El PSPV de Ximo Puig está conduciendo desde la centralidad del espectro político valenciano las negociaciones para crear un nuevo gobierno. Y estas negociaciones están teniendo más curvas a derecha e izquierda (y más pronunciadas) de lo que se esperaba fundamentalmente por una cuestión: que los socialistas tengan la presidencia de la Generalitat Valenciana.
Esta situación se debe a diversos resultados contradictorios: el PSPV pilota estas negociaciones pese a haber obtenido sus peores resultados políticos, y los dos partidos con menos diputados (Podemos y Compromís) están condicionando mucho hacia dónde se deben dirigir los pactos. Las opciones són dos: un pacto de izquierdas con el apoyo de Compromís y Podemos, o uno contando con el centro-derecha con Ciudadanos y la complacencia del PP. Y ambos tienen dos peligros: el primero el 'abrazo del oso' y el segundo 'pactar con el diablo'.
El que a priori se vio como el pacto 'natural' PSPV-Compromís-Podemos se ha enquistado por la insistencia de Puig de pedir la presidencia, y no es tema baladí. Mónica Oltra mantiene su aspiración al cargo, a la vez asegura que no es una condición innegociable, pero a su vez Podemos estaría dentro o fuera del Consell dependiendo si Oltra es presidenta o no; además este gesto ha obtenido un guiño de reciprocidad de parte de Oltra afirmando que ve con buenos ojos concurrir conjuntamente Comprmís y Podemos de cara a las eleccione generales.
En esto lógicamente el PSPV ve una pinza, o mejor dicho, un 'abrazo del oso', es decir, un gesto de unión que puede ejercer una presión asfixiante que puede estrujar sus huesos, puesto que los socialistas tienen 23 escaños y Compromís y Podemos 32 (19+13). Esta presión no sería sólo porque desde los sectores más conservadores se continuaría señalando a los socialistas de estar a merced de los 'radicales', sino que el PSPV también tendrá en mente al PASOK, a los socialistas griegos que de ser mayoritarios han pasado a minoritarios; y sin irse más lejos la ciudad de Valencia puede ser un ejemplo, el liderazgo de Compromís en la izquierda es indiscutible (suma más concejales que PSPV y València en Comú). Por ello el mantener la presidencia es también mantener el cargo más alto, la mayor visibilidad y también el intento de demostrar que dirigen el gobierno del cambio. Es decir, entienden que es o presidencia o el camino a la irrelevancia.
Por el otro lado está el pacto con Ciudadanos, el pacto que contendría el peligro de necesitar la complacencia del PP, un pacto mirando hacia la derecha que muchos dentro del PSPV lo ven como 'pactar con el diablo'. Pero Ciudadanos y PP le dan a Ximo Puig la manzana de Blancanieves, no le discuten la presidencia, es toda suya. No obstante el veneno que tiene dentro es doble: Ciudadanos repudia cualquier nacionalismo no español y quiere echarlo de las instituciones a toda costa, en otras palabras, no quiere a Compromís en la alcaldía de Valencia; por su parte el PP le pide a los socialistas que no impidan que las listas más votadas en los ayuntamientos gobiernen, es decir, los 'populares' conservarían las tres capitales de provincia y otras grandes ciudades (València, Alicante, Castellón, Gandia, Elx...).
¿Qué pasaría con este pacto? Tanto Ciudadanos como PP afirman que sería el pacto de la “estabilidad”, pero la gobernabilidad estaría siempre pendiendo de un hilo, de la voluntad de los 'populares' que manejarían la Generalitat y los ayuntamientos como vasos comunicantes para condicionar la política. Por su parte Ciudadanos ha demostrado estar más interesado en quitar el 'cordón sanitario' que la izquierda quería poner sobre el PP para colocarlo sobre Compromís, la lucha contra “el nacionalismo y el independentismo” que ellos encarnan en Compromís en la Comunitat Valenciana, por encima de cambiar las políticas aplicadas por el PP. Y mientras tanto el avance de las elecciones sería una espada de Damocles continua sobre la cabeza del PSPV.
Por lo tanto los socialistas y Ximo Puig se debaten entre intentar amarrar la presidencia de la Generalitat en un pacto de progreso para mostrarse como la opción mayoritaria de izquierdas (siendo esta la única vía para intentar no hundirse más); o por otro lado vender su alma al diablo de la derecha a cambio de tener la presidencia en condiciones muy precarias, durante un tiempo previsiblemente corto y con unas consecuencias que pueden ser definitivamente devastadoras para el PSPV. Pan para hoy y hambre para mañana.