La portada de mañana
Acceder
Puigdemont estira la cuerda pero no rompe con Sánchez
El impacto del cambio de régimen en Siria respaldado por EEUU, Israel y Turquía
OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Zonas verdes y huertos en colegios públicos de València contra las olas de calor: el ejemplo del colegio Ballester Fandos

Prácticamente todos los días de julio de 2023 se han registrado temperaturas por encima de lo normal en España, según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). En un contexto de crisis climática, las ciudades deben adoptar medidas de adaptación y mitigación. València, como capital mediterránea, está en una situación de vulnerabilidad.

Muchas personas pueden protegerse de las altas temperaturas con el aire acondicionado de la oficina, de las tiendas o de casa, quien tenga la suerte de poder permitírselo. ¿Pero qué pasa en los colegios? ¿Qué ocurre en las horas de patio que pasan los niños y las niñas de València entre septiembre y junio, con cada vez más semanas de calor extrema?.

Renaturalizar las zonas de esparcimiento, de relación y de juego para crear entornos más protegidos de las altas temperaturas es uno de los objetivos del proyecto de innovación 'Natural[ment]. El pati renaturalitzat com a catalitzador del canvi ecosocial', de Fent Estudi, que se enmarca en la estrategia Missions València 2030 y cuenta con el apoyo de Las Naves y el Ayuntamiento de València.

Características de la actuación

Fuentes de Fent Estudi explican que se va a hacer una intervención general en el colegio Ballester Fandos, del barrio de la Malva-rosa, con vegetación de sombreo y una más importante en la zona oeste, en un espacio de unos 400 metros cuadrados, donde actualmente hay unos plataneros de entre 4 y 6 metros con sol y sombra, pero es sitio de paso. Se renaturalizará con un circuito que serpenteará el espacio y con zonas psicomotrices, de “aula natura” y experimentación con diferentes espacios vegetales. Habrá una cubierta verde con plantas aromáticas que se aprovecharán para el comedor y para que atraiga a fauna útil, polinizadores que hagan de control de plagas (como la mariquita, que se come más de 100 pulgones al día); también habrá plantas de cuidados y una zona verde de “primeros auxilios”, con especies útiles para cicatrizar.

Las mismas fuentes destacan que en esta zona no hay cemento en el suelo, sino tierra, pero poco “viva”. La intervención busca también mejorar el suelo, darle vigor, que esté más oxigenado y aireado y que filtre más agua. Actualmente hay una zona de huerto de Primaria que tiene poca altura respecto al área a intervenir, por lo que el agua sobrante se derivará a la nueva zona verde.

La vegetación que se pondrá en todo el colegio se elegirá en base a los siguientes criterios: pocas necesidades hídricas, serán especies de plantas y arbolado autóctonos y resistentes a la salinidad (hay que tener en cuenta que el cole está en la Malva-rosa, cerca de la playa). A esto se le añade un criterio estético.

La primera intervención se llevará a cabo en noviembre de manera conjunta entre el equipo de Fent Estudi, las familias, el profesorado y el alumnado. El mantenimiento será sencillo, por lo que no requerirá nada al Ayuntamiento (que sí se encarga de la poda de las plataneras que hay ahora, por su envergadura).

15 grados de diferencia

En el CEIP Ballester Fandos y en otros dos centros que sirven de guía, el CEIP Teodoro Llorente y el CEIP Vivers, se han instalado sensores para medir la temperatura y humedad de los patios escolares en diferentes puntos.

Según la entidad responsable del proyecto, los datos son reveladores: “Basándonos en los valores medios de temperatura en horario lectivo, de lunes a viernes, entre las 11.00 horas y las 16.00 horas (del 18 de abril al 30 de junio de 2023), se aprecia una diferencia de 5,3 grados entre el punto de muestreo ubicado en el aula (25,3 grados) y el de una farola (30,6); los sensores en los árboles reflejan la segunda temperatura más baja (25,9). La humedad también ayuda a refrescar el ambiente y en los registros se ve que donde más hay (55,2) es en los árboles, seguido de las aulas (54,5); mientras que las farolas (43,1) y las fachadas (41,4) tienen menos humedad media”.

Los sensores del CEIP Ballester Fandos marcan, concretamente, una diferencia de temperatura de unos 15 grados entre el huerto y la fachada del patio el pasado 22 de junio a las 16.00 horas. Estas mediciones demuestran la importancia de incorporar más sombras y elementos verdes, como vegetación, huertos, etc., en los colegios para refrescar el ambiente en un contexto de cambio climático.

Según la investigadora Mònica Ubalde, “los niños y niñas son más susceptibles a los efectos del calor extremo, ya que son más vulnerables y propensos a la deshidratación, al agotamiento por calor y al golpe de calor”. El calor extremo en las aulas puede tener “efectos en su desarrollo cognitivo, dificultando las tareas escolares al afectar a la concentración, a la toma de decisiones y a la capacidad para procesar y retener información”. Por todo ello, “las escuelas deben garantizar confort térmico y un entorno resiliente frente a los efectos negativos de las altas temperaturas, donde la renaturalización de sus espacios juega un papel fundamental con la introducción de espacios verdes”.

Carlos Gómez, asesor de FUHEM, añade la necesidad de introducir la educación ecosocial en el aula. Esta “capacita al alumnado para ser agentes de cambio en la profundización de los procesos democráticos, la justicia social y la sostenibilidad ambiental desde una mirada participativa y no teórica”. Cita como ejemplos que, mientras se trabajan los climas de España en Geografía e Historia, se trate la problemática del despilfarro de agua, o que en matemáticas se hagan operaciones y cálculos relacionados con el pico del petróleo. Fuera de lo curricular, también se puede introducir con un huerto escolar, aplicando una perspectiva agroecológica al comedor escolar, mejorando la eficiencia energética o renaturalizando los patios y los pasillos de los centros.