Espray, loción, pulverizador o crema: ¿cuál es el mejor formato de protección solar?

Martín Frías

9 de junio de 2024 22:26 h

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Ponerse al sol es un tema controvertido para la ciencia médica. Por un lado sabemos que exponerse a la luz del sol es beneficioso porque permite sincronizar los ritmos circadianos, mejorar el sueño y producir vitamina D en la piel. Por otro, como ocurre con todo en la vida, la dosis hace el veneno. 

Casi todos los tipos de cáncer de piel se relacionan con la exposición excesiva al sol, sobre todo en las personas de piel clara. El riesgo se multiplica en esas personas que quieren estar bronceadas todo el año, que tienen un riesgo hasta 4,7 veces superior de padecer melanoma, el tipo más común de cáncer de piel. Además, el riesgo de melanoma se triplica cuando la persona se ha quemado al sol al menos cinco veces cada diez años. 

Hay, por tanto, motivos más que suficientes para exponerse al sol, y aún más para evitar quemarse al sol. Aquí es donde los protectores solares pueden ayudar.

Cómo funcionan los protectores solares

Los protectores solares funcionan como una barrera que protege la piel de los daños causados por la radiación ultravioleta (UV) del sol. Existen dos tipos principales de radiación UV que afectan la piel: los rayos UVA y los rayos UVB. Los rayos UVB son los que producen el mayor daño al ADN de las células, y por tanto aumentan el riesgo de cáncer y el envejecimiento prematuro de la piel. 

Hay dos tipos de protectores solares: protectores químicos y minerales (o físicos). Los protectores solares químicos contienen ingredientes activos como avobenzona, octinoxato y oxibenzona. Estos compuestos absorben los rayos UV descomponiéndose y convirtiendo la radiación en calor. Para que sean efectivos, hay que aplicarlos entre 15 y 20 minutos antes de exponerse al sol.

Los protectores solares minerales, por su lado, utilizan ingredientes como óxido de zinc y dióxido de titanio que actúan como una barrera física que refleja los rayos UV. Los protectores solares minerales son efectivos inmediatamente después de la aplicación, ya que no requieren tiempo para ser absorbidos por la piel.

El Factor de Protección Solar (FPS) es otra medida importante del nivel de protección. Por ejemplo, un FPS 30 significa que, teóricamente, se puede estar al sol 30 veces más tiempo sin quemarse en comparación con no usar protector solar. Una persona de piel blanca que se quema en 15 minutos tardará por tanto unas siete horas en quemarse. 

Pero muchas veces se olvida un factor importante: es necesario aplicar de nuevo el protector cada cierto tiempo para que sea efectivo, y aquí la forma de aplicación puede marcar la diferencia.

La importancia de la aplicación del protector solar

Para que el protector solar sea efectivo hay que usar una cantidad de unos 30 ml, para cubrir todo el cuerpo de un adulto y distribuirlo uniformemente sobre todas las áreas expuestas. Además, es esencial volver a aplicar el protector solar al menos cada dos horas y con mayor frecuencia si se está nadando o sudando.

El modo de aplicación de un protector solar influye significativamente en su eficacia debido a varios factores. Primero, la cantidad de producto aplicado, ya que la mayoría de las personas no aplican suficiente cantidad. También es común dejar zonas desprotegidas por descuido, como las orejas, el cuello, los pies y la parte posterior de las rodillas. 

Formatos de los protectores solares

Las cremas solares se comercializan en diferentes formatos, y esto influye en cómo lo aplicamos:

Espray

El protector solar en espray se ha vuelto muy popular en los últimos años debido a su facilidad de aplicación. Es especialmente útil para aquellas personas que buscan una aplicación rápida y uniforme, especialmente en áreas de difícil acceso como la espalda. Sin embargo, tiene algunas desventajas. La primera es que suelen ser protectores químicos, no grasos y transparentes, que hacen difícil detectar si se está dejando una zona sin cubrir. Además, no es conveniente inhalarlo y en días de viento puede desperdiciarse mucho protector que no aterriza en nuestra piel.

Loción

La loción es probablemente el tipo de protector solar más tradicional y ampliamente utilizado. Su textura líquida, ligera y fácil de aplicar la hace una opción popular para muchas personas. Los protectores químicos se absorben rápidamente y no dejan una sensación grasa en la piel. Sin embargo, requieren una reaplicación más frecuente, especialmente después de nadar o sudar, o con el roce con las toallas o la ropa. La aplicación también es más lenta y engorrosa que con un espray.

Crema

Las cremas solares suelen ser minerales y con una consistencia más espesa. Son más frecuentes para los protectores minerales, con mayor FPS, y para las áreas del cuerpo que necesitan una protección adicional o personas con piel muy seca o sensible. El inconveniente es que tienen una textura grasa y algunas dejan la piel blanca (algo que ciertas marcas solucionan con un toque de color). También requieren más tiempo y esfuerzo para extenderlas uniformemente.

En barra

El protector solar sólido, en barra o stick, es menos común pero ofrece algunas ventajas únicas, especialmente en términos de conveniencia y precisión. Es ideal para áreas pequeñas y sensibles como la cara, los labios y las orejas, y para actividades al aire libre como senderismo, donde la aplicación rápida y la portabilidad son importantes. También es menos probable que se salga del bote y manche todo, como las lociones. A cambio, no es un formato práctico para aplicar en todo el cuerpo. 

En resumen, no se trata de que un formato de protector solar sea mejor que otro, ya que cada uno tiene ventajas e inconvenientes dependiendo de nuestro gustos personales, la diligencia que tengamos para aplicarlo y nuestra sensibilidad al sol. El mejor protector solar es siempre el que usamos de verdad y evita que nos quememos al sol.