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La llegada de los frutos de la planta del cacao, Theobroma cacao, a Europa procedentes del continente americano tras las expediciones de Colón, supuso la consolidación del chocolate en la gastronomía del continente y su posterior extensión por todo el mundo. Hoy en día el chocolate es un producto que se consume en todos los rincones del mundo en múltiples formas y preparados.
Sin embargo, nunca ha dejado de estar bajo la luz de la polémica; numerosas leyendas urbanas lo han perseguido y mientras para algunas personas conlleva propiedades negativas a evitar, otras le atribuyen características preventivas e incluso curativas, rayanas en la milagrería. ¿Qué es cierto y qué es falso sobre este famoso alimento?
Es difícil de saber, puesto que se trata de un producto complejo, rico en numerosos compuestos químicos. Sin embargo, sí se puede asegurar que ciertas creencias sobre el chocolate son ambiguas, equívocas o por lo menos no están claramente demostradas. A continuación se exponen nueve de ellas.
1. Es un excitante
El chocolate es un alimento compuesto de pasta de cacao y manteca de cacao, al que se le suele añadir leche y azúcar en distintas proporciones. La pasta y la manteca proceden del árbol del cacao y más concretamente de la vaina y la semilla que conforman el fruto. A grandes rasgos, la pasta es el resultado de separar el aceite de cacao -la manteca- por distintos procesos del resto del fruto.
Dicha pasta contiene un bajo porcentaje de grasas y es más rica en hidratos de carbono y otros compuestos químicos como la teobromina, muy similar a la cafeína y de efectos estimulantes. Sin embargo su potencial excitante no se puede comparar al del café por cuanto la teobromina es un estimulante mucho más suave. Se necesitarían entre 250 gramos y un kilo de chocolate para conseguir el poder excitante de una taza pequeña de café, algo a todas luces insano dada su elevada densidad calórica.
2. Es un buen antioxidante
No parece creerlo así la Autoridad Europea Alimentaria (EFSA), que en un meta estudio de 2013 no encontró relación entre la ingesta de chocolate y la protección de las sustancias del torrente sanguíneo susceptibles de oxidación. Es cierto que el cacao es rico en flavonoides, compuestos antioxidantes naturales, pero al parecer su acción no es tan pronunciada como se cree.
No obstante, la misma institución europea sí considera que estos flavonoides sí contribuyen a la dilatación de los vasos sanguíneos, por lo que recomienda cierta ingesta -un máximo de diez gramos diarios- de chocolate más o menos puro, lo que se conoce como 'chocolate negro con alto porcentaje de flavonoides'.
3. El chocolate negro no engorda
Es cierto que el conocido como chocolate negro, es decir el que tiene un alto porcentaje de derivados del cacao frente al azúcar, la leche y otros compuestos, tiene menos densidad calórica que otros elaborados industriales con la misma denominación de 'chocolate'.
Sin embargo, el propio cacao está compuesto en sí mismo de un aceite vegetal, la manteca de cacao, y un polvo rico en hidratos de carbono, la pasta de cacao. Por lo tanto, su densidad calórica sigue siendo alta. ¿Engorda entonces? Digamos que el chocolate negro es un alimento a tomar en pequeñas dosis, pues aporta alrededor de 500 kilocalorías por cada 100 gramos.
4. Aumenta el 'colesterol malo'
La manteca de cacao es rica en ácido esteárico, algo menos de ácido oleico (33%) y un 25% de ácido palmítico. Dos de ellos son ácidos grasos saturados: esteárico y palmítico. Por su parte el ácido oleico, monoinsaturado, es propio del aceite de oliva y saludable por cuanto ayuda a bajar los niveles de colesterol 'malo'.
En cuanto al ácido esteárico, se cree que a pesar de ser saturado no tiende a acumularse en arterias, principal peligro de este tipo de grasas. El riesgo vendría entonces del ácido palmítico, pero su proporción respecto a otros alimentos como las grasas animales, es comparativamente más baja. Así que no se puede decir taxativamente que comer chocolate, salvo abuso, aumente el colesterol.
5. Provoca acné
El acné son secreciones grasas por glándulas sebáceas inflamadas, sobre todo en la cara. Pero se trata de productos metabólicos creados por el organismo, no de excedentes de grasa ingerida. Por lo tanto comer mucho chocolate no tiene por que fomentar el acné, que por otro lado es una enfermedad crónica de orígenes genéticos.
6. El chocolate blanco se consigue echando más leche
Es cierto que el llamado 'chocolate blanco' tiene mayor proporción de leche, pero su color y sabor no es debido a esto, sino a que no contiene pasta de cacao. Incorpora, en cambio, manteca de cacao, azúcar, leche y otros aceites vegetales, en especial de soja, por lo técnicamente no es un chocolate. De hecho, no se puede etiquetar como tal y a este producto hay que denominarlo 'sucedáneo de chocolate'.
7. Es un antidepresivo
Las características antidepresivas del chocolate han sido largamente discutidas a lo largo de los siglos, y existen escritos de eruditos recomendándolo a tal efecto. Pero no hay evidencias científicas de que este alimento pueda ser utilizado para curar depresiones o estados decaídos. Es cierto que el chocolate contiene sustancias ligeramente psicoactivas como la feniletilamina y la anandamida, similar al cannabis, pero sus proporciones no son mayores que las que se dan en otros productos como los quesos fermentados.
Se cree que la acción estimulante que el chocolate provoca en algunas personas puede ser debida a la teobromina combinada con el azúcar de los chocolates con leche. A este respecto, el efecto euforizante sería causado por el azúcar y sería menor cuanto más negro sea el chocolate.
8. Crea adicción
Derivado del punto anterior, la única sustancia que puede provocar adicciones en el chocolate es 'el dulce', es decir la proporción de azúcar en sí, que tiene efectos sobre los niveles de insulina en sangre, pero no el cacao.
9. Es un afrodisíaco
De nuevo, en el caso de que existan los afrodisíacos, el chocolate parece que no sería uno de ellos. A lo más que podría llegar este producto es a aportarnos una fuente de energía adicional, el estímulo de la teobromina y la sensación de placer que nos da el azúcar.
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