Aún quedan algunos días calurosos, pero el frío del otoño ha venido para quedarse, sobre todo de noche. El plan perfecto, y obligado, es de sofá y manta; y las restricciones nos invitan a ser aún más ermitaños y caseros.
Mejor asegurarse un buen repertorio de mantas en el que acurrucarnos a disfrutar de una buena serie. Pero una manta puede ser mucho más que un abrigo. Aquí van cinco ideas muy sencillas para transformar una manta simple en otra más bonita y apetecible; y por la que pagarías el doble o el triple.
1. Decorar una manta con pompones
Una de las formas más sencillas y resultonas de vestir una manta barata, o demasiado simple, seguramente sea añadir unos pompones de lana de colores. El diseño es sencillo, pero aun así bonito; y permite transformar una manta de menos de diez euros en otra por la que pagarías unas tres veces más.
Lo mejor de todo: solo necesitamos lana gruesa, cartón y unas tijeras. Para hacer los pompones, saca los conocimientos que aprendiste en el cole. Recorta dos círculos en un trozo de cartón, y hazles otro círculo en el centro, como si fueran un dónut. Une los dos cartones y rodéalos con la lana. Cuando los tengas, recorta los extremos, y anuda otra hebra entre los dos cartones. Haz tantos pompones como quieras. Además, puedes usar otras tres hebras para hacer una trenza, y usarla para unir cada pompón a la manta. ¡Y lista!
2. Manta estampada: pintura y cartón
Otra forma divertida y barata de decorar una manta sosa es estampar formas geométricas en ella. Basta recortar las figuras que te gusten en un cartón, por ejemplo, unos corazones. O, si te gusta más tribal, prueba con unos triángulos. Para transformar el cartón en un sello, basta con pegar un corcho por detrás, por ejemplo, el de una botella de vino. De esta forma te será más sencillo de manejar.
Solo queda mojar el cartón en una pintura textil y, después, estampar tu corazón en la manta. Puedes hacer patrones divertidos si cambias los colores o fabricas sellos de diferentes tamaños. Esta técnica permite transformar una manta de menos de 10 euros en otra que costaría alrededor de 20 euros, si no más.
3. Manta con flecos sencillos
Añadir unos flecos a una manta de lana es algo que “se hace en un periquete, y no hace falta ni coser ni tejer”, como explica Koral Antolín, autora del blog Fábrica de imaginación. Y aunque viene bien tener una aguja de ganchillo para ayudarnos, tampoco es fundamental. Por lo demás, basta con cortar unas tiras de lana de entre 35 y 40 centímetros, doblarlas por la mitad y atravesar el extremo doblado por uno de los puntos cercanos al borde de la manta.
Después, pasamos el resto de la hebra por el círculo de hebra que queda, y anudamos. Ya está listo el primer flecho. Para que quede más abultado, puedes utilizar dos hebras por fleco. La misma técnica sirve para añadir flecos a otra prenda que queramos transformar, como una bufanda. [Hace unas semanas te contamos otras once cosas que puedes hacer con tu ropa vieja, en lugar de tirarla.]
4. Bordar unas líneas en la manta
Si no te imponen las agujas de lana, existe otro modo sencillísimo de vestir una manta barata. De nuevo, hace falta lana gruesa; mejor de varios colores para obtener un diseño más interesante. Por ejemplo, si la manta es clara, puede quedar bonito usar lanas de diferentes tonos azules, verdes, terrosos o amarillos.
Por lo demás, no puede resultar más sencillo: basta con bordar unas líneas gruesas en el interior de la manta para obtener un diseño mucho más colorido y bonito. En este tutorial decoran una alfombra con esta técnica, pero sería lo mismo con una manta.
5. Transformar una manta con borlas
La técnica es similar a la de los pompones de lana; pero, en este caso, las hebras de lana quedan sueltas, como un penacho. Por lo demás, también necesitas cartón, esta vez recortado en forma de rectángulo, y unas tijeras. Eso, y tu manta.
En este vídeo explican bastante bien cómo fabricar las borlas con lana de forma muy sencilla. Una vez que tengas todas las que necesites, solo hay que coserlas con otro trozo de lana al borde de la manta. Puedes rodearla por completo o solo colocar borlas en uno o dos extremos.
Hay una regla que asegura que un salón no es lo suficientemente acogedor hasta que no tiene, al menos, tres mantas gustosas o mullidas. Pero nadie dijo que teníamos que dejarnos el presupuesto en el intento.
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