Los excesos sin precedentes cometidos por los últimos gobiernos en la Comunitat Valenciana han hipotecado sobremanera a todos los valencianos, y lo bien cierto, es que no se ha sabido aprovechar las fortalezas de esta comunidad para posicionarla como un territorio generador de riqueza económica y social, sino que, más bien,el interés se ha centrado en el expolio.
El caso de la Comunitat Valenciana es un caso paradigmático de contradicción absoluta: contando con las mejores características como “producto” (territorio, climatología, tejido industrial, agricultura, empresariado, etc.), ha tenido “la mala suerte” de tener los peores gestores para la generación y comunicación de su valor. Esto es, por un lado, se ha desaprovechado y despilfarrado la riqueza del territorio y, por el otro, se ha denostado la marca hasta límites insospechados.
El cambio político sucedido el pasado 24 de mayo ha supuesto una catarsis en el devenir de lo acontecido en estos últimos 20 años. Así, no es abusivo afirmar que, en apenas 20 días de gobierno, el nuevo Consell valenciano, al menos en las intenciones, ha sido capaz de tener más gestos hacia las personas que los que han llevado a cabo los gobiernos de mayorías absolutas del Partido Popular.
Frente a esta imagen de despropósito acumulado, es urgente la aplicación de medidas que fomenten la reactivación de la economía a través del tejido productivo de esta comunidad desde la apuesta por las políticas de innovación como eje estratégico fundamental para el desarrollo económico y la generación de puestos de trabajo.
El tiempo ha evidenciado que, en lugar de haberse trazado una línea de políticas al servicio de la industria, de la economía y de las personas, se optó por un modelo basado en el oportunismo y la administración al servicio del negocio de unos pocos. Los grandes eventos, el folclore y el boato era lo primordial. Y es ahora más que nunca cuando urge la puesta en escena de políticas de apoyo que contribuyan a la dinamización y al estímulo de los diferentes sectores productivos.
Se requiere marcar un rumbo distinto del establecido hasta ahora. Además, se evidencia que la política de recortes y austeridad iniciada por el actual ejecutivo español y secundado por el valenciano en el pasado no ha servido más que para generar un marco de desolación, de fractura y de un aumento de la brecha social entre los menos que cada vez tienen más y entre la mayoría que se ve abocada a mayores cotas de pobreza. Aunque no olvidemos, para algunos nos encontramos en la senda de la recuperación. Sea cierta o no esa senda de la recuperación, lo bien cierto es que el actual Consell tiene la responsabilidad de devolvernos la dignidad a todos los valencianos. Y, para ello, únicamente habrá un camino, el de los hechos.