El PSPV-PSOE, Compromís, Podemos y, parcialmente, Ciudadanos han derogado la ley de Señas de Identidad, una norma aprobada en solitario por el PP a dos meses del fin de la pasada legislatura que creó una especie de policía identitaria, el Observatorio de las Señas de Identidad Valencianas, un organismo con capacidad para frustrar la concesión de subvenciones a entidades que no compartieran la definición de valencianidad consagrada por la reglamentación del PP.
Entre otras cosas, esa ley pretendía defender los bous al carrer, las manifestaciones religiosas tradicionales, el Siglo de oro, el Archivo de la Corona de Aragón, las bandas de música, el cant d'estil, la pilota, la gastronomía, la colombicultura, las fiestas populares arraigadas o la lengua valenciana diferenciada radicalmente, sin atender a criterios científicos, de la catalana. La norma no ha durado ni un año.
Los dos partidos del gobierno valenciano (PSOE y Compromís), su apoyo parlamentario (Podemos) y un partido de la Oposición, Ciudadanos (con 7 de sus 13 diputados, los otros seis se abstuvieron) han abolido la ley con criterios bastante parecidos. Las críticas al texto han sido amplias: discrimina entre valencianos buenos y malos, reparte carnés de valencianidad, margina a amplios sectores que no se identifican con determinadas ideas, pretende amparar símbolos ya protegidos por las leyes y, singularmente, por el Estatut d'Autonomía, o simplemente pretende regular como millones de personas deben sentir su tierra, algo imposible de hacer, en palabras de Josep Nadal, diputado de Compromís.
Ciudadanos, que había adelantado su apoyo a la derogación, ha matizado finalmente su postura. Aunque cree que la ley “no protege nada y ofrece una imagen rancia” de la Comunitat Valenciana, casi la mitad de su grupo no ha apoyado la derogación. Una forma de avisar al Consell, y más directamente a Compromís, de que ese partido no secundará el supuesto catalanismo o ánimo de romper España que insistentemente el partido de Albert Rivera atribuye a la coalición valencianista.
Debate agrio con exhibición final de senyeres
El debate parlamentario ha sido áspero, agrio en muchas ocasiones. Jorge Bellver, portavoz del PP en el asunto, reivindicó la validez de la medida y recriminó a todos los grupos, Ciudadanos incluido, un ataque a las señas de identidad valencianas. “Al final, lo que les mueve es su amor a la cuatribarrada”, la bandera catalana, dijo mirando a la bancada de Compromís y recuperando un debate de hace casi 40 años, cuando la crispación dominó la llamada Batalla de Valencia, la discusión en torno a los símbolos (denominación, bandera...) que debían acogerse con el nacimiento de la autonomía.
En señal de protesta, los parlamentarios del PP colgaron senyeres en sus escaños al final del debate. La Ley de Señas de Identidad ya es historia.