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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La independencia monetaria

El planteamiento de una secesión además de las razones sentimentales, políticas, de la teórica legitimidad que la fundamenta, tiene que afrontar y resolver ab initio, entre otras muchas cuestiones críticas, el modelo económico a partir del cual se organiza ese nuevo país independiente.

Dejando a un lado valoraciones de carácter político y sentimientos, la actual situación en Cataluña nos proporciona un excelente marco teórico para plantearnos los diferentes escenarios y posibles soluciones que podría adoptar un nuevo país independiente para resolver una cuestión crítica para su economía: su moneda y su sistema cambiario.

El tipo de cambio es mucho más que la expresión de una moneda en términos o unidades de otra, es, como dijo Paul Volcker,antiguo gobernador de la FED, “el precio más importante de una economía”.

Tiene una influencia directa en el precio final de los bienes y servicios producidos en un país respecto a los producidos en el resto y, de la misma forma, afecta al precio de los activos y pasivos denominados en una moneda en relación con otra.

En suma, el tipo de cambio es determinante en la competitividad de un país y trascedente para su economía. Si no fuera así, hoy, en 2017, no estaríamos hablando aún y por enésima vez de guerra de divisas entre las grandes economías internacionales.

Pero volviendo a España, y para situar al lector, partimos de una hipótesis distinta a la que representó la Declaración Unilateral de Independencia (DUI), pues en nuestro contexto de análisis esta situación notieneninguna trascendencia a efectos de la permanencia de Cataluña en la UE, por no estar reconocida.

Nos situamos, pues, en un escenario en el que Cataluña consiguiera una independencia real y efectiva, esto es, el reconocimiento como un país independiente a España.

Independencia real implicaría una salida de la Unión Europea, siendo este uno de los principales riesgos que, a mi juicio, han contribuido al exit de los dos grandes bancos catalanes. Este contexto, a partir de aquí, se daría por tanto la salida de la Unión Monetaria y del Euro.

Estamos en el enunciado del problema: la necesidad de adopción de un nuevo régimen cambiario y de una nueva moneda.

En este punto convieneprecisarqueen el marco actual del Sistema Monetario Internacional regido por el Fondo Monetario Internacional (FMI), existe libertad de elección del régimen cambiario como así determina el articulo IV – sección 2 de su Convenio Constitutivo que, recordemos, tiene rango de tratado internacional.

El propio FMI, en el artículo citado, nos define las alternativas de regímenes cambiarios posibles a partir del Sistema Monetario Internacional redefinido en 1976, poniendo fin al patrón Oro.

  1. mantenimiento del valor de la moneda de un país en derechos especiales de giro u otro denominador que no sea el oro.
  2. mantenimiento del valor de la moneda de un país en relación con el valor de la moneda de otro país o países.
  3. otro régimen de cambios a elección del país que lo adopte.

Estas alternativas se traducen en la realidad de los mercados en tres grandes sistemas de tipos de cambio:

Fijos; donde la paridad se fija de manera irrevocable con respecto a otra moneda denominada ancla y que generalmente suele ser la de un país “de referencia”. El USD para muchas economías latinoamericanas o nuestra Unión Monetaria con el Euro, son dos buenos ejemplos de este tipo de sistemas.

Adicionalmente a estos fijos puros o hard pegs, nos encontramos los llamados Semi-Fijos, ajustables o de paridades (así los refiere el FMI en su sección 4 del Convenio Constitutivo) donde la paridad es fija, pero admite ciertos márgenes de tolerancia a los que se denominan bandas de fluctuación. El antiguo Sistema Monetario Europeo, con el ECU como moneda de referencia, es un buen ejemplo de este tipo de soluciones cambiarias.

Finalmente, nos encontramos con los sistemas Flexibles donde la fijación del tipo de cambio se deja en manos de las fuerzas del mercado: oferta y demanda. Este es el sistema que prevalece en la cotización de las monedas principales del mercado de divisas.

Pues bien, asumiendo que esa nueva Cataluña fuera miembro del FMI, y gozara por tanto de esa libre capacidad de elección; lo lógico es pensar que optara por continuar con el Euro como moneda, pues todos los flujos comerciales, así como los activos y pasivos de la economía preexistente a esta hipotética independenciaestarían denominados en Euros.

Para continuar con el Euro, en este escenario de economía-ficción, Cataluñatendría 3 posibles vías cuyo acceso o consecución planteamos a continuación:

Por el camino largo: entendiendo como tal aquel que conlleva una negociación política que afecta a toda la Unión Europea de la que, es obvio recordar, España sigue formando parte:

  1. Ingresar como miembro de la Unión Europea y cumplir los criterios de convergencia previstos en el art.º 140 del Tratado de la UE para ingresar en la Unión Monetaria.
  2. Acuerdo monetario con la UniónEuropea que le permitiría la adopción del Euro como moneda oficial e incluso la emisión de moneda: solución adoptada por países como Andorra, Mónaco, Vaticano y San Marino.

Si bien es cierto que, como apuntan las primeras valoraciones jurídicas, mientras que el ingreso en la UE requiere unanimidad de todos los miembros, el acuerdo monetario, no la precisa; en mi opinión, ambas vías se presentan como soluciones no inmediatas y obligarían a tener que tomar una solución, cuando menos temporal o transitoria, en tanto se consigue alguna de las dos anteriormente citadas.

Por el camino corto: entendiendo como tal aquel que no requiere acuerdo, ya que solo depende de una decisión unilateral que, en este caso, vendría dada por la simple e inmediata decisión de Cataluña de adoptar el Euro como moneda oficial, si bien, al carecer del respaldo de la UE, requeriría que el nuevo paístuviera que adquirir los Euros en los mercados.

Esta es la solución adoptada por Kosovo y Montenegro.

Pero… ¿son estas las únicas soluciones o alternativas que podría plantearse una hipotética Cataluña independiente?

Sobre el papel, no.

Como ya hemos visto; Cataluña podría plantearse la utilización de otra moneda, mirando más allá del Euro; pensemos por ejemplo en el Dólar Americano o la Libra Esterlina.

En ambos casos, salvo acuerdo monetario con la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra, bajo las mismas hipótesis de razonamiento, tendría que comprar ambas divisas en el mercado y contar con la colaboración de bancos con un acceso a la financiación en ambas divisas, es decir, bancos con un perfil internacional, no bastaría solamente acceso al mercado del Euro.

Además, estas opciones tendrían que valorarse teniendo en cuenta los innumerables riesgos que para su economía tendría la redenominación a la nueva moneda de activos y pasivos, las posibilidades de endeudamiento del nuevo estado en esas monedas y, fundamentalmente, la generación de flujos (balanza de pagos).

Para terminar el análisis de los posibles escenarios,no podemos dejar de lado la opción de la criptomoneda.

De hecho, ya hay una iniciativa-denominada Catcoin y creada en 2015-, que podría cumplir las funciones decriptomoneda soberana catalana en este conjunto de escenarios hipotéticos.

Ahora bien, en el contexto de análisis de este articulo tenemos que considerar dos aspectos muy relevantes en relación con su posible utilización como moneda central del sistema: su emisor y su convertibilidad como medio de pago.

Su emisor presumiblemente sería un eventual Banco Central de Cataluña, institución que obviamente tendría que crearse a raíz de esa hipotética independencia.

La convertibilidad hay que contemplarla en un doble ámbito: interno y externo.

El interno podría ser perfectamente gestionado y solucionado por el gobierno y el banco central de Cataluña, sustituyendo la utilización del dinero en efectivo por la criptomoneda.

Esta vía, además de ser perfectamente posible es, en mi opinión, uno de los colaterales positivos que tiene la introducción de las criptomonedas en el actual sistema financiero.

Hay ya interesantes iniciativas en esta misma línea en sistemas financieros tan dispares como el japonés (JCoin) y el de Ecuador (Sistema Dinero Electrónico).

El externo es más complejo porque requeriría que el Catcoin, esa teórica moneda virtual soberana, se aceptara como criptomoneda de pago en las transacciones internacionales que los agentes económicos de Cataluña hicieran con el exterior y aquí, presumo, el tema se complica.

Por un lado, es en este terreno donde adquiere una tremenda relevancia el emisor, dicho en términos más coloquiales, el respaldo de quien está detrás y, por tanto, quien asegura la liquidez, siendo ésta la cuestión clave, a mi juicio, no solo del Catcoin, sino de las criptomonedas en general.

Por otro y enlazando con lo anterior, el hecho de que el propio mercado actual de criptomonedas sea un mercado en pleno desarrollo, pequeño en relación con las cifras del comercio mundial, aún con muchos interrogantes regulatorios, y donde hay que hacerse hueco entre muchos y ya bien posicionados players.

Con todo, el aquí presentado es un ensayo de economía-ficción, y la evidencia jurídica nos muestra que, en atención al marco jurídico en vigor, la efectividad de la DUI es inviable.

El planteamiento de una secesión además de las razones sentimentales, políticas, de la teórica legitimidad que la fundamenta, tiene que afrontar y resolver ab initio, entre otras muchas cuestiones críticas, el modelo económico a partir del cual se organiza ese nuevo país independiente.

Dejando a un lado valoraciones de carácter político y sentimientos, la actual situación en Cataluña nos proporciona un excelente marco teórico para plantearnos los diferentes escenarios y posibles soluciones que podría adoptar un nuevo país independiente para resolver una cuestión crítica para su economía: su moneda y su sistema cambiario.