Si no ves este contenido puede deberse a la carga en tu dispositivo móvil. Haz clic aquí para recargar la página.
Hay sencillos trucos que nos pueden reportar un ahorro significativo en la factura mensual o bimensual de la calefacción, y que en realidad, si los analizamos en profundidad, son auténticas perogrulladas, cosas lógicas que deberíamos hacer si tuviéramos un poco de cabeza. ¿Por qué no las hacemos entonces?
Quizá por malos hábitos heredados de otras épocas de mayor esplendor o tal vez porque nunca nos hayamos detenidos a pensar en ellas. Sean unas u otras razones, aquí se explican diez comportamientos a evitar si no queremos disparar la factura energética por culpa de un excesivo gasto en calefacción.
1. No revisar nunca el aislamiento de la casa o apartamento
¿Alguna vez nos hemos parado a pensar en si las ventanas cierran bien, si dejan intersticios por donde corre el aire frío o se va el caliente, o si el quicio de la puerta está debidamente ajustado? Pequeños detalles como colocar cinta aislante en quicios y cierres, sobre todo cuando se trata de madera, pueden ayudar a mantener mucho mejor el calor interior. También es importante revisar los enmasillados de las ventanas y los cristales para asegurarnos de que no están resecos y agrietados. Igualmente hay que revisar los cajones de las persianas
En otro orden de cosas podemos reconsiderar colocar capas aislantes en aquellas partes de la casa que son más vulnerables a la pérdida de calor. Por ejemplo paredes que dan al exterior y que con una capa de lana de roca tapada con pladur pueden aumentar mucho su aislamiento. En el suelo podemos considerar poner parqué o corcho y en el techo también podemos conseguir un buen efecto con un falso techo y añadiendo lana de roca.
2. Ventilar por la mañana
Cierto que la casa, y más si es pequeña, puede oler a tigre, pero si vivimos en un clima muy extremo la ventilación matutina puede suponer una salida a espuertas de calorías logradas por nuestra calefacción y pagadas con nuestro bolsillo. Si podemos, es mejor ventilar a medio día, sobre todo si el día es cálido y soleado. Si no, una opción es usar velas e incienso para consumir los malos olores.
3. Bajar las persianas o correr las cortinas cuando estamos fuera de casa de día
Otra mala costumbre de algunas personas es la de bajar las persianas y correr las cortinas cuando se van a trabajar, ya sea para evitar robos o que los vecinos fisgoneen. Con esta medida se evita que el calor del sol por el día entre en la casa y se la mantiene fría, con lo que después la calefacción tendrá que calentarla.
4. No bajar todas las persianas por la noche
Por el contrario, de noche debemos procurar tener las persianas bajadas y las cortinas corridas para evitar que se vaya el calor, ya que cristales y cierres de ventanas son los puntos peor aislados.
5. Tener las habitaciones abiertas cuando no estamos en ellas
Es de perogrullo pero sigue sucediendo: se deja la calefacción puesta y todas las habitaciones abiertas, con lo que el volumen a calentar aumenta mucho. Igual son habitaciones donde no entramos hasta la noche, como los dormitorios, o solo durante unos minutos, por ejemplo el baño. Mejor las calentamos solo en las horas previas a acostarnos o usamos un calentador de aire en el baño.
6. No cerrar los radiadores en las habitaciones que no usemos
Otra ocurrencia es cerrar las habitaciones pero dejar los radiadores en funcionamiento, en caso de tenerlos. De este modo gastamos calefacción en habitaciones que solo usamos por la noche o que nunca usamos, y claro, subimos la factura. En el cuarto y el baño de los invitados, de los hijos que estudian fuera o nuestro propio dormitorio debemos cerrar el radiador. En el último caso, al menos hasta poco antes de acostarnos.
7. Quitar el termostato cuando estamos fuera
Salimos de casa y ponemos el termostato a cero, de modo que no se active la calefacción si la temperatura baja de un umbral; muy mal. Al llegar por la noche la casa estará más fría de lo habitual y el esfuerzo para calentarla será mayor. Lo coherente es elegir un valor límite para el termostato, por ejemplo 13 o 15ºC, a partir del cual se active la calefacción. El objetivo es que no se enfríen los materiales que conforman la casa y nos roben el calor. Después, calentarlos cuesta lo suyo.
8. Pintar la casa con colores oscuros
Lo colores ocres o grises pueden estar muy de moda, pero si confiamos parte del calentamiento de nuestra casa a la luz solar, son una mala idea. La razón es que el sol entrará por la ventana y será absorbido por el color oscuro en lugar de rebotar en la pared y aumentar el 'efecto invernadero'. Precisamente por eso la mayor parte de las paredes de las casas son blancas.
9. Andar por casa ligeros de ropa
La comodidad es un derecho ganado, pero si pasa por llevar poca ropa en invierno dentro de casa, será también un derecho pagado a base de kilovatios/hora gastados en calefacción. Un pijama o un chándal grueso, unos calcetines de estar por casa o una bata también son cómodos y nos permiten ahorrar en calefacción.
10. Mantener un umbral de frío alto
Nuestro cuerpo tiene una notable capacidad de adaptación a diferentes circunstancias, entre ellas a la temperatura. Esto quiere decir que tanto podemos acostumbrarnos a soportar temperaturas relativamente altas como más bajas de lo que a priori pensaríamos. Hay personas que sienten frío en casa por debajo de los 24ºC y otras que se encuentran bien en los 19ºC.
En ello puede influir el metabolismo de cada uno, pero también la costumbre. Debemos saber encontrar nuestro umbral de frío y forzarlo un poco a la baja, nuestro bolsillo lo agradecerá.