115 cardenales eligen en Roma al líder espiritual de mil millones de católicos. Con independencia de la pérdida de influencia de la Iglesia en los países occidentales, el cónclave continúa siendo el momento en que todo el mundo se pregunta si algo cambiará en sus estructuras. Aquí publicaremos reportajes desde Roma, perfiles de papables e información sobre la elección aparecida en los medios de comunicación.
Benedicto XVI pasa a la zona de descuentos
Benedicto XVI es historia pasada, casi ya olvidada. Cuando se está buscando su sustituto como Papa, su figura se ha desvanecido mientras que la de su antecesor –muerto hace ocho años y en los altares de la santidad– está presente por todo el Vaticano. En la jornada que abría el cónclave, las librerías que rodean la plaza de San Pedro, los libros de Benedicto XVI caían en el cajón de los descuentos: del 15% al 25%. Títulos como Mi cristianidad, La Infancia de Jesús (este fue número uno en España) reciben el mismo tratamiento que las agendas del año anterior.
En La Feltrinelli, el dependiente lo resume perfectamente: “Benedetto es pasado. Juan Pablo es eterno”. En la Vía de Porta Angélica, que desemboca en San Pedro, se agolpan las tiendas de souvenirs papales. La proporción entre Ratzinger y Wojtyla es de tres a uno en las postales, ese foco de atractivo turístico para envíar un recuerdo con matasellos vaticanos (en su oficina de correos hay cola para enviarlas).
Benedicto XVI no ha calado tanto en el pueblo. Cenando con unos romanos, ellos dan su explicación: “Se ha marchado él”. Lo dicen con una mezcla de indignación y decepción. El Papa es, per se, el obispo de la diócesis de Roma. Que haya renunciado parece haber herido o, al menos arañado, el orgullo capitalino.
Otro ejemplo: en una tienda de fotografía entre San Pietro y la Piazza del Risorgimento exponene dos imágenes tamaño natural hacia la calle como reclamo. Las dos son de la misma persona con diferente nombre: Juan Pablo II recién investido y Karol Wojtyla “en su última fotografía como cardenal”, reza el pie. ¿No las cambia por la del sucesor? “Ni en broma”, contestan desde dentro.
Benedicto XVI es historia pasada, casi ya olvidada. Cuando se está buscando su sustituto como Papa, su figura se ha desvanecido mientras que la de su antecesor –muerto hace ocho años y en los altares de la santidad– está presente por todo el Vaticano. En la jornada que abría el cónclave, las librerías que rodean la plaza de San Pedro, los libros de Benedicto XVI caían en el cajón de los descuentos: del 15% al 25%. Títulos como Mi cristianidad, La Infancia de Jesús (este fue número uno en España) reciben el mismo tratamiento que las agendas del año anterior.
En La Feltrinelli, el dependiente lo resume perfectamente: “Benedetto es pasado. Juan Pablo es eterno”. En la Vía de Porta Angélica, que desemboca en San Pedro, se agolpan las tiendas de souvenirs papales. La proporción entre Ratzinger y Wojtyla es de tres a uno en las postales, ese foco de atractivo turístico para envíar un recuerdo con matasellos vaticanos (en su oficina de correos hay cola para enviarlas).