Nunca antes se había retratado con tanta precisión la vida cotidiana dentro de un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) en España. R. Y., un venezolano de 33 años que ha pasado un mes interno en el CIE de Zapadores, grabó clandestinamente varios videos con su teléfono móvil en los que muestra con todo lujo de detalles las condiciones reales de las instalaciones de uno de estos polémicos recintos.
Duchas con goteras que filtran “aguas negras”, baños sucios e impracticables, comida de aspecto dudoso, celdas oscuras con varias literas y, en general, un ambiente puramente carcelario. Para muchos de estos inmigrantes su encierro en este recinto policial, anexo a la Comisaría de Zapadores, precede a una incierta y triste deportación. “Esto es peor que Guantánamo”, exclama un interno argelino en una de las escenas. Una portavoz de la Jefatura Superior de Policía de València, consultada por este diario, sostiene que en el CIE de Zapadores no hay goteras y que el telefonillo funciona correctamente.
Los videos, a los que ha tenido acceso eldiario.es, retratan por primera vez sin filtros la vida cotidiana en un CIE español. R. Y., documentalista accidental, grabó a escondidas las imágenes varios días distintos durante su encierro, que comenzó el pasado 13 de noviembre. El inmigrante —con VIH, sin pasaporte, con pareja en España y residente en Madrid desde 2015— denunció que este jueves le llegó la notificación de expulsión.
Su deportación estaba prevista para la mañana de este viernes pero, según confirman fuentes cercanas al interno, el Defensor del Pueblo ha presentado un escrito recomendando al Ministerio del Interior la paralización del traslado. El hombre ha permanecido incomunicado y su pareja, un ciudadano español, no ha podido hablar con él. A media tarde, el joven confirmó a este diario que se había negado a subir al avión y que volvía al CIE de Zapadores desde Madrid.
El pasado jueves grabó algunas de las escenas que publica este diario. Horas antes de su deportación fallida, R. Y. se quejaba amargamente de que “esta mierda de CIE es una violación extrema a los derechos humanos”. Este es su excepcional testimonio sobre el mes que ha pasado tras los muros de Zapadores.
Primera escena: R. Y. pulsa repetidas veces el telefonillo que comunica a los inmigrantes con los policías encargados de la vigilancia del recinto pero, al parecer, nadie responde. “Aquí estamos llamando a la Policía por el telefonillo para que nos abra”, explica el hombre, que afirma sufrir problemas intestinales. “Llamar, llamar, llamar y esta gente no responde”, denuncia. En este mismo recinto perdió la vida el pasado 15 de julio el joven marroquí Marouane Abouobaida, de 23 años, en una celda de aislamiento y el Juzgado de Instrucción número 10 de València investiga su fallecimiento.
R. Y. continúa filmando esta suerte de documental y entra en varias celdas. “Dicen que no es una cárcel pero, mira, vivimos como en una cárcel”, afirma irónicamente sin perder nunca el buen humor. “Aquí estamos todos privados de nuestra libertad , sólo por una única cosa: infringir la ley de extranjería”, apostilla mientras recorre varias celdas. Un chaval aparece sentado en una litera con una pierna vendada: “no se le da el tratamiento médico necesario, esto es una locura”, comenta la voz en off de R. Y., quien se lleva bien con todo el mundo.
Hay varias literas en cada una de las “habitaciones” —la jerga oficial las denomina así pero su aspecto es más bien de celda carcelaria— y las puertas están enrejadas. “Dice ser un centro de internamiento pero esto es una cárcel, nos encierran por las noches, nos tratan como si fuéramos animales, la comida es una mierda, los baños son una asquerosidad”, exclama el venezolano ante unos internos que permanecen en su celda.
En otra escena unos internos latinoamericanos cuentan que vienen del CIE de Madrid, que es “un maltrato para todas las personas”, dice uno de ellos. “Hijos, con propiedades, con vehículos aquí, con familia, y mira dónde está”, dice uno de los entrevistados sobre un compañero. “Estamos como ilegales”, comenta otro. R. Y. asegura que llegaron de Madrid el pasado 5 de diciembre e insiste: “Aquí hay un maltrato y una violación de los derechos humanos tremenda”. Todos parecen atormentados.
“Espero que las personas que vean este video nos ayuden” porque “esta mierda de CIE es una violación extrema a los derechos humanos”, denuncia el autor de las grabaciones. Cuenta que no le abren la puerta para ir al baño y sufre diarreas, “no me da vergüenza decirlo”. “Tres baños para cien personas”, grita otro interno. “Es un puto trato inhumano y aquí nos obligan a estar hasta la deportación”, exclama indignado el venezolano.
En otra secuencia, graba los baños, en general en un estado deplorable, y descubre una zona donde caen muchas goteras. “Estamos en una cárcel”, grita de repente un interno que pasa por ahí. Cae mucha agua de la planta superior. “Es una filtración del otro piso de aguas negras”, según el interno venezolano. “A ver si difunden esto y nos pueden ayudar”, suplica.
“Esto es peor que Guantánamo”
En otra visita a las duchas, varios internos de origen magrebí enseñan el diluvio de las goteras. “Aquí una mierda, aquí Guantánamo”, exclama uno brazos en alto. “Peor que Guantánamo”, le responden. Un chaval aparece de la nada con la mano rajada. La escena es tétrica. “¿Qué te ha pasado? Llama a la Policía, tío”, le dice el venezolano. “No lo sé”, responde resignado con la sangre chorreando en su mano.
Otro chaval marroquí, muy joven, le guía por los baños. “¿Por qué estás aquí?”, le pregunta R. Y. “Estoy por nada, por la cara”, responde el chico con una media sonrisa triste. El herido reaparece en el plano y muestra de nuevo la mano ensangrentada. El venezolano graba estas imágenes pocas horas antes de su prevista deportación que no llegaría a consumarse. La filtración del techo continúa soltando agua a todo trapo y la visita guiada por las “fabulosas instalaciones” continúa.
Ducha con “soga”
Los baños son letrinas sucias. En uno de los evacuatorios hay una suerte de “soga” que cuelga del techo para que otro interno que usa silla de ruedas pueda hacer sus necesidades, explica R. Y. El video muestra las botellas de agua que utilizan los inmigrantes para limpiarse tras usar las letrinas.
Todo —paredes, suelo, puertas, letrinas— ofrece un aspecto cochambroso. La porquería abunda. Cuando sale del baño espera el momento justo para que la cámara de los pasillos del CIE no le pille grabando porque “lo tenemos prohibido”. Entra en una celda y aparecen dos chavales argelinos que no hablan español con las piernas vendadas, uno de ellos usa una silla de ruedas. “Es inhumano tener a una persona privada de su libertad aquí y encerrada, no recibe la ayuda médica que debería recibir, no debería estar aquí”, critica R. Y. A los argelinos se les percibe decaídos pero saludan a la cámara; no son presos en un centro penitenciario, pero lo parecen.
En el comedor, entrevista a varios internos latinoamericanos sobre la alimentación que ofrece Zapadores. “Una comida muy mala que ni los cerdos se pueden comer, es un insulto”, comenta un dominicano recién llegado de Madrid. Aseguran que solamente les dan una botella de agua mineral de litro y medio para cada mesa con cuatro asientos. “La comida es fría, muy mala y repiten siempre la misma”, abunda el dominicano. Unos argelinos que están charlando en corro saludan a la cámara puño en alto: “Libertad”. “Insha'Allah, estamos esperando”, dicen.
En otros videos un joven vomita sentado en una sala y dice que le “quema el estómago”. Tras una puerta enrejada aparece a unos metros un agente de policía sentado en una silla. “Y nada de médicos, mira al chaval ahí con dolor en el estómago”, dice otro interno indignado. En otro video, el joven sigue en aparente mal estado y parece que esperan a un médico. “Eso es la comida de aquí”, dice un interno sobre el aparente padecimiento del muchacho.
En el patio del CIE, ya de noche, los inmigrantes pasan el rato apoyados en las paredes o apalancados en alguna esquina, hay un ambiente frío aunque hablan muchos a cámara, algunos ya han aparecido en los videos anteriores.
El perímetro está amurallado y el patio vallado. Oficialmente no es el patio de una cárcel pero el video muestra cómo viven los candidatos a la deportación tras las altas paredes de Zapadores, que dan a la avenida del Doctor Waksman de València. En cualquier caso, según el improvisado documental de R. Y., prisión y CIE resultan muy parecidos, casi calcados. El pasado verano, en este mismo recinto, hubo un suicidio, un presunto intento y dos autolesionados.
“Estamos aquí secuestrados, estamos aquí por la cara”, dice un interno con voz ronca.