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CV Opinión cintillo

A mí que no me salven

8 de junio de 2025 07:57 h

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Hemos llegado a un punto en el que la realidad no importa una higa. Es descorazonador, pero reírte, te ríes. Como bien se encargarán de reseñar mis biógrafos, en 2013 entrevisté para la revista Quo a Michael N. Wilmore, un tipo majo que oficiaba de vicepresidente de la Sociedad de la Tierra Plana. En aquella época, la institución fundada en 1956 por Samuel Shenton, contaba con menos de 400 miembros a nivel mundial y solo dos españoles. Ahora, un terraplanista del montón supera, sin despeinarse, los 50.000 seguidores en redes sociales. El culto a la idiocia es el caldo de cultivo necesario para lo que viene detrás.

Escuchas la radio, lees la prensa o pones la televisión y, por lo visto, la única solución para que no arda en el infierno esa pequeña Babilonia que es hoy España es un tipo cuyo mejor amigo era un narco. Y, por si fuera poco, la alternativa a la alternativa es una señora que roza la indigencia mental, y a la que se le ve ligeramente nerviosa ahora que su pareja parece que va pa’lante mientras al montaje contra el fiscal general le quedan dos telediarios (de la pública; en Atresmedia aún tiene luengo recorrido). De poco le va a servir al juez Hurtado sumar a Vox a la causa. Los de Abascal tampoco es que tengan muchas luces, pero ruido saben hacer. Es de lo que se trata.

Podría parecer casualidad. No hay jefe bueno, ya se sabe. Pero es el modus operandi de los que nos dan a elegir entre mafia y democracia. Lo dicho, te tienes que reír. Y, a mí, una de las partes de esta comedia que más me gusta es la de la Agencia Valenciana Antifraude (AVAF) que, si hay justicia en este mundo, tiene reservada una nota a pie de página en la historia de este golpe blando que estamos sufriendo. No es que sea importante, ni siquiera es un caso ejemplar. Es, más bien, un ejemplo de muchas cosas. Y todas malas. Es el reflejo de cómo la corrupción es consustancial a cómo algunos entienden la política.

De Eduardo Beut, el capo de la AVAF, hay que decir que solo da alegrías. El esfuerzo que está haciendo por llevar el jetismo institucional a cotas que jamás soñó alcanzar merece un reconocimiento. Charles Manson no te tiene que caer bien, pero como asesino en serie era muy top. El mérito hay que reconocérselo; pues a Beut, lo mismo. Y ya lo hice —me cito a mí mismo—, en una epístola anterior en la que le di la bienvenida. Vi que apuntaba maneras y no me equivoqué. Tampoco es que lo pusiera difícil, lo reconozco.

Su última ocurrencia es gastarse 39.000 euros del bote en contratar a una empresa para monitorizar las redes sociales y detectar contenidos que “puedan considerarse potencialmente infractores de derechos fundamentales como el honor, la imagen o la propiedad intelectual”. Por cierto, casi lo mismo que se gastó no hace tanto en una auditoría para buscar algo para empañar la etapa de Joan Linares y de la que nunca más se supo. Podría haber sido peor: Si le da por contratar a una agencia que localice las noticias buenas sobre él o su negociado, nos arruina. Beut es de los que, cuando se va de casa, te toca contar la cubertería de plata por si las moscas.

Es el mundo al revés. Fue llegar él y el 20% de la plantilla salió por la otra puerta, cambió el funcionamiento de la AVAF para recortar el contenido de los informes que emite, contrató empresas que carecen del certificado de medidas antifraude… En abril anunció que el código ético de la agencia, que él se encargó de finiquitar, estaría listo a principios de mayo “como mucho”. Un mes más tarde seguimos esperando a Godot, que no parece tener prisa por hacerse ver.

Un no parar lo de la AVAF. Aunque su objetivo, el de vaciar la agencia de contenido, lo está haciendo muy bien. Volvemos a lo de que hay que reconocer el mérito. Last but not least, el personaje ha modificado la ley para que la entidad no pueda colaborar con la Fiscalía Anticorrupción (antes emitía informes periciales) y, aprovechando el día, elimina el Consejo de Participación Ciudadana, de la que formaban parte siete entidades (algunas de carácter internacional) conocidas por su lucha contra la corrupción. En el lejano oeste, a los tahúres como Beut los metían en un barril de brea y plumas y los tiraban del pueblo, aquí les demos un cargo y un sueldo, que él mismo se encargó de subirse un 15% nada más aterrizar en el cargo.

Lo del presidente de la AVAF es el canario en la mina, y de lo único que no se le puede acusar es de ser original. La delegación local de los que van a regenerar España tienen un plus de surrealismo que no se da en otros lares. Lo de reconvertir À Punt en un No-Do no es nada que no ocurra en Galicia, Madrid o Andalucía, así que se lo paso. Pero lo importante son los detalles, cual guinda del postre. Y aquí el sainete nos lleva a la Generalitat y tiene perspectiva de género.

Mazón nombró a Pilar Bojó, exinspectora jefe de violencia de género, para que se encargara de la seguridad del Palau. Que te nombre para algo el president es como que te mire un tuerto. Mal fario. Pero peor si aceptas, a ver luego cómo te escondes. Pero en esta ocasión acertó. Por desgracia para todos, pero acertó con el perfil. Una Beut, pero de uniforme.

Cumpliendo escrupulosamente la ley, Bojó se encargó de que se borraran las grabaciones de las cámaras de seguridad del Palau del 29 de noviembre. A lo mejor pensó que no iban a servir de nada o que, como Mazón no estuvo allí, sería como una peli sin argumento o un niño que no ríe. Y tal nivel de diligencia en cumplimiento de la ley no podía, no debía, quedar así, por lo que quiso el destino proponerla para una condecoración. Y mientras llegaba la medallita, le toca el complementario: el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana ha forzado su cese —y el de otros tres compañeros— al calificar su nombramiento de arbitrario. Una enchufada cuya verdadera responsabilidad no era la seguridad de la Generalitat sino la de Mazón.

Y más leña al fuego. La Generalitat no quiere mostrar las imágenes de Mazón llegando al Cecopi el día de la DANA, pero en su día sí que difundió la famosa foto del president en modo ‘esa peñaaaa’. La imagen se conservó mucho más de los quince días que dicta la ley, pero como la ley es algo que la Generalitat se lo pasa por donde toca, nada más se sabe de las grabaciones. Compromís las ha pedido y ni aun así, vía pregunta parlamentaria, nos sacan de dudas.

Da igual por donde levantes la alfombra. Siempre hay basura. Si estos son los que van a salvarnos, no sé yo si quiero.

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