Radiografía de la riada que dejó 81 muertos en la València de 1957
Hasta 5 metros de agua en algunas calles y un pico de caudal en el río Turia de 3.700 metros cúbicos por segundo que provocaron un total de 81 muertos son las cifras sobresalientes de la riada que afectó la ciudad de València en los días 13 y 14 de octubre de 1957. Este episodio que permanece en la memoria de los valencianos ha sido estudiado por un equipo de investigadores del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universitat Politècnica de València (IIAMA-UPV), trabajo cuyos resultados publicará el próximo número de la revista Ingeniería del Agua.
Las lluvias empezaron el 11 de octubre de aquel otoño, y se fueron intensificando inexorablemente. El riesgo inminente de desbordamiento del río Turia, que entonces atravesaba la ciudad de Valencia, provocó que, a las 23 horas del 12 de octubre, guardias y vigilantes dieran la voz de alarma para alertar a la población. Poco después de la medianoche, el caudal del río taponó los ojos de los cinco puentes de la ciudad (que resistirían el envite), el Turia desbordó los pretiles y el agua comenzó a inundar las calles, justo en el momento en que nuevamente empezó a llover con furia.
Las dos grandes oleadas -registradas a las 4 de la madrugada y a las 14.30 horas- provocaron al menos 81 muertos y cuantiosísimas pérdidas materiales. Pero el agua no llegó por igual a todas las zonas, así el centro histórico o 'la Valencia romana' (Plaza de la Reina, Plaza de la Virgen, etc.) quedó intacta, mientras que en la calle Doctór Olóriz superó los 5 metros, en los jardines del Parterre los 3,20m, en Pintor Sorolla los 2,70m y en la plaza Tetuán los 2,25m.
En este estudio se encuentra como principal innovación el análisis hidrológico y sedimentológico del suceso, nunca hecho hasta ahora, y que ha realizado Cristina Puertes como proyecto de final de carrera. Así, Puertes ha llevado a cabo un estudio detallado de la reconstrucción del hidrograma de la crecida realizado por Cánovas en 1958 a partir de los niveles observados en el Puente del Real y la información proporcionada por los encargados de las centrales hidroeléctricas del momento.
Saturación del terreno
En las conclusiones del trabajo, la investigadora del IIAMA-UPV apunta que, aunque las precipitaciones de los días 11 y 12 no fueron de gran intensidad, “sí contribuyeron a aumentar la escorrentía, dejando el terreno prácticamente saturado”.
En el estudio, además, se destaca la importancia de la estructura espacio-temporal de la precipitación de los días 13 y 14, así como el desplazamiento noreste del epicentro de la tormenta, que provocó que las aportaciones de los afluentes al cauce principal fuesen acumulándose. “Todo ello provocó que el cauce se desbordara a su llegada a la ciudad, al no poder desaguar tal cantidad de agua”, indica la investigadora.
Esta avenida extraordinaria se produjo como consecuencia de un “proceso convectivo de mesoescala” que afectó fuertemente a las cuenca media y baja del río Turia, con precipitaciones superiores a los 100 mm en 24 horas.
Éstas causaron una primera onda de crecida que llegó a Valencia a las cuatro de la mañana del día 14 con un caudal máximo de 2700 m3/s, y una segunda onda que arribó a las 14.30 horas con un caudal máximo de 3700 m3/s.
Actuaciones posteriores
Tras la catástrofe llegaron las medidas, así para evitar la repetición de este desbordamiento se construyó el embalse de Loriguilla, a 63km de la ciudad de València remontando el Turia, pantano que se culminó en 1965.
Pero la obra que más ha influído en la ciudad fue la desviación del río con la creación del nuevo cauce del Turia circunvalando la ciudad. Esta actuación conocida como 'Plan Sur' se iniciaba desde la población de Qaurt de Poblet rodeando Valencia hasta la desembocadura en el Mediterráneo. Las obras terminaron en 1969 y dejaron un viejo lecho del río que ha sido colonizado posteriormente con el proyecto del Jardín del Turia.
Según Cristina Puertes, pese al aumento de urbanización en la zona, en la actualidad no es factible la repetición de un suceso similar gracias a las medidas adoptadas. Éstas permitirían que la mayor parte del volumen transportado por la primera onda “se almacenase en el embalse de Loriguilla”, mientras que la segunda onda de crecida llegaría al “nuevo cauce del Turia, que dispone de una capacidad de evacuación de 5000 m3/s”.