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Cómo calibrar en ocho pasos tu televisor para conseguir la mejor imagen

Jordi Sabaté

11 de octubre de 2018 20:25 h

Cruz, lectora y socia de eldiario.es nos escribe un correo con la siguiente petición: “me interesa mucho el tema del brillo y de los reflejos en las pantallas del televisor, ya que he leído en alguna parte que pueden ser perjudiciales para la vista, especialmente de personas mayores y niños. A veces obligan a oscurecer completamente la habitación para ver bien las imágenes, algo bastante antinatural durante el día. He tenido un Samsung tecnología LED en casa y lo he devuelto porque de día parece un espejo”.

Lo que le sucede a Cruz le pasa también a muchos otros usuarios que adquieren un televisor nuevo y creen -creemos- que les viene de fábrica perfectamente calibrado y configurado. Es cierto que el aparato trae una calibración y una configuración estándar por defecto, con unos valores y unos filtros y efectos muchas veces predeterminados. Pero la misma está pensada para unas condiciones ideales fijas que se dan en muy pocas situaciones.

Cada casa, cada habitación, cada usuario, es un universo diferente de condiciones de luminosidad, distancia de visión, tamaño de pantalla, volumen de la estancia, etc., que hacen que debamos replantearnos el calibrado para nuestras circunstancias personales, incluso para día y noche o por si vemos la tele directamente, usamos una consola o un reproductor DVD o Blu-ray, etc. Hay en internet numerosos artículos sobre las mejores opciones para calibrar el televisor, así comopatrones de color, brillo, contraste, nitidez y otros parámetros que se ofrecen en YouTube, e incluso existen discos ópticos que nos ayudan a ajustar todos los parámetros en las diferentes circunstancias en pocos minutos.

Pero lo normal es que queramos hacerlo nosotros mismos con la ayuda de nuestro mando y sin complicaciones, quizás no buscando la perfección pero sí un nivel aceptable de visión. Para ello ofrecemos los siguientes ocho pasos en los que más que seguir un patrón o carta de ajuste, utilizaremos nuestro sentido común y nuestras preferencias de visión para conseguir el calibrado que más nos satisfaga en cada situación. Si nuestro televisor nos deja, podremos ajustar la imagen para las distintas situaciones.

Paso 1: fijar las condiciones de uso

Antes de ir al menú de configuración, deberemos establecer en qué condiciones veremos el televisor en casa. Esto es si lo vemos a mucha distancia o poca, si está situado cerca de una fuente de luz natural, si de día la estancia es muy luminosa o de noche muy oscura, etc. Para ello realizaremos una configuración tanto de día, con la luz ambiental, como de noche a oscuras o con una lámpara si solemos dejarla.

Paso 2: desactivar los filtros y efectos predeterminados

Los televisores actuales Led y Oled, ya todos smartTV, suelen tener toda una serie de efectos de preestablecidos de fábrica para mejorar automáticamente la imagen con software cuando no se puede conseguir mejor nivel de calidad óptica física: van desde el “modo telenovela”a los llamados “motionflow”, “overscan”, “modo HDR” etc. Son un poco como los filtros de corrección en las cámaras de fotos.

El problema que tienen es que no se ajustan bien a todas las condiciones y tipo de visionado -no van igual con un canal HD que con una película en blu-ray, por ejemplo- y además impiden que calibremos correctamente de modo manual nuestro televisor. Así que desactivaremos todos los modos y filtros que encontremos activados.

Paso 3: ajustemos la retroiluminación de pantalla al día y la noche

Ya podemos ir a la configuración avanzada de nuestro televisor con el mando y elegiremos el ajuste de retroiluminación de pantalla, que también puede venir como “backlight”. Esta es la luz que nuestra pantalla LED u OLED genera para poder hacer visible y contrastada la imagen y es el motivo que esgrimía Cruz por el que no veía bien de día su televisor.

Haremos la configuración de día subiendo la retoiluminación hasta que veamos bien la imagen con la iluminación natural de la sala. De noche repetiremos la operación pero bajando la retroiluminación hasta que nos dé el tono deseado. Guardaremos así cada una de estas calibraciones, si el televisor lo permite, en los correspondientes “modo noche” y “modo día”. De otro modo, deberemos ajustarlo manualmente cada vez que haya un cambio de luminosidad.

Paso 4: a por el brillo

Los que usen Instagram o cualquier otro programa de fotografía digital con edición rápida, sabrán que poniendo el brillo a tope la imagen se llena de luz y pierde todos sus matices. Al contrario, poniendo el brillo al mínimo la pantalla acaba oscureciéndose y sin mostrar apenas las formas menos claras. Partiremos de esta situación para ir subiendo progresivamente el brillo hasta encontrar el punto exacto que nos agrade. Como las imágenes en el televisor son cambiantes, podemos dejar pasar unos minutos en el calibre escogido para ver si necesitamos un nuevo reajuste o ya nos va bien.

Paso 5: el contraste

El contraste viene a ser el anverso del brillo: con poco contraste las imágenes se ven difusas y mal definidas; con mucho contraste se observan demasiado marcadas y oscurecidas en los puntos menos claros. Desde el punto de contraste máximo iremos reduciendo el valor hasta dar con la definición de contornos y siluetas que nos parezca óptima.

Paso 6: graduar la calidez de la imagen

La calidez de la imagen o temperatura de color es un balance entre los colores más cálidos, en el rango del amarillo, y los más fríos en la escala del azul. Lo ideal es que partiendo de uno u otro extremo, consigamos eliminar de la imagen todo atisbo de azul o amarillo que realmente no se corresponda con los colores de pantalla y nos deje los fondos blancos con un tono neutro.

Paso 7: desaturar los colores

La saturación de color es un parámetro que nos sirve para evitar que los colores sean en exceso vivos y chillones o bien, por el contrario, apagados y mortecinos. Con el mando, desde el mínimo de saturación, que será la pantalla casi oscura, iremos subiendo de valor hasta encontrar un nivel aceptable, que tomaremos como referencia.

No obstante, seguiremos subiendo de valor hasta el máximo, es decir con los colores chillones y molestos. A partir de ahí volveremos a bajar hasta alcanzar el nivel de referencia, para ver si lo habíamos tomado bien o nos había quedado excesivamente apagado. Si fuera así, reajustaremos al alza nuestra referencia.

Paso 8: vigilar la textura

La textura o nitidez, en inglés se llama “sharpen”, es otro valor a considerar y siempre deberá ser medido desde la distancia a la que solemos sentarnos para ver la imagen. Nos dará el rango de definición y realce de las imágenes. Una nitidez demasiado baja hace la imagen muy borrosa; al contrario, una nitidez demasiado alta nos definirá todos los contornos y siluetas de pero de una manera demasiado fuerte, como si fueran afilados.

Lo ideal es que haya una armonía en la transición entre las diferentes siluetas y objetos de la imagen, con claridad de contornos pero sin brusquedades. Para encontrar el punto óptimo situaremos el valor al máximo de nitidez e iremos bajando hasta dar con el punto que nos haga sentir cómodos.

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