Si crees que llenar tus macetas de tierra para que crezcan flores o tus plantas de interior preferidas no representa ningún problema para el planeta, tal vez debas pensarlo de nuevo. El problema es que “mucha de la tierra que nos venden como compost o sustrato de jardinería en realidad es turba; y, para obtenerla, se han esquilmado las reservas de turberas que hay en el norte de Europa, en países como Escocia; así como en otros lugares del mundo, como China o Rusia ”, advierte Franco Llobera, de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica.
Las turberas son un tipo de ecosistema, casi permanentemente encharcado, característico de lugares fríos del planeta; y normalmente presente en tundras, taigas y las turberas de Escocia. Como siempre están cubiertos de agua (condiciones anaerobias), la vegetación que se acumula en ellos no se descompone, puesto que le falta oxígeno.
El peculiar ecosistema de turbera apenas constituye el 3% de la superficie terrestre; y puede acumular desde un metro de materia orgánica en descomposición hasta alcanzar los cerca de ocho metros de profundidad. Pero, a pesar de su escasa extensión planetaria, las turberas están consideradas como el depósito de carbono más grande del planeta (por encima de los bosques), ya que en su interior se acumulan unas 550 gigatoneladas de carbono, cerca del 42% de todo el carbono y CO2 que está secuestrado en el suelo, según un informe científico publicado por el departamento de Agroecológia de la Universidad de Coventry, en Reino Unido.
Pero esto no es compost, materia orgánica descompuesta en presencia de oxígeno (condiciones aerobias), y estupenda para alimentar nuestras plantas sin destrozar el planeta. Por mucho que los fabricantes de productos de jardinería nos lo vendan como tal. O, peor aún, lo usen como reclamo. Tienen un motivo de peso: “Para muchas empresas de jardinerías es más barato importar esta turba desde la otra punta del planeta que producir su propio compost”, advierte Llobera.
Que no te den turba por compost (y es mejor para tus plantas)
Puesto que la turba huele a tierra, tiene un aspecto ligero, contiene mucha materia orgánica y resulta relativamente fértil (aunque mucho menos que el compost), es fácil confundirla y creer que se trata de una buena opción para tus macetas. “Sin embargo, deberíamos dejar de utilizar sustrato de jardinería con turba porque este producto está poniendo en peligro estos valiosos ecosistemas húmedos”, zanja el portavoz de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica.
La falta de una normativa clara permite que “nos engañen y nos coloquen turba en lugar de compost”, advierte Llobera. Y no es el único que cree que deberíamos ser más cautelosos y dejar de utilizar o de comprar bolsas de tierra de jardinería que contenga turba. De hecho, docenas de científicos, conservacionistas y expertos en jardinería en Reino Unido llevan años advirtiendo del problema del uso de la turba en jardinería; e incluso han puesto en marcha una plataforma para impulsar su prohibición
Según estos científicos, “permitir el destrozo de los valiosos ecosistemas de turbera para cultivar flores ornamentales (y otras plantas) constituye un absurdo e innecesario saqueo ambiental”, más aún si tenemos en cuenta que existen otras alternativas para rellenar nuestras macetas y alimentar las plantas de nuestra huerta.
Pero, ¿la turba es necesaria para que crezcan nuestras flores?
No rotundo. Más bien, lo contrario. “La turba es mucho peor que el compost clásico para nuestras flores y plantas”, explica Llobera. El motivo es que a la turba le falta nitrógeno, fósforo y potasio; nutrientes esenciales para alimentar a tus macetas. “En realidad, la turba es una especie de almacenamiento de materia orgánica; pero carece de los compuestos húmicos que dan fertilidad a la tierra”, incide el experto.
Así, si quieres cuidar tus plantas, tu huerta o tus flores, sin lugar a dudas, lo mejor es el compost. [En este artículo te contamos cómo hacer tu propio abono casero para tus plantas con los restos de cocina; y aquí cómo transformar dos macetas en una compostadora para la terraza.]
¿Y cómo distinguimos la tierra de jardinería sin turba?
Si vas al vivero y te preocupa el planeta, querrás saber cómo reconocer un saco de tierra con turba de otro que no la contenga. Lo primero: hay algunos productores que ya informan en sus paquetes, y señalan sus productos como “sin turba” o peat-free, en inglés.
Pero, por desgracia, aún son los menos. Para salir de dudas, lo mejor es ponerse en contacto con la empresa de jardinería para que nos explique exactamente cómo están haciendo y llenando sus sacos de tierra.
¿Cuál es la mejor alternativa a la turba?
El compost; mejor aún, si es de cercanía o está hecho cerca de tu entorno. “Traer turba desde la otra punta del planeta es un disparate; más aún cuando casi todos podríamos estar generando compost en nuestras propias casas”, anota Llobera.
Si tienes un jardín o una terraza: pon una compostadora. “En tu balcón puedes generar el equivalente a 40 o 50 litros de compost para tus plantas, solo utilizando las sobras de alimentos de casa y restos de hojarasca del otoño ”, dice Llobera. Más que suficiente para tener contentos todo el año a tus geranios y tomates.
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