Los valencianos son pobres y lo son más que en el resto de España; han notado con mayor fuerza la caída de la renta (un 4% más que el resto del Estado); tienen un empleo más precario y más temporal y un gasto en servicios sociales muy por debajo de lo necesario. Son algunos de los apuntes de los profesores Francisco J. Goerlich y Maria Jesús Felipe, autores de los primeros ejemplares de la colección Descobrim que dirige el vicerrector de la Universitat de València, Antonio Ariño y edita la Institució El Magnànim, coordinada por Vicent Flor.
La colección pretende “facilitar el preámbulo para el debate público con información actualizada y rigurosa” según Ariño y de camino vienen 6 monografías más para desgranar los índices económicos y sociales con perspectiva valenciana.
Los autores dibujan una perspectiva que no por pesimista deja de ser real. La crisis se ha cebado con las familias valencianas pero, según el análisis de Goerlich, solo ha hecho que agrandar una brecha estructural ya existente, que comienza a hacerse evidente en los años 80 y a se agravó ya en el presente siglo. La crisis fue la puntilla; nada deleznable, puesto que subió al carro de la exclusión social y la pobreza a 200.000 personas. Según el análisis del investigador del Instituto Valenciano de Estudios Económicos, la desigualdad sí crece al mismo nivel que en el Estado español, pero lo hace sobre rentas más bajas. Los pobres son más pobres y las rentas medias -popularmente 'clase media'- ha mermado considerablemente.
En los años de la denominada recuperación económica, la valenciana es una sociedad que ha notado poco. Los empleos sobre los que se sustenta el alabado crecimiento son más precarios, con salarios más bajos y con una alta tasa de temporalidad. Una especie de vuelta a los años previos al gran desastre económico, en los que la bonanza se sustentaba sobre el turismo y la construcción. Hoy, según los datos que analiza el experto, son esos mismos sectores en los que se crea este empleo de mala calidad. Aun con el trabajo no mejora el nivel de desigualdad, aclara.
La (des)protección social
En las entrañas del Estado de Bienestar, en el sistema de seguridad social y servicios sociales, es donde se mueve el estudio de Maria Jesús Felipe, investigadora en Sociología y Antropología en la Universitat de València. La investigadora, en línea con su antecesor en la intervención, dibuja un panorama nada satisfactorio de los servicios sociales estatales y valencianos. España está a la cola en gasto por habitante en protección social (el 25% del PIB cuando en Europa la media es del 30%) y repercute en la efectividad de los servicios. El sistema no llega a todo el que lo necesita, señala la autora.
Pese a que el gasto se ha multiplicado (de ocho mil millones en 2012 a diecisiete mil en 2017), la tasa continúa siendo baja. “Residual”, en palabras de la investigadora, ya que los servicios sociales no llegan al 20% de la población, cuando las tasas de riesgo de pobreza afectan al 25%.
No obstante, Felipe tiene esperanza en que la situación mejore. “Si se aplica correctamente, la renta de inclusión puede sacar del umbral de la pobreza a mucha gente”, considera la experta, que reclama un mayor esfuerzo por llegar a las personas que lo necesitan.