Es fácil decir que la bomba de calor es el mejor sistema de calefacción dado su porcentaje de rendimientobomba de calor respecto al resto de los sistemas, pero muchas veces no es cierto. Que el sistema sea asombrosamente capaz de producir hasta cinco veces más energía de la que toma para introducir calor dentro de nuestra casa no quiere decir que funcione bien en todos los climas ni para todo tipo de casas. A la hora de meditar qué tipo de calefacción utilizaremos este invierno, debemos tener en cuenta una larga lista de variables como la estructura y tamaño del hogar, de la calidad de los aislamientos y del precio de la energía, así como del tipo de invierno que tengamos.
En muchos hogares, existe la posibilidad de echar mano a dos o más métodos de calefacción sin grandes instalaciones; por ejemplo utilizar el aire acondicionado en ciclo inverso, o bien las placas eléctricas e incluso calefacción de butano. En entornos urbanos más o menos grandes, se suma el uso de gas de conducción, o gas ciudad. Cada sistema puede ser el ideal para un tipo de hogar, un tipo de clima, un tipo de hábitos e incluso un tipo de salud, como veremos a continuación.
Bomba de calor
La bomba de calor, o sea el aparato de aire acondicionadoaire acondicionado que generalmente utilizamos en verano para meter frío en casa tomando el calor de exterior, puede funcionar al revés. Es decir, también sirve para meter calor en casa a partir del frío del exterior. Lo consigue igual que lo hacen las neveras: gracias a un fluido que circula a muy baja temperatura y presión por un complejo circuito y que utiliza el calor del aire para pasar de líquido a gas y viceversa. En este cambio de estado reversible, absorbe o expulsa calor, según la dirección en la que vaya el cambio.
Si pasa de gas a líquido, absorbe calor y enfría el aire circundante, que es el que nos envía dentro de la casa en el verano. Cuando pasa de líquido a gas libera calor que calienta el aire y que en invierno podemos utilizar para calentarnos. Es un sistema extremadamente eficiente ya que no precisa más energía que la que acumula el aire, aunque hay que sumar la energía eléctrica necesaria para bombear el mismo al interior. Se calcula su coeficiente de rendimiento (COP) en 2,5 a 5. Es decir que produce entre 2,5 y 5 veces más energía de la que gasta.
Es un sistema ideal para climas templados de costa, o interiores no extremadamente fríos, y para casas con espacios abiertos que permitan que el aire caliente se difunda por convección con facilidad. Nos ayudará a ahorrar bastante en la factura eléctrica. Ahora bien, no es recomendado en hogares muy compartimentados donde el aire no circule bien, porque nos obligará a tener una bomba por habitación y por tanto a multiplicar el gasto eléctrico por número de habitaciones. Una solución es instalar conductos en el techo que redistribuyan el aire de una sola bomba de potencia adecuada, pero requiere una obra costosa.
Por otro lado, no es eficiente en climas extremos, ya que al producir frío en el exterior para poder enviar calor al interior, suelen formarse capas de hielo en los compresores, con lo que el sistema se para hasta que estas se derritan. Adicionalmente, tiene el problema de que acumula polvo si no se limpian los filtros con frecuencia, lo que puede ser fuente de alergias. Finalmente, al emitir aire muy seco puede ser inconveniente para personas con problemas respiratorios y de mucosas, dando lugar a rinitis, asma, conjuntivitis y dolores de cabeza.
Gas ciudad
Requiere de una instalación previa y costosa, a la que hay que sumar la compra de una caldera, cuyo precio no suele bajar de los 1.500 euros. A su favor juega el que es un sistema silencioso y que no reseca tanto el ambiente, además de poderse usar en hogares grandes y compartimentados, ya que se basa en un circuito de agua que pasa por todos los radiadores de la casa, que son los que desprenden el calor. Es un sistema eficiente en cuanto a que apenas presenta pérdidas de energía, ya que su COP es 0,9.
Pero requiere obra previa, mantenimiento de la caldera y radiadores, y depende del precio del gas, que no es precisamente barato. En zonas de inviernos largos y duros el gasto se puede disparar. También está condicionado a que el suministro de gas llegue hasta nuestra zona. Ahora bien, soporta sin problemas bajas temperaturas y mantiene el calor si la casa está bien aislada. Es ideal para apartamentos grandes y casas, especialmente de varias plantas, donde una opción inteligente es utilizar los conductos del circuito como suelo radiante.
Esto es, hacerlos cubrir la superficie del suelo en lugar de utilizar radiadores. Como el aire caliente tiende a ascender, la pérdida de calor es mínima y calientan de forma homogénea todas las habitaciones. Por otro lado, en el caso de usar radiadores, si no se quiere calentar determinadas habitaciones basta con cerrar los radiadores de las mismas para evitar que el circuito pase por ellas.
Placas eléctricas
Al precio que está la electricidad hoy en día, las placas térmicas -que se calientan con un fluido o una resistencia interior- se antojan el sistema menos recomendable. Sin embargo, no siempre es así. Tienen la ventaja de que son comparativamente baratas -sobre los 100 euros- y no requieren de obra previa de instalación, como sí sucede con la bomba de calor y los radiadores de circuito calentado con gas. Basta con comprar la placa y enchufarla. Además, calientan con rapidez el entorno inmediato, y como se pueden transportar con facilidad, siempre podemos colocarlos cerca.
Adicionalmente, su COP es 1 y calientan solo la zona donde se enchufan, por lo que no derrochamos en habitaciones donde raramente entramos. Se antojan buenas soluciones para apartamentos pequeños que no tengan techos altos y para personas que estén poco en casa y cuando llegan, por ejemplo por la noche, quieran calor rápido. Las más modernas llevan termostatos que permiten programar la temperatura límite y la hora del encendido para evitar encontrar el apartamento demasiado frío. No obstante, si pensamos usar muchas placas, ello requerirá contratar una potencia suficiente, cosa que puede disparar el coste de las facturas.
Una variante de las placas eléctricas son los acumuladores de calor, que acumulan en resistencias cerámicas la energía durante las horas valle, generalmente por la noche, cuando la tarifa es más barata, y emiten el calor de día. Es un buen sistema que no requiere, en casas modernas, ningún tipo de obra. Sin embargo los aparatos son costosos y hay gran diferencia de calidades y precios, por lo que optar por un sistema fiable sale caro. Además actualmente con el 'tarifazo', que penaliza con un 35% de sobre precio el consumo de día, que es cuando el aparato funciona emitiendo el calor acumulado durante la noche, su ventaja económica ha desaparecido.
Estufa de gas butano
Las estufas de gas butano han evolucionado mucho y se han puesto al día tanto en estética como en seguridad y eficiencia. Tienen la ventaja de que el precio del butano es sensiblemente bajo, por lo que hacen del sistema el más económico de los cuatro; se calcula que el coste energético del butano es casi un 50% más barato que el de una placa eléctrica. Además, generan calor con gran rapidez, si bien se pierde casi a la misma velocidad, ya que es un calor de cercanía.
Sin embargo, el precio de una estufa moderna es algo superior al de una placa eléctrica -unos 170 euros-, y no hay que perder de vista el problema de tener que asegurarse el suministro y almacenamiento de bombonas, que son pesadas y voluminosas. Es un sistema en retroceso, pero puede ser muy interesante como apoyo en habitaciones de poco uso o espacios pequeños. También es ideal para personas con pisos pequeños que estén poco en casa, no quieran un gran gasto en calefacción en invierno o estén dispuestas a cargar y almacenar bombonas.
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