Jordi Amat, escritor y filólogo: “El mito de la Transición se ha ido carcomiendo, se ha caído o se ha exiliado”

elDiario.es

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El escritor Jordi Amat ha pasado dos años sumergido en la vida del periodista y abogado Alfons Quintà, un personaje turbio, acosador y desequilibrado, al que disecciona en su nuevo libro El hijo del chófer (Tusquets y Edicions 62) . El padre de Quintà era el chófer de Josep Pla y de ahí el título del libro. El escritor ampurdanés no sabía conducir y Josep Quintà se convirtió en una de las personas de su máxima confianza. Con tan solo 16 años, Alfons Quintà escribió una carta de chantaje a Pla. Más adelante, conoció las cloacas del poder político y financiero. Destapó el caso Banca Catalana, fue el primer director de TV3 y acabó suicidándose tras asesinar a su expareja en 2016.

El libro de Amat se construye tras muchas horas de entrevistas y documentación, y el resultado es una obra adictiva que desgrana la figura de un personaje oscuro para retratar las dinámicas de poder en Catalunya en los últimos años, especialmente durante el 'pujolismo'. El hijo del chófer retrata cómo Quintà llega al diario El País, donde se convierte en una de las grandes figuras del periodismo catalán. Allí destapa el caso Banca Catalana desde el medio más poderoso que existe en 1980, lo que no impide que Pujol sea elegido president de la Generalitat. En un giro de los acontecimientos inesperado, el político requiere al que fuera su azote mediático para que ponga en marcha TV3.

Sobre esta obra, el poder y los medios han charlado el director de elDiario.es y el escritor con los socios y socias en Conectados. El hijo del chófer no es solo un retrato de la figura de Quintà, también es una radiografía de Catalunya y el resto de España tras la Transición. Para Amat, el problema respecto a la imagen que tenemos de aquellos años es que “durante mucho tiempo, no hemos problematizado el proceso de cambio político porque el mito que construyeron sus protagonistas nos servía”. El escritor señala que “el problema es que no se regeneró el mito” y esa imagen idealizada de la Transición “poco a poco se fue carcomiendo”. “Cuando el mito ha caído o se ha exiliado, nos ha obligado a repensarlo todo”. Por eso cree que no es tan importante lo que quede por destaparse informativamente de esos años, sino como cambia “la manera que miramos ese tiempo más allá del mito que nos impusieron”.

Ignacio Escolar y Jordi Amat reflexionaban sobre si creen que hay figuras que se puedan asimilar a Quintà en los medios hoy en día. El autor explicaba, que “hay algo de inmoral cuando el periodismo se enfrenta al poder y destapa sus miserias”, pero destacaba que a la vez “eso está al servicio del bien democrático” lo que hace a estos profesionales “personalmente peores, pero socialmente necesarios”.

Así, Amat ha señalado cómo, durante su proceso de documentación, ha visto a profesionales de los medios “haciendo un ejercicio de autocrítica” por haber sido conniventes o guardar silencio sobre conductas amorales que presenciaron durante mucho tiempo.

El filólogo reflexionaba también sobre la relación entre los medios y el poder y señalaba que “el poderoso, para hacer lo que quiere, que muchas veces es poco decente, sabe que necesita tener a su alrededor a personajes inmorales o con carácter psicopático” . “Esas personas son instrumentos de poder y hay periodistas que son así”, añadía.

Del mismo modo, Amat denunciaba que hay “periodistas que usan la información y su posición de una manera espuria y perversa, para sentirse influyentes” y señalaba a aquellos que “mientras juegan al pádel, creen que pueden decidir el futuro del país”. El escritor matizaba que no cree que la ambición sea mala “per se” pero sí que reclamaba que le gustaría que “fuera más importante la deontología que la cercanía al poder”.

En el caso de Alfons Quintà, Amat explica que él “no quería ser influyente y ganar dinero”, sino que quería el poder “para ejercer el mal” y porque le permitía ser “despótico”. A pesar de que el libro parece por momentos más una novela negra que un relato periodístico, su autor explica que “no hay ni un solo elemento de ficción” y que el libro bien podría ser considerado “un gran reportaje” en el que todas las escenas que se describen “remiten a entrevistas y bibliografía”.

Amat se ha visto sorprendido por el éxito de El hijo del chófer. “No me imaginaba que una historia sobre la Transición y el pujolismo generara tantísimo interés”, aseguraba y reconoce que “prácticamente a diario” recibe llamadas o le escriben contándole más datos escalofriantes sobre Quintà.

El autor cree que si este libro se hubiese publicado hace unos años, habría sido tildado de “dinamita antiprocés” por el retrato que se hace del pujolismo, pero que sin embargo, ahora que “el procés está de luto”, esto no ha pasado.

“La dinámica de polarización te lleva a ser percibido como alguien que está en uno de los bloques, aunque luches contra ello. Y salir del barro para el periodismo y la discusión publica es muy costoso”, reflexionaba. Ponía de ejemplo la exclusiva que este jueves publicaba elDiario.es, sobre que Patrimonio Nacional paga el personal desplazado con el rey emérito a Emiratos Árabes. “Contar lo de hoy va en contra de la monarquía, pero no contarlo va en contra de la regeneración de la monarquía”, remachaba.