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El alza del precio de la electricidad en el mercado mayorista en los últimos meses (una escalada que por momentos parece no tener fin) ha generado algunos resultados llamativos. Por ejemplo, que algunos usuarios del mercado libre no solo no estén sufriendo las subidas de la tarifa, sino que incluso paguen ahora menos que antes.
De hecho, según explicó en el Congreso la vicepresidenta Teresa Ribera, la factura de los clientes domésticos del mercado libre, en el primer semestre de este año, bajó en promedio un 4,6% con relación al mismo periodo del año pasado. La de los clientes del mercado regulado, en cambio, subió una media de 6,9% en comparación con 2020.
Esto se debe, sobre todo, a que el costo de lo que consumen los clientes del mercado libre no se ve modificado por lo que sucede con las subastas diarias de las empresas de energía. Ese costo, para estos usuarios -unos 17 millones, que representan el 62% del total- es fijo: ha sido acordado de antemano con la empresa.
Si a esto se suma el hecho de que el gobierno ha tomado algunas medidas para aliviar la presión de los precios sobre los consumidores (como la bajada del IVA dispuesta en junio), el resultado es que para los clientes del mercado libre la factura de la luz no se modificó demasiado, y en algunos casos hasta salieron favorecidos.
Son, en tanto, los usuarios del mercado regulado -el sistema llamado PVPC: Precio Voluntario al Pequeño Consumidor- quienes están sufriendo de manera directa el desorbitado aumento de las tarifas. Estos clientes son alrededor de 10,5 millones, el 38% del total.
Toda esta situación ha llevado a pensar a muchas personas que tienen contratada una tarifa fija a despreocuparse del asunto, guiadas por la idea de que la subida de la luz no las afecta. Pero es un error: el aumento también las afecta, sin dudas, del mismo modo que a los clientes de PVPC, y tal vez incluso más.
Precios que subirán (o que tal vez ya son demasiado altos)
Lo primero que conviene saber en este sentido es que, a pesar de los vaivenes del PVPC, las tarifas del mercado regulado siguen siendo más bajas que las del mercado libre. De acuerdo con Ribera, son en promedio un 20% más baratas, aun durante la primera mitad de este año.
¿Por qué, pese a todo, las tarifas del mercado libre son más altas? Pues porque, al acordar con cada usuario los valores del consumo, las empresas nunca pierden: a cambio de la “seguridad” que ofrece la tarifa fija del megavatio/hora, las compañías establecen un precio mayor.
A comienzos de 2019, según el consultor del mercado eléctrico Francisco Valverde, ese sobrecoste que pagaban los usuarios del mercado libre -en comparación con los de PVPC- era en promedio de unos 70 euros anuales.
Ese mismo año, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) estimó en un 17% más barata la tarifa de la luz en el mercado regulado que en el libre. Y en 2020 Facua calculó que, en ciertos casos, las tarifas del kilovatio/hora podrían ser hasta casi un 60% más altas en el mercado libre que en el de PVPC.
Pero además, aun en los que casos en que los usuarios del mercado libre estén pagando menos, en algún momento la empresa va a modificar sus tarifas para “equilibrarlas” con las subas producidas en el mercado regulado.
Cada contrato establece cada cuánto tiempo se pueden renegociar los precios, o bien los requisitos que se deben cumplir para modificar sus condiciones. En general, implican avisar con una cierta antelación y dar al cliente la posibilidad de cambiar de empresa o de pasarse al mercado de PVPC sin penalización alguna.
Más aún: si el tiempo transcurre y la empresa no renegocia las condiciones del contrato, o no las cambia demasiado, casi que resultará peor, pues será una señal de que las tarifas establecidas tiempo atrás ya eran lo suficientemente elevadas como para no tener que compensarlas a causa de las actuales subidas.
Otros factores que encarecen la factura de la luz
Existen otros factores que pueden encarecer la factura de la electricidad, sea cual fuere el tipo de tarifa que se esté pagando. Uno de ellos es tener contratada una potencia superior a la necesaria, la cual varía en función de cuánta energía se va a requerir al mismo tiempo.
¿Cuál es la potencia necesaria? En general, una casa pequeña y con pocos electrodomésticos se basta con una de 3 kilovatios (kW), e incluso menos. Una grande, por su parte, con muchos aparatos y sistema de climatización (aire acondicionado o calefacción), requiere de 6,9 kW o más.
Si en una casa nunca han saltado los plomos pese a haber conectado muchos artefactos a la vez, es probable que tenga contratada más potencia de la que requiere. Esto sucede a menudo por desconocimiento, como sucede a personas que viven de alquiler y nunca pusieron atención a esta variable, decidida por el propietario o un inquilino anterior.
El desconocimiento también suele llevar a acciones que se supone reducirán la factura de la luz pero que en realidad no tienen sentido. Uno de los errores más comunes es poner la lavadora u otros aparatos a funcionar por la noche en casos en que la tarifa es fija y el precio de la electricidad es exactamente el mismo en cualquier horario.
Los tramos horarios en que se consume la energía sí son valiosos para los clientes del mercado regulado (y en ciertos casos del mercado libre, minoritarios, en que también existe la discriminación horaria). En esos casos, sí conviene usar los aparatos eléctricos en las horas valle -por la noche y los fines de semana- y no en las horas punta.
Por lo tanto, en definitiva, lo aconsejable es informarse bien al respecto, poner mucha atención en el contrato vigente y analizar las alternativas, porque a lo mejor conviene cambiar: de tipo de tarifa, de empresa, de potencia contratada o alguna otra de las condiciones.
La importancia de estar informado en este sentido parece obvia, pero no lo es. Apenas uno de cada cuatro hogares españoles conoce las diferencias entre el sistema de PVPC y el mercado libre en el sector energético, de acuerdo con los últimos datos del Panel de Hogares de la CNMC, difundidos a finales del año pasado.
Es cierto que ese conocimiento no ha dejado de crecer en los últimos años: en 2017, los hogares en los que se sabía cuál era la diferencia entre ambos mercados constituían solo el 18%. Pero es evidente que está lejos aún de alcanzar a la mayoría de la población para permitirle, de esa manera, tomar las mejores decisiones ante los aumentos siderales en los precios de la luz.
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