Un estudio del CSIC y la Politécnica de Valencia apunta que menos mujeres en altos puestos de investigación empeora la transmisión de conocimientos

Laura Martínez

1 de noviembre de 2020 23:05 h

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La exclusión de las mujeres en el ámbito investigador afecta negativamente a los trabajos. Un equipo de investigadores de la Universitat Politécnica de Valencia y el CSIC ha investigado el componente de género en las redes de investigación científica, fundamentales para ampliar conocimientos y relacionar investigaciones. El estudio se ha llevado a cabo en el ámbito concreto de la biomedicina, donde detectan que las investigadoras forman redes de colaboración profesional más diversas y ocupan con mayor frecuencia posiciones de intermediación respecto a sus homólogos varones y ha sido publicado en la revista científica Plos One.

El equipo lo conforman Adrián A. Díaz Faes, Paula Otero y Pablo D’Este, investigadores del Instituto de Gestión de la Innovación y del Conocimiento (INGENIO), centro mixto de la Universitat Politècnica de València (UPV) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), junto con Müge Ozman, investigadora del Institut Mines-Telecom Business School en Francia. Otero ya participó en un proyecto conjunto con e CSIC sobre brecha de género en las investigaciones, presentado por el Ministerio de Ciencia y Universidades el pasado enero.

De forma global, indican, pocos profesionales rompen las barreras y se relacionan con otros campos. “Nuestros resultados sugieren que las mujeres tienen más probabilidades de acceder a conocimientos no redundantes y perspectivas de investigación más ricas a través de sus roles intermediarios en el flujo de conocimientos. Esta investigación sugiere la necesidad de análisis de género y redes que vayan más allá de un enfoque de género a género” -centrado únicamente en el género de los actores que forman parte de la red-, indica el documento que analiza los resultados. Las investigadoras, indican, “acostumbran a crear vínculos con individuos de diferentes organizaciones y comunidades profesionales y, en consecuencia, tienen una mayor probabilidad de acceder a perspectivas de investigación más diversas y complementarias”, expresan.

Otero, investigadora especializada en género, explica a elDiario.es que los estereotipos de género también afectan a la composición de equipos y condicionan algunas decisiones: “Tendemos a sentirnos más cercanos a quienes se nos parecen (homofilia) y los hombres tienden a elegir más a hombres” Sin embargo, “las mujeres también tienden a elegir más mujeres, pero en menor medida porque ser mujer no implica haberse deshecho de todas las visiones negativas que afectan al posible desempeño en puestos de poder de las mujeres”. Sus consideraciones, matiza, van más allá de este estudio concreto.

“A pesar de los importantes beneficios que la formación de redes profesionalmente más diversas puede conllevar para el avance de la investigación biomédica, el menor número de mujeres en puestos de toma de decisiones, en posiciones de alto rango y su posición periférica en muchas áreas de investigación, puede afectar negativamente a la integración y coordinación de redes de colaboración heterogéneas”, continua el informe.

¿Por qué es importante la composición de las redes profesionales? Porque una composición más diversa contribuye a una mayor pluralidad de perspectivas, fomenta la creatividad y facilita la divulgación y la transmisión de los avances derivados de la actividad científica, consideran. “El acceso al conocimiento relevante y la efectividad de la investigación también están influenciados por un mecanismo alternativo, el grado de apertura / cierre de la red de investigación. La literatura de la red considera que los intermediarios -brokers- son fundamentales para reducir las barreras a la colaboración y traducir los descubrimientos de la investigación en aplicaciones prácticas”, apunta el estudio.

El estudio destaca algunas diferencias en la forma en que hombres y mujeres perciben las barreras a la colaboración científica: “Los hombres expresan más frustración por condiciones externas como la falta de recursos para la colaboración, mientras que las mujeres tienden a culpar a su incapacidad para colaborar”. Estas, a su vez, tienden a buscar soluciones alternativas y crear dinámicas más igualitarias, sin componente esencialista, sino basado en los roles de género y las expectativas sociales.

El trabajo se ha obtenido mediante el análisis de más de 900 encuestas a investigadores e investigadoras pertenecientes a los Centros de Investigación Biomédica en Red (CIBER) y contribuye a la investigación en cuanto a roles de género en el ámbito científico. Los investigadores se muestran cautos respecto a la generalización de estos resultados a otros contextos científicos, pero consideran pertinente tener en cuenta la evidencia presentada a la hora de promover la participación de las mujeres en actividades de investigación traslacional. “En contextos de desigualdad de género, las redes de investigación establecidas por mujeres científicas podrían ayudar a contrarrestar muchos desequilibrios de género mediante la formación de patrones de redes distintivos que interrumpen las prácticas rutinarias y crean nuevas oportunidades”, indica el estudio. “Las políticas científicas deben tener en cuenta el distinto desempeño por género relacionado con la formación de redes, en el fomento de la participación de las mujeres en actividades de investigación traslacional”, añaden. Sobre las medidas de corrección, recelan algo de las cuotas en investigación -hay modelos que tienen su validez por comprobar- pero, exponen, sería necesaria más transparencia en los procesos o procesos ciegos y animan a profundizar en esta línea de investigación.