Últimamente mis orgasmos han perdido intensidad: ¿qué me pasa?
Leandro, lector y socio de eldiario.es, nos escribe un correo electrónico en el que nos cuenta lo siguiente: “siempre he tenido una buena salud sexual y he disfrutado de mis relaciones plenamente, sin ningún tipo de conflictos morales o religiosos. Ahora bien, últimamente mis orgasmos han perdido intensidad y noto que ya no me proporcionan la misma sensación de antes, aunque sigo teniendo placer y eyaculo sin problemas. Me gustaría saber si puede ser un problema grave”.
Lo que padece Leandro se conoce en urología y neurología como anorgasmia, un trastorno que puede tener causas muy distintas, tanto de índole psicológica como hormonal, neurológica o farmacológica, aunque también autoinmune. Por lo pronto, en términos generales la anorgasmia hace tanto referencia a la ausencia de orgasmos -lo que es un trastorno menos común- como a la disminución de la intensidad de estos, que se da con más frecuencia y generalmente de forma pasajera.
Causas de la anorgasmia masculina
Es esta pérdida de intensidad y calidad del orgasmo masculino la que describe en principio Leandro y por la que nos pregunta. El descenso de la intensidad del orgasmo masculino, aún cuando se produzca una eyaculación normal, puede tener muchas causas y habría que tener más detalles para poder ser más explícitos sobre las causas, como la edad de Leandro, si toma algún tipo de fármacos, si consume drogas, si está pasando por un periodo de estrés, cuánto hace que han perdido intensidad, etc.
Como no tenemos estos datos y tampoco somos médicos especialistas, nos limitaremos a exponer las principales causas de la anorgasmia, tanto la que refiere a la ausencia total de los orgasmos como a las que afectan a su calidad pero sin erradicarlos totalmente. Por lo pronto tenemos las causas psicológicas, sobre todo periodos de estrés o depresión en los que el deseo disminuye y por tanto la excitación es menor, propiciando orgasmos más pobres. En algunos casos, aunque eventualmente, se puede producir la ausencia de orgasmos. Normalmente la intensidad regresa cuando se superan las causas.
También pueden generar anorgasmia -total en estos casos- algunas enfermedades neurológicas inflamatorias y autoinmunes como la mielitis transversa o la esclerosis múltiple. De hecho se considera la anorgasmia total como un síntoma inicial de un ataque de mielitis transversa. Son, de todos modos, dos de las causas menos comunes de la anorgasmia, y se deben a la pérdida de capacidad por parte de los nervios que enervan la próstata de transmitir impulsos a la médula espinal.
La anorgasmia también puede presentarse en hombres diabéticos, en estadios avanzados de la enfermedad en los que las arterias y venas se han endurecido y no irrigan bien los nervios, con los que estos no pueden trasmitir el impuso. Ahora bien, lesiones neurológicas en la zona de la pelvis también pueden alterar la calidad del orgasmo o incluso inhibirlo.
Otra causa puede ser una bajada en los niveles de testosterona, algo que se puede dar a cualquier edad pero que es más pronunciado en hombres a partir de los cincuenta. Cuando esta caída es drástica hablamos de hipogonadismo, un problema que afecta a entre el 6% y el 22% de los hombres. El hipogonadismo provoca cansancio disminución del deseo y pérdida de intensidad en los orgasmos, aunque este dato no se puede cuantificar realmente. La solución para solventarlo pasa por la ingesta de suplementos de testosterona, siempre bajo supervisión médica.
Finalmente, la causa más común de la pérdida de calidad orgásmica es farmacológica, ya sea por el consumo puntual de ciertas drogas -entre ellas el alcohol o los canabáceos-, ya por la ingesta de medicamentos antidepresivos y ansiolíticos como son los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina y la noradrenalina, la familia a la que pertenece el Prozac.
En este caso, el efecto puede durar hasta algo más de un mes, pero termina desapareciendo y los orgasmos se restablecen en todo su esplendor. Otro tema es el de los medicamentos antihipertensivos, que disminuyen drásticamente la presión arterial e inhiben parcialmente la irrigación del pene y por tanto le hacen perder sensibilidad.
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