Ni cien días ni cien horas de margen. Joan Ribó, el primer alcalde progresista de Valencia desde 1991, ya sabe que el PP hará oposición de forma implacable y agresiva. Su antecesora en el cargo, Rita Barberá, tiene un pésimo concepto de él. Le acusa de pertenecer a la izquierda más radical.
Y en línea con ella, su partido ataca al líder local de Compromís por tierra, mar y aire. Un asesor de Barberá en el ayuntamiento le acusó, falsamente, de retirar una bandera de España en el puerto de Valencia. Un senador se equivocó al acusarle de infringir la ley por ir en bicicleta sin casco, algo legal para los mayores de 16 años.
Y decenas de militantes del partido han difundido la imagen de Ribó montándose en el coche oficial el miércoles, cinco días después de su proclamación. Poco importa que Ribó haya anunciado la venta de uno de los Audi 8 que estaban al servicio de Barberá y que se desplazara en un más modesto Ford Mondeo, un “coche fabricado en Valencia”, ha dicho.
Jorge Bellver, portavoz del PP en el parlamento valenciano, Isabel Bonig, coordinadora del partido o Asunción Sánchez Zaplana, exconsellera y concejal en Alicante, acusaron vía twitter, velada o directamente, de demagogia o hipocresía al alcalde.
Un cargo del PP niega una maniobra orquestada vía argumentario. “Esto es política. A nosotros se nos ha atacado sin piedad y es justo e incluso necesario que denunciemos la doble cara de Ribó. Otra cosa sería faltar a nuestra obligación”.