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Opinión - Cuando los ciudadanos saben lo que quieres. Por Rosa María Artal

El PP entierra la herencia de Carlos Fabra al apartar a su novia de la política

Carlos Fabra, todopoderoso presidente de la Diputación de Castellón entre 1995 y 2011, está en la cárcel. Su hija Andrea, conocida por el célebre “¡que se jodan!” que pronunció en el Congreso de los Diputados, no repetirá como diputada. Y su eterno vicepresidente en la corporación provincial, Francisco Martínez, abandona la política asediado por sospechas de corrupción.

Ahora, el PP ha decidido dejar caer a la novia de Fabra, Esther Pallardó, que no repetirá ni como concejal en Burriana (Castellón) ni en la diputación provincial, donde ocupaba una de las vicepresidenias. El fabrismo, un verdadero poder en el PP valenciano, ha muerto. El partido ha decidido borrar todo vestigio relacionado con un hombre vinculado a la corrupción.

Pallardó (Vall d´Uixó, Castellón, 1973) ha anunciado en facebook que no tendrá responsabilidades políticas a partir de mayo, con las elecciones municipales y autonómicas. “El PP ha decidido no contar conmigo en las próximas elecciones para el Ayuntamiento de Burriana y Diputación. Quiero agradecer al partido la oportunidad que me ha dado de trabajar en cuerpo y alma por el proyecto y por la provincia”.

Pallardó, periodista, trabajaba en la prensa local antes de ser contratada como directora de comunicación de la Diputación de Castellón. Allí se emparejó con Fabra y, poco después, comenzó su carrera política. Primero, concejal de policía en Burriana y diputada provincial de Relaciones Institucionales y Comunicación. Luego, vicepresidenta de la corporación provincial. Fabra exigió su continuidad cuando decidió abandonar sus cargos en la institución y el partido.

Ahora, el cacique está en prisión, desprestigiado y sin poder alguno en el partido. La laminación de Pallardó es otro clavo en el ataúd, uno de los últimos, del otrora omnímodo fabrismo.