Es la fosa del franquismo más grande del territorio valenciano. “Es esencial encontrar a las familias para hacer las pruebas de ADN y poder identificar al mayor numero de personas”, dice María Navarro, presidenta de la Asociación de Familiares de Víctimas del Franquismo de la Fosa 126 de Paterna (Valencia). La Generalitat Valenciana prepara la licitación de los trabajos de exhumación e identificación de los cuerpos de la mayor fosa común del franquismo en un cementerio valenciano, que alberga, aproximadamente, 243 republicanos fusilados en la posguerra.
Mientras, la asociación de familiares, en paralelo a la de la fosa 21, sigue con el trabajo de localización de descendientes de las víctimas. “Ya tenemos localizados a familiares de 63 víctimas”, apunta Navarro. [La lista de fusilados en la fosa 126 figura al final de esta información y los descendientes pueden ponerse en contacto mediante correo electrónico: familiarsfossa126paterna@gmail.com].
La asociación nació hace un par de años con el ánimo de seguir la estela de otras exhumaciones anteriores en el cementerio de Paterna. La presidenta busca el cuerpo de su abuelo, el concejal comunista en Picanya José Navarro Ángel. El abuelo de María Navarro fue detenido el 8 de abril de 1939, encarcelado en la prisión de El Puig y después en la de Sant Miquel dels Reis. El 12 de septiembre de 1940 fue fusilado y tirado a la fosa del cementerio de Paterna. “A los dos años del fusilamiento, a mi abuela le llega una carta de indulto pero ya no sirvió de nada. La tortura llegaba hasta fines inusitados, me imagino el impacto de mi abuela cuando a los 30 y tantos le asesinan al marido”, cuenta la presidenta de la asociación. Ahora cada vez ve más cercana la añorada posibilidad de enterrarlos juntos.
A la fosa fueron parar cinco sacas distintas: “Hay días que se asesinaban a 33, 44 o 66 personas, es espeluznante imaginarte ese momento”, señala Navarro. “Ahora lo llevo mejor pero al principio solo de hablar del tema se me cerraba garganta y solo tenia ganas de llorar”, añade. Los trabajos de la asociación empezaron consultando los datos que figuran en las investigaciones del historiador Vicent Gabarda, el primero que recopiló los nombres de los fusilados por el franquismo en el territorio valenciano.
Los responsables de la asociación han hecho circular la lista de fusilados por Facebook y WhatsApp y así, poco a poco, han ido contactando con descendientes de las víctimas, generalmente de edad avanzada. Varios ayuntamientos, como los de Llíria o Algemesí, colaboraron en la búsqueda. “Con esa poca difusión ya han empezado a aparecer familiares”, indica Navarro.
El contacto con los familiares localizados tiene un fuerte componente emocional. “Me llamó una nieta y me dijo que su madre está entusiasmada, le ha dado una alegría, le contesté en un audio de WhatsApp y tuve que parar por las ganas de llorar que me entraban. Vamos a permitirle que recupere los huesos de su padre”. “Cuanto han sufrido los hijos y las viudas”, lamenta María Navarro, quien recuerda que a “a las viudas las mataron en vida, las abocaron a humillaciones, vejaciones, miseria y hambre”.
Las asociaciones de familiares cuentan, desde hace más bien poco tiempo, con la financiación de la Generalitat Valenciana para la exhumación de las fosas y la identificación de los cuerpos. “Una democracia no puede tener muertos en las fosas, muchos hijos se han muerto con la pena”, critica Navarro. “Es que es el Estado el que tenía que haber hecho todo el trabajo que he hecho yo”, apostilla.
De momento, los miembros de la asociación cruzan los datos del historiador Vicent Gabarda, autor del mítico estudio Els afusellaments al País Valencià, 1938-1956 (Alfons el Magnànim, 1992), con los de otros listados de fusilados porque, con mucha frecuencia, hay pequeños errores en los pocos registros disponibles que dificultan la búsqueda. Hace unos días, la nieta de uno de los fusilados, oriunda de Algemesí, se puso en contacto con María Navarro y le dijo que sospechaba que Ricardo Pous Cifre, uno de los fusilados de la comarca de la Ribera Baixa que figura en la lista, se llamaba en realidad Ricardo Pons Cifre. Era su abuelo, que lleva ocho décadas enterrado en la fosa 126 del cementerio de Paterna.