Alberto Fabra quiere recuperar la ofensiva. Tras varios meses de sufrimiento por la pésima situación económica de la Generalitat y, sobre todo, el chapucero y autoritario cierre de Canal 9, el presidente de la Generalitat quiere sacar pecho.
Eso explicaría su comparecencia extraordinaria para arrogarse el mérito de la bajada del paro en la Comunidad Valenciana y el nuevo discurso del número 2 de su partido, Serafín Castellano. El vicesecretario general del PP valenciano, entre ataques al tripartito y al fantasma catalanista, ha proclamado en una entrevista a Efe la preponderancia de su partido, mensaje lanzado repetidamente en las últimas semanas.
Ahora ha ido más lejos. Aunque las encuestas apuntan que el PP no podrá gobernar en solitario –ni casi en coalición con UPyD- tras las elecciones de mayo de 2015, Castellano ha cargado contra sus potenciales socios de gobierno. La mencionada UPyD y la versión local de Ciutadans son partidos “a los que no se conoce ningún proyecto de gobierno”.
“Nuestro escenario actual es seguir revalidando la mayoría absoluta y así hemos hecho las estrategias y seguiremos trabajando”, dice Castellano, poco sutil en sus referencias a sus eventuales aliados en la derecha parlamentaria. “Es evidente que después de años de gobierno y tras una crisis económica tan fuerte hay un desgaste del partido de gobierno como el PP y coyunturalmente salgan partidos a los que no se conoce ningún proyecto que vender”.
Letanía anti-tripartito
Castellano, como hace de forma habitual, demonizó al tripartito, la potencial alianza entre PSPV, Compromís y Esquerra Unida que podría desalojar, veinte años después, al PP de la Generalitat. Es “una amenaza para la Comunitat no para el PPCV”, asegura. Su única meta es “llegar al poder a cualquier precio para derribar al PP”. “Es un puzzle muy difícil de encajar, con programas políticos totalmente contradictorios y políticas muy radicales que lo único que generarían es inestabilidad y retroceso”, dice el número 2 del PP.
En otros ámbitos, sin embargo, se cree que el tripartito radical podría ser el de derechas, ese al que Castellano, contra toda evidencia, parece querer bombardear.