valenciana a Elche para poner paz en la formación. Hecho que Fabra confirmó, afirmando que “Bonig ha ido para poner las cosas en su sitio”.
La caída de la “dama d’Elx”
El polvorín en el que vive instalado el PP ilicitano ha frustrado las aspiraciones de una de las grandes promesas del PP valenciano. Con buenos padrinos en Madrid –el hermano de Vicente Pujalte es uno de los hombres de confianza de la alcaldesa- y con la bendición del entonces mano derecha de Alberto Fabra, Serafín Castellano, a principios de este año su nombre comenzaba a aparecer en las quinielas de posibles candidatos a liderar el PP alicantino e incluso algo más. Hace dos años ya estuvo a punto de disputarle la presidencia del PP en Alicante a Ciscar.
Gozaba con la vitola de haber sido la mujer capaz de haber arrebatado la alcaldía de la cuarta ciudad más importante del País Valenciano al PSOE, que había gobernado Elche durante 32 años. Tenía buena relación con Rajoy –tras haber sido diputada nacional- y era un referente municipal ante el desgaste –por distintos motivos- de los alcaldes de las tres capitales de provincia y del vicepresidente José Císcar, que tras su paso por la portavocía del Consell había salido trasquilado.
Unas circunstancias que no pasaban desapercibidas en Génova, por lo que empezaron a promocionar a la dama popular de Elche. Anfitriona en el inicio del curso político del PPCV de 2012, ponente en la intermunicipal de abril de 2014 celebrada en Valencia y participante en una conferencia en Madrid junto a la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Su ascenso parecía imparable.
Sin embargo, su suerte se truncó. El estallido de la crisis del PP ilicitano fue su claudicación. Y la escasa presencia de cargos populares en las fiestas de este año lo confirmó. La caída de Castellano, acechado por sus pesadillas cinegéticas, fue otro duro golpe para las aspiraciones de Alonso. Sus métodos poco dialogantes, además, dividían a los empresarios de la ciudad, con lo que su ascenso quedaba truncado y su única opción residía en repetir como alcaldable en Elche. La continuación de la crisis de su partido, parecen cuestionar incluso que repita como candidata. El polvorín popular, del que un día fue escenario de una pelea a golpes entre zaplanistas y campistas , parece no terminar para preocupación de Fabra.