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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Sonreír

India es el cuarto peor país del mundo para nacer mujer. Hasta hace unas décadas las mujeres tenían incluso prohibido hablar entre ellas, pero ellas, más inteligentes que sus opresores, cantaban mientras lavaban las ropas para comunicarse. Afortunadamente hoy la situación ha cambiado por completo, pero queda mucho por hacer.

Esta mañana he vivido uno de los momentos más emocionantes de mi carrera política. Ver la cara de niños y niñas que nos recibían en su escuela es algo que me ha conmovido y nunca podré olvidar. La educación es la pieza fundamental del desarrollo de un país. En India, donde las niñas son casadas a los 15 años, es aún más necesario asegurar que permanezcan en la escuela hasta completar su educación. Los niños y las niñas nos explicaban cómo antes estudiaban debajo de un árbol y hoy gracias a la nueva escuela podrán tener un espacio cerrado para poder tener un futuro.

Un espacio cerrado y confortable, algo que a nosotros nos parece superado, que no está dentro de nuestros problemas, para ellos es un lujo que no está al alcance de no todos. Aulas de 50 metros cuadrados donde estudian hacinados más de 40 niños y niñas. Viviendas construidas con cañas y palos donde se cocina, duerme y vive en el mismo espacio de apenas 20 metros cuadrados, o un contenedor donde una joven viuda vive gracias a pagar un alquiler. Espacios de supervivencia. Espacios de vida sin vida.

Hoy en India gracias a la colaboración de personas anónimas, empresas e instituciones públicas, la Fundación Vicente Ferrer construye casas con un dormitorio y una estancia cocina para dotar de dignidad a personas cuyo gran problema ha sido nacer en un país pobre. Viviendas que son cedidas a las familias y donde la propiedad pasa a ser de las mujeres, como una política clara de empoderarlas y hacerlas protagonistas de su presente y futuro. Todos necesitamos una vivienda digna para construir nuestras vidas. Un espacio que configure nuestro hogar, la base de nuestro proyecto de vida.

Vivienda y educación. Presente y futuro. Dos elementos imprescindibles para poder avanzar, para poder tener una oportunidad de vida y desarrollo personal. Escuelas donde no sólo se aprenden competencias sino además valores como la solidaridad. Gentes que conviven unidas para salir de esa pobreza que no han elegido.

Porque ser pobre no se elige en la India, sino que te viene impuesto al nacer y, día a día, luchas para salir de esa situación con una sonrisa en la boca. Les han negado la riqueza material, pero les han otorgado el don de la sonrisa como las que hoy nos recibían a un grupo de valencianos y madrileñas que, con toda la humildad que nos cabe, las recibíamos como un regalo que ha llegado directo a nuestro corazón.

* Federico Buyolo es director general de Cooperación y Solidaridad de la Generalitat Valenciana