El empleo (de calidad) por bandera

Desde cualquier sensibilidad personal o afinidad ideológica podemos coincidir en que durante muchos años a los valencianos nos lastró venir de un desencuentro. De un desencuentro alimentado por la utilización de las instituciones en la búsqueda de beneficios personales, de partido o simplemente como ariete para dividir a los valencianos y valencianas entre buenos y malos.

Venimos de ese desencuentro y de sus consecuencias. Y ahora tenemos el riesgo de que vuelvan a contaminar la atmósfera de desencuentros insalvables, de polarizaciones improductivas, de conflictos identitarios estériles. Corremos el riesgo de que lo importante, que para una ciudad es hoy combatir las desigualdades en la nueva economía, procurar que vivir en la ciudad sea un derecho y no un privilegio o conseguir aliar el progreso tecnológico con la sostenibilidad, quede relegado a lo accesorio del debate.

Esta misma semana tuve la oportunidad de clausurar en mi propia facultad, en la facultad de economía de la Universitat de València, el foro de empleo y recordé como sin esos puentes que reducen el abismo entre la formación y el trabajo las perspectivas para muchas personas jóvenes habrían sido más complicadas de lo que ya fue convivir con la peor crisis, en el peor momento. Y, este puente necesario me hizo reflexionar sobre todos los puentes necesarios que pueden quedar atrás si dejamos que triunfe la crispación.

Sobre la necesidad de espacios de encuentro, de encuentro nunca entendido como uniformidad sino como la capacidad de situar las prioridades en el centro de la escena. Y entre todas las prioridades, dar la oportunidad de encontrar un empleo de calidad a quienes aún no han tenido su oportunidad en esta poscrisis y a quienes sufren la precariedad laboral.  

Porque si fundamentalmente el esfuerzo de trabajadores y empresarios ha permitido València sea la ciudad que más empleo ha creado esta legislatura, ha habido también un esfuerzo público. Donde no había política de empleo hoy València Activa ha tenido participación en uno de cada tres empleos generados en la ciudad. O si antes de esta legislatura existía un solo centro de orientación laboral, al finalizar 2019 serán catorce. Donde no había planes de empleo ahora se ha contratado a casi 1000 jóvenes de 30 años y 600 mayores de 30 desempleados.

Reitero que crear el empleo no es mérito exclusivo, ni principal de la política, pero sin una política que se centre en lo importante es mucho más difícil. De hecho, deberíamos desconfiar de los políticos que prometen cifras concretas de empleo durante las campañas, pero desconfiar más si cabe de aquellos que ni siquiera hablan del tema.

Porque no hay actuación más concreta que poder ofrecer un empleo en condiciones dignas para afrontar el futuro con esperanza y vivir el presente de la mejor forma posible. Y apliquémonos en lo fundamental porque la desesperanza es un arma de destrucción masiva de la democracia.

Tendamos los puentes para hacerlo, porque frente a los que muestran un futuro distópico, somos más los que como hizo Max Aub reivindicamos el optimismo. El siglo XXI, que en 2019 es aún un siglo por conquistar, es el de las personas, el de las ideas, el del talento. Y el talento no tiene límites. No entiende de barrios, ni de códigos postales; se distribuye igual entre todas las clases sociales. Entre mujeres y hombres, entre quienes nacemos en una familia trabajadora y quienes nacer en una familia acomodada. València no tiene que tener límites.

Por eso, debemos seguir trabajando para lograr que cada generación nos haga más iguales. Y esto lo conseguiremos con un ayuntamiento emprendedor, alejado de los conflictos y centrado en lo importante. Un ayuntamiento que tenga por bandera la creación de empleo de calidad y la igualdad de oportunidades.

Sandra Gómez es portavoz del PSPV-PSOE en el Ayuntamiento de Valencia y candidata a la alcaldía