Desde el fatídico 29 de octubre, centenares de personas se quedaron sin establecimientos cercanos para poder cubrir sus necesidades básicas. Esta situación de extrema gravedad, especialmente para los colectivos más vulnerables, como los niños y las personas más mayores, impulsó la creación de un grupo de Whatsapp de cinco chefs dispuestas a echar una mano a València.
Melissa Herrera, Carlota Bonder, Ana Esparcia, Laura Miranda y María Álvarez dejaron atrás sus ciudades y juntaron sus fuerzas para montar un equipo improvisado ante la falta de actuaciones por parte de las instituciones. Con suerte, Miguel, un amigo chef que reside en la capital del Túria les consiguió el espacio del Estadio del Levante, primer centro de operaciones del que salieron casi 20.000 raciones de comida. Desde el equipo, confiesan que cada plato que elaboran es “un acto de amor, esperanza y acompañamiento, y que en los momentos más oscuros, la solidaridad puede iluminar el camino”.
Su “esencia”, como comentan a este diario, es ir puerta por puerta entregando los tuppers etiquetados dependiendo de las opciones alimenticias de cada damnificado: “Incluimos en los menús alternativas sin gluten y veganas. Además tenemos en cuenta a los más mayores, con cremas, y a los más pequeños, con comidas más divertidas para que los platos supongan una grata sorpresa”, explican.
Tras esa primera puesta en escena, tuvieron la oportunidad de dar el salto a Fira València, una instalación que les permite albergar grandes toneladas de donaciones. Desde el pasado 8 de noviembre, más de 50 voluntarios participan diariamente con las chefs en la preparación de la comida en este espacio. Aseguran que gracias a la ayuda del voluntariado han llegado a “repartir en una sola jornada 20.000 raciones en más de 15 municipios afectados” y que la cifra total de entregas asciende a 500.000 platos desde la primera semana de la DANA.
Maquinaria de la distribución
El equipo de las chefs manifiesta que todos los ingredientes empleados en cada preparación son “donaciones de particulares, empresas y proveedores locales que se suman y quieren aportar su granito de arroz”. Sin embargo, inisten en que los donativos, especialmente de productos frescos, están descendiendo significativamente: “Tenemos que estar superando obstáculos para continuar ayudando a las personas afectadas”.
Para organizar el tiempo y los recursos, primero clasifican y almacenan todo aquello que van recibiendo en un inventario, para luego ponerse manos a la obra en la preparación de platos, tanto calientes como fríos. Tras esos primeros pasos, los táperes se distibuyen a través de conductores voluntarios “asegurándose que lleguen calientes”. A ello, destacan que también disponen de una área administrativa que los guía en la coordinación de la gestión, así como en la de los “voluntarios y donaciones, asegurando transparencia y eficiencia en todo el proceso”.
Y es que para las cinco impulsoras de este proyecto no ha sido nada fácil continuar con su labor de servicio a la ciudadanía. Cada mañana es una aventura para ellas: un periplo constante en el que tienen que buscarse un lugar para alojarse y reponer fuerzas. Dicen que nunca desconectan de Chefs Solidarios, ya sea cocinando -desde bien temprano- y preparando pedidos, como también gestionando las donaciones hasta llegar al reparto en cada localidad asolada por la riada. “Hemos estado en casa de voluntarios, alguna noche de hotel, otras en algún piso con suerte de coger sofá. Vamos sobre la marcha y con la mochila siempre encima”, aseveran. Preguntados sobre si han recibido algún tipo de interés por parte de las instituciones, las chefs confirman que están abiertos a cualquier tipo de ayuda, pero que de momento “solo han colaborado con empresas y particulares, y con el Levante U.D.”.