Desde hace ya un tiempo vienen sonando las trompetas de la recuperación económica, la salida de la crisis y la bajada significativa de la tasa de paro. Ya no se habla de la prima de riesgo, de rescate ni de la deuda. El clima de preocupación institucional parece haber terminado y el optimismo se extiende. España crece. Sin embargo, hay un gran número de personas que miran a los lados con estupor y se preguntan dónde está su parte del pastel.
A ellos nadie les ha invitado a la fiesta de la recuperación. Les sigue costando encontrar y mantener un trabajo, pagar las facturas y ver algún euro ahorrado en su cuenta bancaria. ¿Qué es lo que ocurre? Pues que igual que cuando se hundió el barco solo había botes y chalecos salvavidas para algunos, ahora salvamento marítimo ha empezado a sacar del agua a los que prácticamente ni se mojaron.
Y es que según datos del informe “Una economía para el 99%” de Oxfam Intermón, durante la crisis en España las 3 personas más ricas incrementaron su riqueza un 3% mientras que el 30% más pobre perdió un 30% de su riqueza.
Ahora, “pasada la crisis”, otro informe de la misma institución nos dice que la recuperación económica ha favorecido cuatro veces más a los más ricos que a los más pobres, y que en el último año (entre 2016 y 2017), el 1% más rico capturó el 40% de toda la riqueza creada, mientras que el 50% más pobre apenas consiguió repartirse un 7% de este incremento.
Según la publicación: “Los motivos de este proceso de concentración de rentas en el capital y en sus propietarios son múltiples: la destrucción de puestos de trabajo, particularmente entre las personas más vulnerables y menos cualificadas, y la reducción de la protección por desempleo, han reforzado la capacidad de negociación de los empresarios y directivos a la hora de fijar salarios más bajos para nuevos empleos, quienes han encontrado en la reforma laboral de 2012 una herramienta magnífica para sus intereses, debilitando la negociación colectiva y permitiendo que las empresas se descuelguen de los convenios existentes.”
Y sí señores sí, la riqueza no es como el universo, es finita y por tanto cuanto más se acumule en unas personas menos queda para el resto. El porcentaje de población que vive por debajo del umbral de la pobreza está estadísticamente relacionado con el porcentaje de renta que capturan los más ricos. (Atkinson, T. (2016), Desigualdad. Fondo de Cultura Económica).
“No, pero con el sudor de mi frente y paciencia convertiré este dólar de plata en una gran fortuna”. De acuerdo con un estudio realizado en 2016, la mitad de las grandes fortunas españolas proviene directa o indirectamente de la herencia. Riqueza que en muchos casos ni siquiera paga impuestos gracias a las técnicas de ingeniería fiscal y defraudación. Impuestos que recaen en un 83% en las familias a través del IVA y el IRPF mientras que el impuesto de sociedades aporta un 12% de la recaudación total.
Todo esto forma un cóctel difícil de digerir si eres un trabajador de baja cualificación atascado en la rueda infernal de contratos basura. Soluciones hay y, como siempre, pasan por unirse y protestar. Sería necesario subir el salario mínimo, exigir escalas salariales justas dentro de las empresas, evitar que las administraciones contraten empresas con actividad en paraísos fiscales y, sobre todo, dejando de creer en cuentos de que el sistema genera igualdad de oportunidades y cambiarlo puede amenazar los intereses de los más perjudicados.