Maite, lectora de eldiario.es -matiza que todavía no es socia-, nos pide en un correo electrónico que le aclaremos si el lauril sulfato de sodio (SLS), presente según ella en su pasta de dientes, en su champú y en el jabón de manos que usa, es un compuesto cancerígeno, tal como ha leído en algunas páginas de internet. En todo caso, de no serlo, nos conmina a determinar si tiene algún efecto secundario y es mejor buscar champús que no lo contengan que, según ella, son muy pocos.
La verdad es que el lauril sulfato de sodio, cuyo nombre estricto en la nomenclatura química es dodecilsulfato sódico, es en sí mismo un potente detergente capaz de quitar la grasa de una superficie con gran eficacia. Es además un humectante y emulsionante que compatibiliza muy bien con las superficies humanas -ya sea piel o dientes, etc.-, por lo que su uso en higiene personal está muy extendido. Es, para aclararnos, el responsable de la espuma de los jabones.
Otra de sus ventajas es que es un compuesto que no tiene apenas olor, con lo que puede ser fácilmente perfumado con cualquier aroma, lo cual también juega en favor de su papel predominante en la industria de la higiene personal. Si a ello se suma que es relativamente barato de fabricar, entenderemos por qué Maite lo encuentra en casi todos sus enseres.
Capacidad irritante
Respecto a su supuesta toxicidad y poder cancerígeno, aunque es uno de los productos más investigados tanto por activistas como por organismos, lo cierto es que no hay literatura científica que confirme tal extremo. De todos modos, como se trata de una larga polémica, hay que remitirse a 1998 para encontrar una declaración de la American Cancer Society en la que se especifica que no considera a esta sustancia como cancerígena.
Además, una revisión en 2015 de los estudios al respecto llevada a cabo por investigadores de la Universidad Estatal de Washington, en Seattle, y la Universidad de Burlington, en Vermont, y publicada en la revista Environmental Health Insights, concluyó el compuesto, a las dosis utilizadas, es seguro para el consumo humano, pues los niveles tóxicos deberían ser muy elevados. Además, el hígado lo degrada con facilidad y se expulsa en la orina, las heces y incluso por el aliento, no habiendo evidencias de su acumulación en órganos vitales ni capas de grasa.
Ahora bien, sí existen algunos estudios que aseguran que para determinados perfiles de piel, el SLS puede resultar irritante al retirar la capa grasa de protección dérmica, dado su alto poder quita grasas. Como resultado, el SLS puede dejar la piel expuesta a erosiones que generen dermatitis y aftas en labios e interior de la boca, el caso de pastas dentífricas. No obstante, a las dosis en las que está presente en los productos de consumo, no se puede decir que sea irritante por norma general.
Lauril éter sulfato sódico, una alternativa
Debido principalmente al poder irritante del SLS, la industria cosmética y de higiene personal hace años que introdujo en sus productos de gama media y alta la alternativa del lauril éter sulfato sódico lauril éter sulfato sódico(SLES), una modificación que le resta un tanto el efecto irritante de pieles y mucosas, pero no le priva de su poder espumante y humectante, ni de su capacidad de ser perfumado con aceites esenciales a gusto del productor.
Precisamente esta capacidad de combinarse con otros compuestos hace que se le utilice profusamente como sobreengrasante de champús y geles de ducha, dado que aumenta su viscosidad y su capacidad de adherirse a la piel y extenderse por ella. No obstante, el SLES también puede ser irritante cuando se aumenta la concentración, aunque a las mismas que el SLS lo es menos.
Aunque lo más destacable de él es que ha levantado también sospechas sobre su toxicidad debido que, a diferencia del SLS, no se degrada por el hígado y por tanto se teme que se acumule en las capas lipídicas. No hemos podido encontrar estudios concluyentes al respecto.
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