El clima, los precios o el idioma son algunas de las razones que han convertido a España en el país europeo que más erasmus recibe. La ciudad de Valencia no se queda atrás y sus dos universidades públicas llevan años en el top 10 de universidades con más estudiantes erasmus, además de atraer también a un gran número de estudiantes de fuera de Europa. Luca Manzoni, estudiante de arquitectura de Milán, reconoce que eligió a Valencia entre otras ciudades españolas por su tamaño. “Podría haber elegido Barcelona o Madrid, pero Valencia me gustaba porque no es demasiado grande ni demasiado pequeña, no tienes que estar siempre cogiendo metro o vivir fuera de la ciudad”, asegura.
El tamaño, el buen clima de la ciudad, el precio del alquiler o el prestigio de sus universidades son algunas de las razones por las que el brasileño Augusto Temponi, estudiante de ingeniería ambiental, y la francesa Lily Bouchez, estudiante de arquitectura, aseguran haberse decantado por Valencia tras haber elegido España. “Elegí primero España porque en las energías renovables el país está muy bien, luego escogí Valencia y ahora estoy muy contento”, asegura Augusto. “Yo tengo orígenes españoles y para mi era un sueño poder aprender español, vivir en este país y conocerlo mejor”, añade Lily, que eligió la Universitat Politècnica porque “había oído hablar bien de ella y había oído que tiene un gran ambiente internacional”.
Los tres estudiantes llevan desde septiembre en Valencia y aseguran que sus partes favoritas de la ciudad son el Parque del Túria, el centro histórico, la zona universitaria, el Cedro o Ruzafa. También reconocen que la ciudad les sorprendió cuando llegaron. “Yo creía que Valencia sería toda una ciudad más moderna, que no tendría ese centro histórico, porque en Brasil no hay centros históricos así y yo creía que en Europa no todas las ciudades tendrían ese centro histórico”, asegura Augusto, que además considera que los valencianos son bastante parecidos a los brasileños. “Yo tenía la impresión de que Valencia sería más pintoresca, más cómo un pueblo español que como una ciudad, y me sorprendieron las calles tan anchas y que los barrios fuesen tan diferentes entre si”, añade Lily.
La universidad española, más “cercana”
Durante este tiempo los estudiantes también reconocen que han observado muchas diferencias respecto a sus universidades de origen. De la universidad española les sorprende la relación cercana entre profesores y alumnos, una relación más “abierta” que para ellos es “positiva”. Para Augusto la estructura de la UPV es “muy buena” y valora la cantidad de contenidos prácticos: “En Brasil no hay tantas asignaturas prácticas, pero también es verdad que en Brasil los alumnos en general estudian y hacen prácticas en empresa al mismo tiempo desde que se empieza la carrera. Aquí casi nadie hace prácticas hasta el último año”, asegura.
Lily también valora de forma positiva la universidad española, pero considera que algunos aspectos de su carrera podrían mejorarse. “Algunos proyectos que hacemos en arquitectura están un poco anticuados. Durante el aprendizaje de los arquitectos no se habla mucho del factor social, de sostenibilidad o de la integración de las construcciones en la ciudad y en sus contextos, factores que en países como Suecia ya se tenían en cuenta hace 30 años, y que aquí solo se estudian como asignatura optativa”, asegura Lily, que no obstante cree que los estudiantes españoles están más implicados en querer cambiar las cosas dentro de la universidad y que estudian muy duro. “El nivel es bastante fuerte”, asegura.
A Luca le sorprende que en el sistema español los exámenes se concentren al final de cada semestre. “En Italia tienes cinco fechas diferentes cada curso para hacer el examen de una asignatura, y como todo el mundo quiere obtener la máxima nota muchas veces estudias un mes solo para una asignatura. La nota es importante para el curriculum y aunque apruebes si no tienes una buena nota la rechazas”, asegura Luca, que opina que en España es fácil aprobar pero muy difícil sacar un 8, un 9 o un 10, sobre todo por el hecho de que los exámenes estén tan concentrados.
Sobre la recepción de los estudiantes de intercambio internacionales, los tres se declaran satisfechos con la organización de la UPV. “Antes de llegar me asignaron un mentor que me ha ayudado a elegir las asignaturas, a ver cómo funciona el sistema, a ayudarme con mis cosas administrativas”, asegura Lily. “Creo que la UPV está muy preparada para recibir estudiantes”, asegura Augusto.
El Erasmus: “una oportunidad personal y profesional”
Cada vez hay más estudiantes como Lily, Luca o Augusto que deciden cursar parte de sus estudios en otro país. Una tendencia al alza que tiene efectos “muy positivos profesional y personalmente” según los tres estudiantes. “Ahora ya sabemos hablar otro idioma y creo que incluso ahora sería más fácil aprender otro más. Además en el Erasmus he encontrado personas muy diferentes que me han hecho abrir mi mente y no tener solo un hilo director”, asegura Lily, que también reconoce que el Erasmus ha despertado su “conciencia europea”. “Ahora me importaría menos trabajar en el futuro en otro país de Europa y me he dado cuenta de que tenemos muchas cosas en común”, asegura.
“El Erasmus te hace más fuerte. Nosotros los italianos estamos acostumbrados a vivir mucho con los padres y ahora salir otra vez a otro país europeo me importaría menos”, asegura Luca, que considera que el Erasmus en Valencia aumentará sus posibilidades de encontrar un puesto de trabajo cuando termine sus estudios, aunque no en España. “Me gustaría trabajar aquí, pero siendo arquitecto y con la crisis no creo que sea un buen lugar para trabajar”, afirma el italiano.
Por su parte Augusto también valora las oportunidades profesionales de haber estudiado en España: “Aquí en España y en Europa puedo ver como estáis más avanzados en energía renovable que en Sudamérica, y estoy aprovechando para ir a muchos congresos. En las clases puedo observar muchas cosas que se hacen hoy aquí y que en Brasil se van a hacer en los próximos 20 años” asegura.