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¿Por qué las hojas de mis plantas de interior se ponen amarillas?

Eva San Martín

26 de junio de 2021 21:52 h

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Si tu poto (u otra planta) empieza a amarillear, puede ser un cambio natural y una fase normal de su ciclo de crecimiento. Ahora bien: si el color de las hojas de tus macetas cambia de un verde brillante a un amarillo tristón y lánguido de la noche a la mañana, existen muchas posibilidades de que tu planta no esté todo lo feliz que precisa para crecer y lucir bonita. Y necesita un rescate urgente.

¿Por qué las hojas de mi planta se han puesto amarillas?

Las hojas amarillas sugieren que tu planta está sufriendo clorosis; el nombre técnico con el que en botánica se conoce al proceso de amarilleado. A veces se trata de una fase natural e inofensiva (por ejemplo, una señal de la llegada del otoño) y no hay nada de lo que preocuparse.

En este caso, el amarillo es solo uno de los diferentes tonos que adquieren las hojas antes de caer. También ocurre en frutales como las frambuesas: si las hojas amarillean, pero tu planta está plagada de ricos frutos, seguramente no tengas ningún motivo para preocuparte.

Sencillamente, tu planta ha derivado toda su energía a la maduración del fruto y es más que natural que las hojas pierdan su verdor inicial. Pero, otras veces, el color amarillo que asoma en las hojas no es tan inocente y puede resultar una señal de un problema, como la falta de nutrientes. O, directamente, ser una alarma que te avisa de que estás ahogando a tu planta

¿Hojas amarillas? A tu planta le faltan nutrientes

En helechos, potos e incluso en fresas y frambuesas (si las estás cultivando en macetas, o has puesto en marcha un huerto urbano), la aparición del color amarillo (especialmente entre los nervios de la hoja) suele ser señal de que a tu planta le faltan nutrientes.

Normalmente, se trata de un déficit de hierro (si afecta antes a las hojas más jóvenes) o de una carencia de manganeso o magnesio (si las primeras en amarillear son las hojas más maduras). Tiende a ocurrir cuando el pH de tu tierra es demasiado elevado –aguas muy duras– lo que en la práctica se traduce en que tu planta ya no puede absorber el hierro.

El problema: las plantas necesitan el hierro para formar la clorofila, el pigmento de color verde presente en las hojas y en el resto de partes verdes, y que utilizan para capturar la luz del sol y transformar el dióxido de carbono y el agua en azúcares con los que alimentarse (fotosíntesis).

Para remediar este problema, puedes utilizar quelato de hierro (lo hay ecológico), tanto como abono foliar, aplicado con un pulverizador sobre las hojas, o añadido directamente a la tierra de su maceta.

A este producto también se lo conoce como reverdeciente anticlorosis, porque corrige de forma bastante rápida el pH del suelo de tu maceta y facilita que las raíces vuelvan a absorber el hierro que necesita para recuperar su verdor.

Ahora bien: si las hojas ya lucen un color amarillo pálido y su aspecto general resulta espantoso, puede que le haya atacado un virus. Y que haya llegado el momento de deshacerte de ella. Mientras que algunos virus causan un color amarillo uniforme en las hojas, la mayoría crean patrones, como motas, mosaicos, líneas o círculos. 

O puede que te estés pasando con la regadera

Otro de los grandes motivos por los que las hojas de tu poto y de otras plantas en maceta empiezan a amarillear tiene que ver con el exceso de agua. O con todo lo contrario: porque también sucede cuando la tierra está demasiado compacta. En ambos casos, el resultado es el mismo: tu planta se ahoga y no puede tomar los nutrientes que necesita para crecer feliz. 

El problema no termina aquí: pronto las hojas amarillas serán marrones, languidecerán, y acabarán por caerse. Una crónica de muerte anunciada para tu preciada maceta. [Hace unas semanas te contamos cómo rescatar una planta que has ahogado por exceso de riego].

Lo mismo ocurre con tus aromáticas de hojas frescas, como la albahaca: si las hojas inferiores han amarilleado, es probable que las raíces estén encharcadas. Intenta reducir el riego a una vez por semana. Y no te preocupes si las hojas caen un poco: tu albahaca es tolerante con la falta de agua, pero se enfadará (y se marchitará) si la mojas demasiado. [Hace un tiempo te contamos cómo hacer tu planta de albahaca del súper casi eterna].

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