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Si tienes ocasión de ver grabaciones o películas sobre la transición española, te llamarán la atención varias cosas. Además de las patillas, los flequillos, los cardados y otras diferencias en la moda y los peinados, los coches son mucho, mucho más pequeños.
Esto no se debe únicamente a que estamos en Europa y no en EEUU, donde los automóviles son tradicionalmente más grandes. Hoy, incluso los coches más pequeños del mercado, como el Mini o el Fiat 500, parecen gigantes al lado de sus modelos originales. Por ejemplo, el Volkswagen Polo actual es más grande que el Golf original de 1974.
La inflación del tamaño de los coches es, al menos en parte, de índole práctica. Los coches actuales son mucho más seguros que los antiguos en caso de accidente.
Las normas de seguridad exigen más espacio para las celdas de seguridad, los airbags y las zonas deformables, lo que ha provocado el aumento correspondiente del tamaño de los coches.
En un choque directo, los coches más grandes también se consideran más seguros que los pequeños porque tienen más material para absorber mejor las fuerzas experimentadas.
Sin embargo, la seguridad no solo tiene que ver con proteger al pasajero. Los datos sugieren que los conductores de vehículos grandes tienen más probabilidades de verse implicados en una colisión que los de coches pequeños.
Además, los peatones tienen más probabilidades de morir en accidentes en los que están implicados coches más grandes. Los todoterrenos y las camionetas tienen un 51% y un 25% más de probabilidades que los coches más pequeños de matar a un peatón.
Solo en EEUU, entre los coches de turismo, furgonetas, camionetas y los llamados SUV son responsables del 85,2% de las muertes de peatones. Pero hay otro motivo igual de preocupante: los coches se están haciendo más grandes porque la gente se está haciendo más grande.
La altura media de los hombres españoles pasó de 1,66 en 1910 a 1,77 en 2011. También hemos crecido en anchura. En España la obesidad ha pasado del un 7,4% al 23% de la población.
Ya en 1998 el director de Ford Europa, Richard Parry-Jones, al presentar el modelo Focus, que fue revolucionario en su momento, explicó que lo había hecho bastante más alto y más ancho que el Escort al que sustituía porque “la gente es cada vez más alta y pesa más, y necesita más espacio.”
En las últimas décadas, los precios de los hidrocarburos han obligado a los fabricantes a buscar automóviles cada vez más eficientes y con menores consumos, pero las eficiencias se han visto anuladas por el incremento de peso de los coches.
Si en 2001 el coche medio en Europa pesaba 1.260 kilos, en 2018 había llegado a los 1.400. En EEUU, en ese mismo periodo, los coches pasaron de 1.750 kilos de media a 1.850 kilos.
Los investigadores calculan que si el peso y la cilindrada de los coches europeos hubieran permanecido invariables entre 1980 y 2006, el consumo de combustible se habría reducido en torno a un 20%, llegando a un 40% de reducción en EEUU.
Estados Unidos, la crisis del petróleo y el fenómeno SUV
Es precisamente en Estados Unidos donde los SUV (Sport Utility Vehicle), aquí llamados todoterrenos –aunque no lo sean– aparecieron y se hicieron populares, hasta el punto de que hoy en día son los vehículos más vendidos en ese país.
Las causas son una mezcla de mala legislación y oportunismo. Tras la crisis del petróleo de 1973, el Congreso en EEUU aprobó leyes que obligaban a los fabricantes a reducir los consumos de los automóviles y que penalizaban con impuestos a los que más consumían.
Había una excepción: los llamados “camiones ligeros” (light trucks), las camionetas de los granjeros, que no estaban destinadas al transporte de personas y no tenían limitaciones de eficiencia.
Así que los fabricantes decidieron usar este coladero y convertir sus plataformas de camionetas en lujosos turismos: los SUV. Esta exención fiscal también les permitía competir con ventaja con los coches importados de Europa y Japón.
Las cosas no han sido mucho mejores en Europa, donde las ventas de SUV también han aumentado vertiginosamente en los últimos años. ¿Cómo es posible si tenemos regulaciones más estrictas? Son más estrictas, pero no mejor diseñadas.
En los años 90, la Comisión Europea intentó reducir las emisiones para los automóviles, imponiendo límites a la cantidad de CO2 por kilómetro. Pero si las normas eran iguales para todos los países, los que fabricaban coches más grandes (Alemania) tendrían más problemas que los que fabricaban coches más ligeros (Italia y Francia).
Al final, Alemania impuso en 2009 que los límites de emisiones serían proporcionales al peso del vehículo: cuanto más pesado es el coche, más CO2 puede emitir. Si los fabricantes hacen sus coches más pequeños y ligeros, de repente sus motores tienen que cumplir con regulaciones más estrictas, así que no hay incentivo alguno.
Se calcula que la totalidad de los ahorros de CO2 resultantes de reducir el peso de los coches se anulan con esta legislación. Más bien al contrario, los coches europeos han seguido aumentando de tamaño.
Los coches eléctricos, también con sobrepeso
La obesidad de los coches alcanza también a los eléctricos. La demanda de coches eléctricos es tan fuerte en estos momentos que los fabricantes exigen a los compradores que depositen una fianza con meses de antelación y algunos modelos están agotados para los próximos dos años.
La escasez de semiconductores también ha hecho subir los precios. Esto hace que los fabricantes se concentren en desarrollar modelos de lujo de gran tamaño, más rentables, antes de expandirse a vehículos más baratos para el mercado de masas.
Otro factor es la autonomía. Se calcula que en 2030 los vehículos eléctricos de baterías alcanzarán una autonomía media de 350-400 km, para lo cual son necesarias baterías de 70-80 kWh.
Esto influye en la autonomía y el peso del vehículo. En general, a medida que mejoren las baterías y aumente la autonomía, es probable que los vehículos eléctricos sigan creciendo en tamaño.
Sin embargo, un vehículo más grande, con una batería más grande, consume también más electricidad en la recarga. Si esa electricidad no se obtiene de fuentes renovables, el problema se perpetúa.
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