Hemos demonizado, con razón, al plástico; sobre todo a su uso abusivo. Y si estamos decididos a usar menos este material para evitar sus desastres en el entorno puede que compremos a granel para ahorrarnos el paquete y que intentemos llevar siempre una bolsa de tela o de algodón reutilizable al mercado para huir de las bolsas de plástico que aún nos ofrecen en la frutería, verdulería y otros comercios.
Todo esto sienta genial, hasta que descubres que existe un buen puñado de estudios que aseguran que las bolsas de plástico a veces resultan mejor para el medio ambiente que las bolsas de algodón, de papel y otras alternativas reutilizables con las que creíamos estar salvando el planeta. Entonces, ¿nuestra decisión de abandonar las bolsas de plástico resulta mala para el entorno?
¿Cuál es la bolsa que deberíamos llevar a la compra si nos importa el medio ambiente? Por desgracia, la respuesta no es sencilla y depende de en qué nos fijemos. Todas las opciones tienen sus desventajas; pero sí existen unas pautas generales que conviene recordar cuando nos preparamos para ir al mercado.
Bolsas de plástico: peligro para la vida salvaje
Cada español gasta 180 bolsas de plástico al año -8.476 millones de unidades entre todos-, según datos del Ministerio de Transición Ecológica; muchas casi de usar y tirar hechas de polietileno, y solo una pequeña parte se recicla: apenas el 25,4% de los envases plásticos, entre los que se encuentran las bolsas, se recuperaron en España en 2016, según Greenpeace; una cifra que el citado ministerio eleva al 38%. Resulta que las bolsas de plástico ponen en peligro la vida salvaje.
El fotógrafo John Cancalosi, por ejemplo, inmortalizó -y liberó-, a una cigüeña atrapada por una bolsa en un vertedero de España. Y muchos recordamos al cachalote varado que apareció el año pasado en la costa de Murcia con el estómago a reventar de plástico: 29 kilos de bolsas y redes, entre otra basura. No hay duda: las bolsas de plástico, que en España se prohibirán en 2021 y ya se cobran de forma obligatoria, crean un problema medioambiental terrible, incluso si constituyen solo una pequeña parte de nuestra basura plástico: en torno al 12%.
Bolsas de papel: malas para el clima
¿Esto quiere decir que las bolsas de papel, que se degradan mucho antes, resultan una opción más sostenible? No necesariamente. El cambio climático se ha convertido en la gran preocupación medioambiental de nuestro tiempo, por lo que conviene echar un vistazo a las emisiones. Y en esta categoría, el papel sale bastante peor parado.
En 2011, la Agencia del Medio Ambiente de Reino Unido condujo un análisis de las diferentes bolsas que llevamos a la compra, considerando todos los pasos de su ciclo de vida. Resulta que hay que reutilizar la bolsa de papel tres veces para que su impacto sobre el planeta sea equivalente al de una bolsa de plástico de polietileno gruesa. Y si las reutilizamos para ir al mercado o para el cubo de la basura, el plástico aún coge más ventaja.
Otro estudio realizado por el gobierno de Australia en 2007 también concluye que el papel emite más gases malos para el clima. Y lo mismo que dice una investigación irlandesa realizada cuatro años después, que valora el impacto: “manufacturar una bolsa de papel consume cuatro veces más energía que producir una bolsa de plástico”, señala.
Todo esto es culpa del transporte: cargar 1.000 bolsas de papel (cuyo peso ronda los 55 gramos por unidad) en un camión consume más gasoil o gasolina y emite más CO2 que cargar 1.000 bolsas de plástico (entre 5 y 8 gramos cada unidad) que pesan hasta 10 veces menos. Conclusión: es cierto que las bolsas de papel pueden degradarse fácilmente. Pero si no las reutilizamos repetidas veces, parecen una opción peor para frenar calentamiento global.
Bolsas algodón: la opción decente (si realmente las usas)
El mismo estudio británico también examina opciones reutilizables como las bolsas de algodón que cada vez usamos más para ir a la compra; y también como complemento. Concluye que solo constituyen opción sostenible si las usamos mucho. El motivo: fabricar una bolsa de algodón suele ser un proceso costoso para el planeta. Su cultivo se realiza normalmente de forma intensiva, por lo que necesita mucha energía, uso de la tierra, fertilizantes y pesticidas.
Todo ello ya tiene efectos nocivos en el entorno: desde emisiones de CO2 hasta lixiviados nitrogenados en el agua subterránea. De hecho, habría que utilizar una bolsa de algodón 131 veces para que su impacto sobre el planeta sea menor que el de una bolsa de plástico ligera. Lo mismo dice un estudio en 2018 del gobierno danés: las bolsas de algodón salen de nuevo las peor paradas. Conclusión: las bolsas reutilizables constituyen la opción más decente para el planeta, pero solo si las tenemos siempre a mano, y durante varios años.
La próxima vez que vayamos a la compra, primero preguntémonos si de verdad necesitamos una bolsa. Y sea cuál sea nuestra opción, intentémosla usar cuantas más veces mejor, sin olvidarnos de reciclarla en lugar de mandarla al vertedero cuando llegue al final de su vida útil. Y si tienes la casa inundada de bolsas de algodón, utilízalas tanto como puedas. En mi caso, intentaré no comprar ninguna más y decir “no” la próxima vez que me ofrezcan una. Por irresistible que se me antoje.
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